La Villa de Madrid, capital del Reino de España, registra una temperatura el 29  de julio de 2023 de 39 grados en la sombra y a las 18:00 de la tarde.

Ese enclave urbano principalísimo de Europa y el más importante de España, resulta ser un horno en los meses estivales. Estamos convencidos de que no solo se trata de Madrid, sino que muchas otras ciudades del hemisferio norte acusan altas temperaturas en estas semanas veraniegas.

 

Se agradecen las estancias climatizadas y los granizados de limón e incluso la huida hacia las zonas costeras o de ríos del territorio español.

 

No todas las esquinas de Madrid son calientes que derriten, basta pensar en el Parque del Retiro, incluso en las zona de Madrid Río, que es una especie de parque fluvial junto al Manzanares, ese aprendiz de río que discurre a la salida del casco urbano de Madrid,  dirección sureste, suroeste y parcialmente noroeste.

 

Dicho lo anterior, sirvan estas palabras para manifestar nuestro desacuerdo con dos intervenciones urbanas realizadas en la ciudad que nos ha visto desarrollar el ejercicio profesional del que vivimos y amamos; la arquitectura.  Estas dos intervenciones son la nueva plaza de La Puerta Del Sol y la Plaza de España.

 

Estos dos lugares emblemáticos de Madrid han sido convertidos en grandes superficies impermeables y desprovistas de arbolado y/o láminas de agua, fuentes, o sombras propias y arrojadas. Es como si de hacer todo lo contrario al urbanismo bioclimático se tratara; como si alguien deliberadamente intentara hacer lo contrario a nuestros más elementales principios de una arquitectura a escala urbanística amigable.

Seguiremos con el tema.