Los Tucanos forman parte de un sistema regional de etnias y fratrias exogámicas que se distinguen cada una por tener su propia lengua. Consideran que arribaron conjuntamente a la región en una gran boa o anaconda, la "canoa-culebra" o "Anaconda Canoa".

Su territorio fue asignado al desembarcar y quienes resultaron de esta travesía permanecen unidas por los intercambios matrimoniales que realizan entre ellos. Los segmentos de la anaconda corresponden con linajes que son patrilineales y patrilocales. Estas dos características determinan la afiliación estrecha de las personas.

Estas etnias habitan en Brasil y Colombia con unos 6 mil habitantes en cada lado.

Los brasileños usaron ese nombre para bautizar a uno de sus aviones de combate de turbohélice en tándem, diseñado para el ataque a tierra, contrainsurgencia y entrenamiento avanzado de pilotos, provisto de modernos equipos de aviónica y sistemas de armas desarrollado en Brasil.

República Dominicana compró 8 Super Tucanos por un valor de US$93.697.887; años después, la misma Empresa Brasileña de Aeronáutica (Embraer) que los fabrica declaró que pagó 3.4 millones de dólares en sobornos por dicha compra y se comprometió a señalar quiénes recibieron ese dinero.

En la foto adjunta se ve al expresidente Leonel Fernández feliz montado en uno de los aviones con dos militares a su lado y levantando la mano en señal de victoria. ¿Victoria de qué? ¿De la compra o de los sobornos?

¿En qué bolsillos terminaron esos 3.4 millones de dólares? Años de procesos judiciales terminaron con un descargo de los acusados de recibir esos sobornos.

¿Pero eran esos acusados los únicos que se beneficiaron con todo ese dinero o existe, como las etnias Tucano, una relación patrilineal o patrilocal, donde la afiliación predomina, para jamás llegar a la cabeza de la anaconda, que se esconde detrás de ese tramado de corrupción?

Obviamente, los acusados y hoy descargados del caso Tucano no son los principales beneficiarios de ese dinero. Y jamás hablaran de quien recibió el mayor paquete, porque 3.4 millones de dólares es mucha plata para que un par de militares y un empresario se quedaran con todo. Eso no lo cree ni uno de los 11 millones de dominicanos que habitan el país.

Lo único que queda es que el Ministerio Publico apele la sentencia, pero jamás se descubrirá la cabeza de la anaconda porque el linaje y la afiliación seguirá predominando. Y nadie quisiera que una anaconda se lo trague.

Mientras tanto, todo el país está indignado por la sentencia y ojalá otros casos como estos no caigan en el mismo basurero.