Dan Collins, productor senior de CBS News.com en una entrevista que concedió el día de Navidad de 2021 al programa Keiser Report, que conducen Max Keiser y Stacy Herbert por Russia Today (RT), reaccionó, ante la pregunta de qué pasa en los Estados Unidos a la raíz de la interrupción en la cadena de suministro, afirmando que el año que terminaba “puso de manifiesto lo desequilibrada que está la economía estadounidense”, y definió a la nación del norte como “un país almacén” en el que no se produce “nada” porque con el tiempo se ha desindustrializado; aseveración que aprovechó para añadir que tras la crisis de 2008 se perdieron entre 50 mil y 80 mil fábricas que no se han podido recuperar. El proceso de desindustrialización agravado con la Gran Recesión ha convertido al país en un inmenso importador que se encontró, en las compras para fin de año, con la dificultad derivada de la paralización del comercio mundial como consecuencia de la crisis sanitaria global y el posterior tranque en el despacho de mercancías y congestionamiento de los puertos.
Hizo referencia a los contenedores atascados en el puerto de Long Beach -como en otros puertos estadounidenses- que pueden durar hasta un mes en desmontar sus cargas para traspasarlas a los camiones destinados a la distribución de las mercancías por todo el territorio nacional. Lo más grave, sin embargo, según afirmó, resultaba conseguir contenedores que, por demás, dispararon sus servicios de carga hasta un 400 por ciento. Diríamos que un componente fundamental en el disparo de la inflación luego de la apertura de los mercados, pues los precios de los contenedores, según su afirmación, costaban antes 3,500 dólares y al momento de la entrevista el coste andaba en torno a los 20, 000 dólares. Insistió en recordar que al dispararse los costos de los fletes no tenía sentido comprar algunos productos a pesar de que “en Estados Unidos no se produce nada”, cuestión responsable de la escasez que pronosticó continuaría por todo el año 2022 hasta que se pueda averiguar “por qué el capitalismo estadounidense ya no funciona, y por qué un país de 330 millones de personas no es capaz de producir nada por sí mismo”.
Keiser intervino para reforzar las aseveraciones de Collins y le agrega al relato del invitado que “es más fácil imprimir dinero que fabricar cosas e intentar venderlas en el extranjero”. En este momento China entra en el escenario del diálogo, pues el conductor del programa añade que “EE.UU. durante los últimos 40 años ha perdido su fuerza industrial y ha quedado a merced de China”. Entonces introduce un tema que está estrechamente relacionado con la competencia chino-estadounidense por los mercados, la economía, la tecnología y todo lo relativo a lo que da característica a una verdadera potencia mundial: la seguridad nacional, planteada en el sentido real y no instrumental a que Estados Unidos tiene acostumbrado al mundo cuando se trata de utilizarla como pretexto cuando quiere burlar las normas internacionales o acuerdos multilaterales para imponer sus intereses bajo el uso de la fuerza.
Keiser le recuerda al comunicador entrevistado que "el pasado octubre cambió el equilibrio de fuerzas cuando China sorprendió a la inteligencia estadounidense lanzando un misil supersónico que viajaba 5 veces la velocidad del sonido”. Y preguntó a Collins: ¿Qué se esconde detrás de todo esto, hay informes al respecto, se ha podido comprobar?, a lo que respondió el director de CBS News.com: “Se ha comprobado y es a lo que la gente se refiere como el momento Sputnik, aunque ese momento pudo haber sido el 5G de Huawei”. Y continúa: “En mi opinión esto es como una nueva crisis de los misiles de Cuba” aunque, asegura, que la narrativa acerca de China ha cambiado en los últimos años. Antes era una historia económica, pero ahora se ha convertido en un asunto tecnológico. Nos hemos dado cuenta de que China está más avanzada tecnológicamente. China tiene 5G -anoto aquí que China, como vemos en parte de este trabajo, ya desarrolla la tecnología 6G- y no hay nadie fabricándolos en Estados Unidos. Ahora parece que nos estamos moviendo a una escalada militar con movimientos agresivos de ambas partes en el mar del sur de China”. Lo que se nota aquí, es que los movimientos se producen a miles de kilómetros de territorio estadounidense, como siempre ha ocurrido con excepción de la crisis de los misiles en Cuba.
Collins adereza sus juicios revelando además que el país asiático está desarrollando entre quinientos y seiscientos misiles nucleares hipersónicos como el lanzado en octubre, imposibles de ser detectados, pues se desplazan a más de 8 mil kilómetros por hora. Es “una tecnología que Estados Unidos no tiene”, asegura, para añadir que los chinos han superado a los estadounidenses en tecnología doméstica y militar, y señala que hay varios aspectos en los que están más avanzados y que en la mayoría de los casos pueden construir lo mismo que en el país del norte de América, lo único es que lo harían un 10 o un 20 por ciento más barato. Y establece que el motivo para que las cosas sean de esta manera es que los Estados Unidos ha perdido su base industrial, y llama la atención hacia el detalle de que las distintas partes que componen la industria de defensa del país es una oligarquía integrada por Lockheed Martin -la empresa más importante del complejo industrial-militar estadounidense- y Boing, pero que tras ello lo que existe es una sola fábrica familiar que, por demás, es poco competitiva”.
Pero como si esto fuera poco, y coincidiendo con algunos analistas que mencionamos en este trabajo, agrega que Estados Unidos no es capaz de mantener o reemplazar sus flotas, que la mitad de su flota naval está en proceso de mantenimiento utilizando acero inoxidable chino para la reparación; pero además afirma de forma categórica, que el país no dispone de tierras raras, que no son más que elementos químicos casi indispensables para producir dispositivos electrónicos cada vez más pequeños que se usan en la fabricación de equipos tecnológicos (autos eléctricos, aviones, teléfonos, consolas de videojuegos, drones, elementos para la fabricación de equipos para producir energía eólica) y armas, pero que tampoco tiene sensores ni chip, ni, por supuesto, componentes. Pero de estas tierras sí dispone China y tiene acceso a ellas para refinarlas. Atribuye esto a que la inteligencia estadounidense ha sido superada por el gigante asiático y al descalabro institucional que se vive en el país que vio nacer a James Madison -uno de los llamados padres fundadores, a quien se le atribuye la paternidad de la Constitución estadounidense-, cuestión que se hace “patente en el terreno militar”, evidente en “la impresión de dinero y en la falta de capacidad para hacer nada”.
Pero quedémonos por un momento en las tierras raras antes de continuar comentando la entrevista de Collins, porque quizás, o sin este, éstas juegan un papel fundamental en los movimientos geopolíticos que van desde el Mar de China y el Aukus, hasta el juicio político a los dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil y el acoso al presidente Evo Morales y su formación política. Los países que disponen de estos tipos de minerales son China, India, Rusia, Australia, Vietnam, Brasil, Malasia. Sin embargo, de acuerdo a un trabajo publicado en La Vanguardia el 31 de agosto del 2021 “solo tres países producen más del 75% del suministro mundial de litio, cobalto y otras tierras raras. Son China, Congo y Australia”.
Y aunque las fuentes consultadas no colocan a Bolivia entre los principales países que disponen de estos elementos, sí tiene litio, y el expresidente Morales atribuyó la embestida contra su gobierno para derrocarlo al interés en este mineral; de hecho, el golpe de Estado que se produjo en su contra luego de la manipulación mediática para desacreditar las elecciones que le daban el triunfo para una segunda reelección fue calificado por él como “el golpe del litio”. Un cable de la agencia de noticias EFE registra las declaraciones del expresidente de esta manera: “Morales aseguró el pasado lunes en Buenos Aires que se vio forzado a renunciar al poder por un "golpe al litio" y culpó directamente a Estados Unidos”.
Si bien es cierto que el petróleo es el combustible que mueve la economía, el futuro está en estos elementos químicos, por ello las acciones geopolíticas de Occidente no solo apuntan al oro negro, el gas natural, a los accesos marítimos a grandes mercados, sino al control de las tierras raras y los semiconductores que hacen posible el avance tecnológico, de ahí el renovado interés de los Estados Unidos por la provincia china de Taiwán, pues ocurre que en la isla se fabrica el 63 por ciento de los microchips de la producción global. La isla que sirvió por décadas como espejo de prosperidad de Occidente para oponerla al escaso desarrollo económico de China -lo que se pretendió con Puerto Rico frente a Cuba-, comenzó a servir de poco a partir del despegue del gigante asiático luego de la acometida de la reforma y apertura que lo ha llevado a convertirse en la segunda potencia mundial en lo relativo al tamaño de su PIB, aunque en la primera en términos de dominio de los mercados y más rico en lo atinente a su patrimonio, realidad que la ha puesto en condiciones para la integración de todo su territorio.
La atención repentina de Estados Unidos a África -continente olvidado por Occidente-, además de responder a la preocupación del avance del proyecto la Franja y la Ruta, debe tener una estrecha relación con todo lo que he referido anteriormente. En ese sentido las situaciones internas de Sudán y Etiopía pudieron ser buenas excusas para visitar a Kenia, vecina de estos dos países, y desde allí hablar de la preservación de la democracia y la inclusión en sociedades como aquellas, con divisiones étnicas y políticas, como declaró desde Nairobi Antony Blinken, el secretario de estado de Joe Biden, el 16 de noviembre de 2021, de acuerdo a un cable de la agencia de noticias AP que tituló: “Blinken viaja a Kenia, intenta calmar crisis regionales”.
Pues bien, hecho el paréntesis, sigamos con los demás temas abordados por Collins para mostrar a un EE.UU. en decadencia y a una China en franco ascenso, aunque ese no sea el objetivo en la entrevista, sino que los datos arrojados con frialdad apuntaron hacia esa inocultable realidad, como cuando afirmó que “la impresión de dinero ha creado una gran distorsión en las señales de precio en la economía estadounidense desde el 1971” con el inicio del Sistema Fiat y aseguró que Estados Unidos es “un imperio del papel en el que la aristocracia de este papel recibe todo el dinero” y que para ellos instalar fábricas no les aporta beneficio alguno en razón de que “representa una capitalización real” y a estas personas no les interesa, por ejemplo, vender un automóvil, sino alquilarlo, y así, afirma, ocurre con todo. “Todo en esta economía se ha financiarizado”, se queja, y “el capital privado que recibe el dinero gratis tiene como primer objetivo recortar puestos de trabajos, cerrar fábricas y externalizar la fabricación, y todo porque nuestro sistema gira en torno a no fabricar nada dentro del país porque gastar dinero de verdad en fábricas de verdad perjudica a las finanzas de las élites”.
Para dar fuerza a estas afirmaciones recuerda que Inter le solicitó al Gobierno de los Estados Unidos 100 mil millones de dólares para fabricar microchips, pero apenas meses de la solicitud invirtieron 100 mil millones para recomprar acciones. Entonces critica que para construir sus fábricas buscan dinero gratis. “Así la montaña rusa sigue funcionando y con esto las señales en esta economía son solamente las del dinero de papel, hay que imprimirlo y gastarlo, pero no se puede utilizar para construir nada real”, insiste. Admite, sin embargo, que se han activado algunas plantas para fabricar microchips en Arizona, pero que los chinos se ríen de los estadounidenses mientras comparten fotos en Internet a medida que se construyen y se comparan esas fotos con las que fueron tomadas hace doce meses en las que no se notan avances significativos, mientras en el gigante asiático se construyen fábricas en apenas 6 meses; un año para la construcción de esas fábricas en Estados Unidos solo alcanza para levantar los cimientos.
Collins, finalmente, coincidió con Keiser en que fue un error que China terminara con las operaciones de minería -Bitcoin o criptomoneda-, pues afirmó que ha sido la equivocación más grande en los últimos 500 años, comparable con la acción de prenderle fuego a toda la flota naval durante la dinastía Ming; sin embargo, entiende que los vaticinios hechos por algunos sectores en el sentido de que el gigante colapsará, no tiene ninguna base debido a que este país domina la economía mundial, y para ello pone de ejemplo que produce el doble de electricidad que Estados Unidos, que el 50 por ciento de la materia prima del mundo es procesada allí, y que la economía de ese país es mucho más grande que la estadounidense pues dice que los números de PBI de EE.UU. son como las estadísticas de la inflación: ¡Falsas! Que este país no hace más “que mover papel de aquí para allá para utilizarlo en servicio”. Dicho esto, tiene sentido lo que afirmó al inicio de la entrevista de que Estados Unidos se ha convertido en un país almacén, así como Inglaterra se convirtió en un país de senderos a medida que el imperio se derrumbaba.