Para los que no han sido militares ni conocen las peculiaridades de la vida en los cuarteles, esta novedosa obra de un gran oficial, intelectual e historiador, pudiera parecerle extraño a todo aquel que la lea o la tenga en sus manos.
Pero a medida que uno se adentra en su lectura, esta nueva producción bibliográfica de José Miguel Soto Jiménez muestra muy rápidamente su verdadero significado, el propósito del autor, y su enorme importancia desde cualquier ángulo que se le analice.
Los recuerdos de Trancajilo puede ser vista ya como una radiografía de particulares secretos de la vida militar, o como una propuesta del género del cuento. Digo esto porque el libro es fruto de la rica imaginación de un intelectual que juega con su experiencia como soldado y su capacidad para ver en algo de apariencia tan simple y banal, como el habla de un guardia rural dominicano, para entregarnos una obra muy singular, que todo oficial sabrá valorar en su justa dimensión.
Esta obra, de prosa sencilla y pulcra, retrata al autor; al intelectual e historiador que se educó y sobrevivió a las duras faenas de la vida en los cuarteles. En sus páginas se revela al jefe militar que añora el uniforme que lleva consigo siempre en su interior, aunque lo haya guardado en el armario. Un oficial lleno de plena conciencia del valor que tiene la disciplina y el concepto del deber cumplido.
Cada obra de Soto Jiménez lo muestra en toda su dimensión como hombre de armas y ciudadano. Por eso es muy difícil referirse a su obra, sin resaltar sus cualidades personales.
Los recuerdos de Trancajilo es un primer valioso aporte al conocimiento de la vida militar, en sus niveles inferiores. Y lo es, principalmente, para aquellos que no la han vivido y no han experimentado, por ende, la aleccionadora experiencia de conocer la naturaleza del guardia dominicano proveniente casi siempre de un rincón lejano de la República.
Esta obra se divide en dos partes y eso, la hace más útil, porque el glosario de dichos y frases del argot típica y auténticamente propio de los guardias dominicanos que nos trae en la segunda parte, nos da una idea de las complejidades de la vida militar. Un lenguaje que caracterizó ese ambiente en épocas muy difíciles del acontecer nacional, donde Soto Jiménez ubica su obra, pero todavía probablemente propio en muchos ambientes de las fuerzas armadas y la vida rural del país.
Soto Jiménez, por supuesto, no es el “tajalón”, al que un guardia llamaría así por su tamaño o fortaleza física, como aparece en el glosario, pero sí podría ser el “tallo” de hombre, cuando se para en atención ya no como militar, sino como el hombre que se cuadra ante sus deberes ciudadanos.
Tampoco este libro es la obra de un “trascendido”, porque no es el propósito del autor “hacerse sentir donde no debe”, porque esta obra, pese a su brevedad es, desde el mismo momento que salió de la imprenta y circuló, un excepcional aporte a la comprensión del típico militar al que llamamos “guardia”, casi despectivamente.
Por tanto, Los recuerdos de Trancajilo es más que una colección de anécdotas o de añejos recuerdos. Esta obra invita a un esfuerzo para entender la esencia de la vida militar y tender un puente de comprensión entre dos sociedades que han permanecido una alejada de la otra, la militar y la civil.
No puedo asegurarles que ese haya sido el propósito del autor, pero a medida que fui avanzando en sus páginas, me pareció que esa comprensión sería de enorme utilidad para eliminar los prejuicios ancestrales que han dividido a la sociedad dominicana, basados en la falsa creencia de que el guardia es un ciudadano de segunda.
El argot militar que el guardia usa para comunicarse con sus superiores y subalternos, como producto de su poca instrucción es propia de un sistema educativo excluyente y de baja calidad. Pero es, curiosamente, por los ejemplos que se extraen de este libro, de más valor comunicativo en su esfera, que el que se puede observar en nuestra escena política.
Lo digo porque en ese ámbito, el de la brega política, usualmente las palabras no alcanzan el significado que tienen en nuestro idioma, y eso explica lo difícil que ha resultado ponernos de acuerdo incluso en aquello en que las opiniones coinciden. Fenómeno inexplicable cuando lo observamos con pesar incluso en los ambientes académicos.
La fuerza comunicativa de este argot militar del que nos habla con propiedad el autor, reside en el hecho de que cada una de esas frases y dicho recogidos en esta obra, poseen la esencia de una orden de obligado cumplimiento. Pero básicamente, su valor consiste en que el guardia, con todo lo que erróneamente se dice de él, tiene, tal vez por instinto, un sentido más acabado del deber que muchos de los que, fuera de esos recintos, tienen sobre sus deberes como ciudadanos.
Soto Jiménez nos da en las páginas de este nuevo libro, una interesante historia basada en los recuerdos que un sargento llamado La Tranca le cuenta a su hijo Trancajilo.
No es mi propósito descifrar los propósitos del autor, porque Soto Jiménez los advierte cuando explica que no se trata de “un intento pretencioso de ensayo sociológico del ethos militar criollo”.
Citando al tratadista Morris Janowits, señala que toda organización o estamento militar es un reflejo de la sociedad donde existe.
Es en esa breve afirmación donde reside el corazón, la esencia misma de esta obra. El guardia dominicano, sea el sargento La Tranca como su hijo Trancajilo, es fruto de la realidad dominicana y su típico hablar es parte también de esa realidad insular que es el español dominicano.
Agradezco al muy estimado amigo Soto Jiménez, el privilegio de presentar esta nueva obra suya que he disfrutado como las anteriores. E invito a sus compañeros de armas aquí presentes a leerla, no como un gesto de solidaridad hacia el autor, en respeto a la autoridad que sobre la mayoría de ustedes tuvo como Ministro de Defensa, sino en reconocimiento al gran soldado que fue y sigue siendo aun en la vida civil.
Y les aseguro que la disfrutarán porque bajo sus mandos, estimados oficiales, deben haber muchos sargentos La Tranca y muchos, muchísimos, Trancajilo.
Muchas gracias.
(*) Texto de presentación del libro Los recuerdos de Trancajilo, del general José Miguel Soto Jiménez, por el periodista y escritor Miguel Guerrero, Miembro de Número de la Academia Dominicana de la Historia.10 de febrero de 2022, Ministerio de Defensa de la República Dominicana.