En el gobierno encabezado por el presidente Luis Abinader, así como en los que lo han precedido, ha habido una serie de funcionarios que han aspirado y están aspirando a la candidatura presidencial sin la debida formación para ocupar la primera magistratura, por el simple hecho de manejar un gran presupuesto del Estado y tener a su cargo una inflada nómina de empleados públicos.

Creen ser figuras presidenciables porque muchos de los que lo rodean, a manera de lisonjas y alabanzas, así se los hacen saber.

Esto es lo que está ocurriendo con una serie de funcionarios del gobierno del presidente Abinader que, inmediatamente este anuncio que ya no volvería a aspirar, se han lanzado muy a destiempo, como lobos hambrientos detrás de la candidatura presidencial, descuidando las funciones para las que fueron asignados.

La mayoría está utilizando los recursos del Estado dominicano para su provecho personal, pues este es un país donde la institucionalidad, la transparencia y la rendición de cuentas han brillado por su ausencia, dejando mucho que desear, lo que constituye un acto de indelicadeza, falta de ética y de oportunismo, pues están utilizando los recursos que pertenecen a todos los dominicanos; además, esta acción va en contra de los demás aspirantes que no ocupan posiciones.

No basta tener apellidos sonoros, ser descendientes de expresidentes o de héroes de la patria; se requiere una gran formación política, económica y social, dominar la agenda internacional y reunir grandes valores morales, familiares y éticos.

Muchos de estos aspirantes, desde que son cancelados de sus funciones, ahí termina su liderazgo, pues lo han construido a base de canonjías, con el presupuesto que manejan y de una nómina inflada.

La Presidencia de la República es una carrera a larga distancia, exige capacitación preparación, honestidad, sacrificios, vocación de servicios y entrega; no es algo improvisado.

En este país cualquier sujeto se cree con las condiciones requeridas para ser presidente de la República desde que lo colocan para administrar un presupuesto. Los liderazgos no se compran en una tienda, en un supermercado, no se hacen de un día para otro, ni se heredan. Si así hubiese sido, muchos de los hijos de los grandes líderes, presidentes, héroes y mártires que ha tenido el país ya hubiesen alcanzados esta posición.

La propia ley electoral debe exigir que un funcionario que ocupe una función pública y que tenga aspiraciones presidenciales, debe renunciar a la misma, puesto que no es ético ni compatible con ley de ética gubernamental. El Presidente Abinader debe exigirles la renuncia a todos los funcionarios que están aspirando a la presidencia de la República, de lo contrario se verá envuelto en grandes escándalos públicos.

Desgraciadamente, algunos funcionarios utilizan su posición en el Estado para acumular grandes sumas de dinero para utilizarla en su campaña a la Presidencia de la República. De ahí que el que tenga sus aspiraciones, que es algo normal y legal, debe abandonar la posición que ocupa en el gobierno. Ojalá que así sea.