A los Morrison-Fortunato -escritores y profesionales de reconocida trayectoria pública- descendientes de inmigrantes establecidos en La Cruz de Mendoza, en la zona oriental de Santo Domingo-, me unen fuertes lazos afectivos desde hace casi cincuenta años. Mateo, reconocido poeta y escritor, Premio Nacional de Literatura, Heriberto, prestigioso comentarista deportivo y autor de libros sobre su especialidad, y Ramón, también reconocido educador formado en diversas universidades nacionales y extranjeras, pupilo en su juventud del PNUD, programa educativo muy aplicado en el país en su momento, en los años finales del siglo pasado, cuando le correspondió ser subsecretario de Educación.

Como podrán imaginar, estos lazos surgieron mediante la magia de la poesía, pues recuerdo que no había cumplido aún mis veinte años cuando, un caluroso mediodía, por esos azares del destino el poeta Mateo Morrison y yo nos conocimos y nos sentamos a conversar en un banco del parque Independencia. Aunque no pasaba de los 25 años, Mateo ya era conocido en los ámbitos culturales y, si mal no recuerdo, recién publicaba su primer libro de poemas, Aniversario del dolor, del que yo había leído algunos textos que había publicado en la antigua Revista ¡Ahora! Y hasta guardo intacto en la memoria uno de sus versos iniciales: “Sé que antes que el odio fue el amor / que las niñas ya doncellas blandían su sonrisa en los poblados / y el niño casi hombre regaba con piropos la llanura…”

Lo demás es historia conocida y ya vivida, pues nunca he perdido el contacto con estos cocolos inteligentes, buenas personas y aplicados en sus responsabilidades. Los Morrison-Fortunato y sus descendientes se han convertido en familias a tomar en cuenta en el país por sus aportes y el siempre correcto comportamiento social.

Desde entonces estos afectos se han mantenido incólumes. De la prole Morrison-Ramírez (hijos del poeta) en el suelo patrio han descollado tres, todos ingenieros. Y ahora sobresale Milton, el primero, también escritor, ingeniero electromecánico egresado del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) con estudios de postgrado en la universidad de La Florida, empresario merecedor del Premio Nacional de la Juventud, y presidente fundador del partido político País Posible.

De director de la carrera de ingeniería eléctrica en su aula magna, en el año 2020 el joven emprendedor Milton Morrison fue llamado por el presidente Luis Abinader para poner sobre los hombros del joven Milton Morrison la pesada y desafiante responsabilidad de ser administrador y gerente general de Edesur, una de las distribuidoras de energía eléctrica más importantes del país. Pero a pesar de su juventud la suya es una gestión tan notable que hace pocos días le fue entregada la medalla de bronce del Premio Nacional de la Calidad 2022 convirtiendo a Edesur en la primera empresa distribuidora de electricidad en obtener ese prestigioso galardón.

Se trata de un exitoso joven que, desde que era representante de los productores de energía, ha seguido una trayectoria ascendente, carente de conflictos y rica en aportes, aunque siempre ha defendido con entereza y respeto los intereses puestos bajo su responsabilidad.

Digo todo esto porque es muy buena señal que un laborioso joven hijo de poeta, responsable de una institución tan delicada como la que dirige desde agosto del 2020, mereciera tan alto reconocimiento. No solo eso, sino que es la primera empresa distribuidora de electricidad en alcanzar el reconocimiento en buena lid, la codiciada condecoración, que es además un reconocimiento a todo el personal bajo el mando su y a la propia generación a la que pertenece.

Los Morrison-Ramírez heredaron la mística del trabajo de toda su familia, y es por eso es tan halagador el comportamiento y la dedicación a los deberes que han tenido desde que asomaron a la vida pública. País Posible, la organización política que encabeza Milton Morrison, es una propuesta fresca y una sana manera de interpretar los problemas que afronta la sociedad dominicana actual.

Ojalá que el ejemplo de capacidad y seriedad dado por estos jóvenes sirva de ejemplo a las nuevas generaciones de políticos y eventuales funcionarios públicos.