El fenómeno de los liderazgos heredado es digno de estudios. No solo en esta sociedad sino en el  resto del mundo, muchos son los individuos que viven y han vivido bajo la aureola de ser el hijo de un fulano, sin haber hecho nada para merecer las glorias y privilegios que se derivan de ser descendiente de un personaje de renombre: político, económico, científico, social, artístico, etc.

Al cobijarse bajo la sombra o la grandeza del  padre, la madre o algún pariente cercano, llegan a creer algunos que tienen un papel importante que jugar en la sociedad por solo ser descendiente de….

Unos  han honrado en buena lid la memoria de los antepasados que le han abierto el camino de la realización. Ese  ha sido el caso de  ciertas  dinastías políticas, que han dado paso a  generaciones de dirigentes políticos en el poder, como los Gandhi en la India, con la primer ministra Indira Gandhi, hija de Jawaharlal Nehru, primer jefe de gobierno de la India independiente, fue elegida primer ministra en 1966, 1977 y 1980. Indira Gandhi fue asesinada en 1984, y  su hijo  Rajiv Gandhi  ocupó el puesto de primer ministro heredando el liderazgo de la madre, siendo  a su vez asesinado en 1991, su  viuda Sonia Gandhi  heredo  el liderazgo  en el partido Indian National  Congress.

En nuestro país, muchos son los que han heredado el liderazgo o el gusanillo de la política de un familiar cercano, como es  el caso del presidente Luis Abinader Corona,  hijo de una figura  política tradicional como el Dr.  José  Rafael Abinader, quien fue un luchador por la democracia y militó en el PRD y otros partidos desde 1961, siendo candidato presidencial  en varias ocasiones sin lograr llegar a la presidencia. Su hijo Luis creció viendo al padre involucrado en la política, estudió  y se preparó para alcanzar la posición que ocupa hoy día, construyendo su propio liderazgo,  superando las expectativas del padre.

En el panorama político local ciertos políticos deben sus inicios  a  pertenecer o haber nacido bajo la sombra de un  apellido, como es el caso de los Mirabal, los Peña Gómez, Camaño, Guzmán, y hasta los descendientes del dictador Trujillo. Estos últimos condenados a arrastrar la vergüenza y la deshonra por generaciones, aunque hoy atraen ciertas simpatías nostálgicas de los gobiernos autoritarios.

Cobijarse bajo el apellido notable del padre ha  llevado  a ciertos descendientes  de personalidades políticas y  artísticas del país a  construir apellidos compuestos, inexistentes legalmente, pero impuestos en sus usos por el prestigio que arrastra el ancestro.

Un número determinado de  descendientes de políticos de diferentes tendencias  se ha  preparado para continuar con el legado, evolucionando hacia un liderazgo propio, encontrando  las nuevas  generaciones algunos  nichos. Esto ha  permitido la entrada en política a  hijos de  líderes del PRD histórico, como  Orlando Jorge Villegas, hijo de Orlando Jorge Mera, y  nieto de Orlando Jorge Blanco,   la hija de Tony Raful, Faride, los hijos de Hatuey De Camps  u  Omar Fernández, el más acabado de los vástagos del expresidente Leonel Fernández, diputado por FP y aspirante a continuar en la carrera del padre. Pero la gran mayoría  de  descendientes  de políticos suele instalarse en el apellido , acabando por vivir de ser hijos de  fulano.

Vivir de la gloria del otro, de lo que fueron nuestros padres o abuelos, es válido y  lamentable,  ya  que para  llegar a ser alguien hay que cobijarse a la sombra de otros individuos, lo que  no es un gesto honesto, ni leal, al vincular lo heredado, a veces, a mezquinos intereses presentes. En muchas sociedades no  basta con ser hijo de…, hay que construir su propia  historia y hasta ocultar el origen para realizarse con autonomía.

No siempre los descendientes  alcanzan a representar la grandeza de los ancestros, continuando con la responsabilidad de trasmitir el legado, muy por el contrario, desarrollan conductas que avergüenzan a sus ancestros, que ven desde el más allá  las barbaridades cometidas en su nombre.

Cuidemos de honrar lo que hemos heredado como estirpe de valores éticos, morales y orgullo nacional. Hasta Nelson Mandela   tuvo que poner distancia entre su exmujer Winnie Mandela 1958-1996, y algunos de sus hijos, tras salir de la cárcel, porque el propósito de lucha y  grandeza humana puede cambiar de una generación a otra, siendo  distinto el contexto histórico, y los propósitos de vida los resultados serán diferentes.