Aunque la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) fue creada en 1960 solo fue en 1980 cuando pudo ejercer su poder de cartel aumentado los precios, coincidiendo con el gobierno de Antonio Guzmán, cuando el petróleo WTI subió a US$140 el barril. Como elemento cuasi compensatorio se creó un reducidísimo Fondo OPEP para donar a los países afectados.

Reaccionando ante esos altos precios y a lo débil del elemento compensatorio de OPEP en ese mismo 1980 se firmó el Acuerdo de San José auspiciado por el presidente mexicano José López Portillo (el que donó la estatua de Montesino) y el presidente Luis Herrera Campins de Venezuela. Este mecanismo proveyó financiamiento abundante y muy concesional a los países beneficiarios, los centroamericanos y el nuestro, hasta que problemas políticos en Nicaragua y El Salvador impidieron la continuación del programa.

En el 2005 el presidente Hugo Chávez de Venezuela concibió a Petrocaribe, otro mecanismo de financiamiento a largo plazo y a tasas concesionales que, lamentablemente, como en el caso de Haití, permitió que para su uso abundase la corrupción. Petrocaribe ya no existe.

Hoy día en que los precios del petróleo están aun más altos que en 1980 no existe ningún mecanismo de financiamiento compensatorio. Ni en el Fondo Monetario Internacional ni en el Banco Mundial o el G-20 han surgido mecanismos con ese propósito. Se dice que Estados Unidos permitirá que Maduro exporte petróleo a la región, ahora que Venezuela también exporta gas natural. Pero está por verse si surgirá un mecanismo compensatorio.

Colombia exporta carbón y gas natural pero tampoco ha creado un mecanismo compensatorio. Tal vez el presidente electo Gustavo Petro, de izquierda, conciba un mecanismo de ese tipo. Pero Estados Unidos en años muy recientes también ha devenido en un exportador neto de combustibles, incluyendo gas natural y carbón. Nuestras Catalinas comenzaron consumiendo carbón americano, pero ahora utilizan el colombiano.

Cuando en Estados Unidos existían altos inventarios de alimentos como trigo, soya y arroz, la presión de los campesinos fue tal que el Congreso pasó una ley, la 480, que permitía ofrecer esos y otros productos a países subdesarrollados a tasas de interés y plazos extremamente generosos. ¿Por qué Washington, que está viendo mermar en nuestro continente su prestigio e influencia no establece una legislación para exportar combustibles a América Latina también de forma concesional? AES trae su gas natural desde Trinidad y Tobago, pero bien pudiese ser que fuera muy económico traerlo desde Estados Unidos a la futura planta de Manzanillo. En fin, que deben de revivirse los acuerdos de San José y Petrocaribe y crearse financiamientos colombianos y norteamericanos. Lamentablemente la guerra ha provocado que los miembros de la Unión Europea dejen de importar gas natural y carbón de Rusia, lo que ha creado una demanda adicional de otras fuentes que podrían ser Estados Unidos, México, Colombia y Venezuela.

Se podría argumentar que el peso dominicano se está sobrevaluando y que nuestras reservas monetarias están a niveles muy altos, por lo que no se necesitan créditos adicionales para fortalecer nuestra balanza de pagos como podrían ser los que financiarían combustibles, pero con tal de que las condiciones de esos nuevos financiamientos sean mejores a las de los muchos bonos soberanos que hemos contratado, esa alternativa convendría al país.

Este tema afortunadamente ha sido planteado por nuestro presidente en foros internacionales.