A mis años, con frecuencia, recorren y se alojan en mi mente los grandes maestros que me enseñaron y formaron en la UASD. Con ellos, marchan junto a mí también sus ejemplos pedagógicos, patrióticos y su limpia vida personal y pública. Junto a ellos, mis compañeros de estudios caminan en mis recuerdos. Son nostalgia de mi memoria. Nos parece normal que, con los años, esto nos ocurra. Sin embargo, lo escribo hoy como homenaje a su ejemplo.

Los grandes maestros que me enseñaron en la UASD son muchos y no habría espacio en este artículo para narrar en detalles toda la grandeza de la que pudiéramos hablar o escribir de sus inmensas condiciones académicas, docentes, intelectuales, culturales, políticas, humanas y patrióticas.

Con solo mencionar o escribir sus nombres, estos profesores vienen a la memoria como para que nos inclináramos reverentemente ante su grandeza: Ivelisse Prats Ramírez de Pérez, Pedro Mir, doña Zoraida Heredia Vda. Suncar, Ligia Amada Melo de Cardona, Abelardo Vicioso, Víctor Villegas, Máximo Avilez Blonda, Celso Joaquín Benavides.

Si es cierto que me inicié en la lucha por la libertad y la democracia en mi provincia natal de Barahona y aprendí a formarme política, cívica, social, científica, intelectual y patrióticamente en mi terruño como dirigente estudiantil y estudiante del bachillerato, fueron las aulas de la UASD y sus grandes maestros quienes me enseñaron, formaron y convirtieron en el ciudadano que hoy soy.

Mi paso por la UASD: de becado a monitor; de monitor a ayudante de profesor; de ayudante de profesor a profesor; de profesor a director general de Bienestar Estudiantil; de director de Bienestar Estudiantil a tesorero general de la UASD; de tesorero general de la UASD a vicerrector de extensión, en dos ocasiones; de vicerrector a representante de la UASD en las grandes batallas de su Comisión Ambiental, en defensa por Los Haitises y Loma Miranda.

Nada de esto yo hubiese sido sin los grandes maestros de la UASD, sus aulas, sus orientaciones e inspiración. Me inclino reverente ante tanta grandeza de sus hombres y mujeres.