Muchos observadores de la realidad latinoamericana siempre nos estamos preguntando por el rumbo político que lleva la región. Cuando gana un candidato progresista lo aplaudimos y nos llenamos de ilusión pensando que éste si va a resolver los problemas más acuciantes de un país determinado. Muchas veces se nos escapa que dicho candidato no tiene una mayoría en los congresos nacionales y que esto no solo retrasa, sino que impide la realización de las políticas sociales que se anuncian durante la campaña. En otros casos, tenemos situaciones en las que un candidato electo logra realizar grandes hazañas, forzando, por ejemplo, a que los más pudientes en una nación determinada logren pagar sus impuestos, lo cual permite que se fortalezcan las arcas nacionales y así se puedan financiar una serie de programas sociales. Por ejemplo, este es el caso de México.

En la mayoría de los casos se nos olvida que los candidatos progresistas, también llamados de izquierda, aceptan funcionar dentro del marco institucional de la democracia liberal, lo cual implica respetar la independencia de los tres poderes de la República. En la mayoría de los casos, el poder judicial es generalmente conservador y, por supuesto, respaldado por los poderes fáticos de la vida nacional: el empresarial, la Iglesia católica, las iglesias evangélicas, las fuerzas armadas y, claro, la Embajada de Estados Unidos en cada uno de nuestros países. Cualquier fuerza que se proponga hacer un cambio radical tiene que enfrentarse a estos poderes, los cuales constituyen una verdadera camisa de fuerza que deja poco espacio para que un gobierno progresista logre aplicar sus políticas.

En este ensayo me detendré a comentar el caso de México donde el presidente Andrés Manuel López Obrador (Amlo), 2018 al presente, ha sido bastante exitoso en aplicar políticas que favorecen al empresariado nacional y extranjero y a los sectores empobrecidos de la sociedad. Durante su larga carrera política, Amlo se ha caracterizado por ser un político cuyo objetivo proclamado, a mil voces, es el bienestar de la nación y siempre anunció que el problema de México esta atravesado por la corrupción y no por la explotación capitalista como sostienen los marxistas. Intentó dos veces llegar a la presidencia, 2006 y 2012, y en ambos casos se le arrebató. En el primer caso, se le hizo un fraude electoral gigantesco y en la segundo se utilizó métodos más “civilizados:” se utilizaron tarjetas prepagadas para distribuirlas en una población empobrecida y así persuadirles para que votaran por el candidato neoliberal, Enrique Peña Nieto.

El truco de los fraudes electorales y las tarjetas prepagadas no funcionaron en 2018 porque los partidos neoliberales, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) estaban completamente desacreditados y no estaban en condiciones de competir. Amlo aprovechó esta coyuntura de debilidad de los partidos neoliberales y, como buen zorro político, invitó a los chapulines (tránsfugas) de esos partidos para que se unieran al suyo: El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que, había sido fundado como asociación civil en 2011 y para 2014 consiguió su registro en el Instituto Federal Electoral (IFE). En 2018, Amlo ganó las elecciones con más de 30 millones de votos, es decir, más del doble de lo que sacaron los partidos neoliberales juntos.

Durante los últimos cinco años la gestión de Amlo ha sido sumamente exitosa combatiendo la corrupción, forzando a los grandes empresarios, nacionales y extranjeros, a que paguen sus impuestos y con este dinero logró enfrentar la pandemia de la COVID-19 reforzando el sistema nacional de salud, habilitando a los maestros de la educación publica para que dejen de ser eventuales, más de 800,000 maestros han sido habilitados en el sistema de educación pública. El gobierno ha creado 28 programas sociales para combatir la pobreza: entre estos se encuentran 12 millones de becas para niños pobres, pensiones para 12 millones de adultos mayores, programas de reforestación y de creación de empleos para jóvenes. Más aún la creación de 100 universidades pequeñas en los lugares más remotos del país.

El gobierno de Amlo también ha favorecido al sector empresarial, nacional y extranjero, facilitando la inversión privada e implementado programas de inversión pública en aeropuertos, vías ferroviarias como el Tren Maya, el tren transístmico de Salina Cruz, Oaxaca a Coatzacoalcos, Veracruz, reparación de hospitales, escuelas, la creación de la Guardia Nacional, la cual ya cuenta con más de 128 mil efectivos.

Igualmente, se podría decir que ha logrado combatir la corrupción a nivel federal. Estos son sus grandes éxitos, pero también hay muchos asuntos pendientes: la violencia creada por la de la delincuencia organizada, la desaparición de los 43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero. Esto ocurrió en 2014, pero la gestión de Amlo prometió resolver el asunto y, todo parece, indicar que no se podrá lograr durante este sexenio. Quizá esto se deba a los amarres que Amlo tuvo que hacer con las Fuerzas Armadas para poder tener su completa colaboración. En todo caso, los retos para la sucesora de Amlo no son pequeños.

La sucesión presidencial ya empezó en México y Amlo le ha dado todo su apoyo a Claudia Sheinbaum, exjefa de gobierno de la Ciudad de México, quien alcanzó una amplia mayoría en una en encuesta realizada para escoger el candidato o candidata de Morena. Sin embargo, luce que el terreno esta lleno de escombros para Sheinbaum. Antes de ayer (24 de septiembre de 2023) en Oaxaca la rechiflaron porque, siguiendo la trayectoria de Amlo, decidió incorporar a chapulines (tránsfugas) del PRI, PAN y PRD a Morena). Casi no la dejaban hablar, según se puede ver en los videos de las redes sociales. Me resulta interesante la consigna de los morenistas inconformes de Oaxaca: "el PRI no se destruye, sino que se transforma en Morena."

Los observadores críticos en México sostienen que Morena se está convirtiendo en un PRI moderno, a juzgar por los métodos que emplean en los procesos que se llevan a cabo con las encuestas para escoger a los candidatos de Morena tanto para la presidencia de la República como para la selección de nueve gobernadores para las próximas elecciones de 2024 en diferentes entidades federativas.

Por otro lado, la campaña de la derecha da pena. Xóchilt Gálvez, su candidata, no está a la altura y su campaña no despega, sino que parece hundirse. Esto indica que la derecha sigue desacreditada. Las acusaciones de malos manejos cuando estuvo al frente de la Alcaldía Miguel Hidalgo en la Ciudad de México no la dejan tranquila y su campaña se ha desgastado respondiendo a múltiples denuncias de corrupción. Además, hay que añadir que el personaje de Xóchilt ha sido construido por los medios contrarios a Morena y su gobierno. Pese a los millones invertidos la candidata no logra imponerse en las encuestas.

Asimismo, no hay duda que el proyecto neoliberal también se transforma en un Morena más moderado y cercano al empresariado, haciendo las grandes obraras mencionadas anteriormente que facilitan la acumulación de capital a gran escala. Los capitalistas en Estados Unidos y China deben estar muy contentos porque está vía facilitara la acumulación de capital gracias a un flamante proyecto capitalista llevado a cabo por un gobierno progresista.

Otra cosa interesante es que debido al cambio climático el Canal de Panamá no tiene suficiente agua para operar con normalidad, lo cual, al parecer, facilitará la vía ferroviaria mexicana del Pacifico al Atlántico. Habrá que esperar para ver qué pasa. Pese a todo, los programas sociales de Amlo han ayudado mucho, pero esta incorporación del pueblo a la sociedad es solamente técnica pues, el pueblo no está realmente incorporado. Más bien tiene la sensación de estarlo porque Morena sólo lo usa para promover su maquinaria electoral, en vez de acompañarlos y luchar junto a ellos como lo hizo cuando era un partido-movimiento, pero esos eran otros tiempos.

Cuando vengan "los tiempos de las vacas flacas" y los neoliberales "progresistas" se acerquen más a los empresarios y al espacio de capital global: México, Estados Unidos y Canadá, la incorporación técnica del pueblo hará que este se someta o haga rebeliones tan comunes en la historia de México. El panorama es muy interesante, pero si Morena y su nueva líder “no se ponen las pilas” se les podría ir “el tiro por la culata.” Esperemos que en el "tiempo de la mujer,” como suele decirse en México en estos días, no se convierta en una consigna más. Sin embargo, hay esperanzas: Claudia Sheinbaum es una mujer con una sólida formación académica y política, viene de una tradición de izquierda social y política y, a juzgar por lo que dice, continuara la Cuarta Transformación, como se denomina al gobierno de Amlo, y promete gobernar con sello propio.

En fin, lo rescatable de estas observaciones del caso mexicano es que nos ayudan a pensar sobre las dificultades que tienen los denominados gobiernos progresistas para poder mandar dentro del contexto de la democracia liberal. Todo parece indicar que la construcción de la democracia participativa tomará su tiempo.