En su origen etimológico, la palabra gobierno proviene del griego Kubernao, que tiene como significado “pilotar un barco” o “capitán de un barco", por lo que alude o hace referencia a ejercer control sobre algo. Aristóteles, filósofo y científico griego (reconocido junto a su maestro Platón como los padres de la filosofía occidental), consideraba en principio la existencia de dos formas de gobiernos: los Gobiernos puros, justos o correctos que son aquellos que procuran el interés de la población y los gobiernos impuros, injustos o degenerados, que no tienen en cuenta el interés de la población, es decir concentrándose en solo aquellos que forman parte de este. Luego Aristóteles, dentro de estos regímenes políticos define la monarquía, la aristocracia y la democracia, este último como el gobierno del pueblo, que al final lo clasifica como gobierno corrupto y demagógico.
Quizás Aristóteles, al considerar a la democracia como corrupta y demagógica, tuvo la visión de lo que en muchos países han sido los resultados de estos regímenes que han concluido como verdaderos sistemas que en nada pueden considerarse justos estableciendo grandes diferencias sociales y enormes desigualdades en cuanto a la distribución de las riquezas de los países.
Al igual que lo que ha sucedido en muchos países, lo de la democracia en nuestro país es una paradoja, partiendo del concepto original de este sistema de gobierno, que plantea en esencia el gobierno del pueblo, cuando ello se podría decir que se convierte en una acepción de la aristocracia, siendo realistas y viviendo lo que viven la mayoría que se podría decir que es el bienestar de los dueños temporales del país.
Las manifestaciones de los gobiernos que se catalogan de democráticos habría que analizarlas en profundidad, ya que el pueblo es quien debe soportar numerosas actuaciones que solo benefician a los que forman parte de cada gobierno
Por ejemplo, en nuestras calles el poder político se manifiesta a diario y de forma tal que los ciudadanos se sienten indefensos cuando deben soportar grandes periodos a la espera de que se le dé paso a los dueños temporales del país causando grandes frustraciones que más tarde se manifiestan en sus centros de trabajo y en sus propios hogares. Para ello se valen de una institución pública cuyas funciones no son precisamente las de detener por mucho tiempo el tránsito de los ciudadanos que se dirigen a sus trabajos, centros educativos, o a cualquier otro destino y que, como consecuencia de estas situaciones, llegarán a la hora que le permitan los dueños temporales del país que regularmente salen retrasados, pero que a costa de la mayoría encuentran el camino allanado en detrimento de los demás que conforman la mayoría. Todo ello trae enormes frustraciones que tienen consecuencias, físicas, de salud y de grandes repercusiones económicas para el país.
En el ámbito económico, habría que hablar de lo que ocurre en los diferentes cambios de los dueños temporales del país, manifestado en la repartición de las arcas del Estado, mediante “concursos” amañados, obras sobrevaluadas, pagos a personas que no desarrollan ningún trabajo, pero que contribuyeron para que los dueños de turno del país lograran sus objetivos y beneficios a los sectores económicos que también contribuyeron a que estos lograran el poder y que deben ser favorecidos con las remuneraciones multiplicadas correspondientes a sus aportes. De igual manera, otros gobiernos “democráticos” en nuestro país se han encargado de repartir nuestras riquezas entre un grupo de afortunados que, junto al poder político, son parte no temporales, más bien dueños permanentes del país que se acrecienta cada día más.
De igual manera, habría que hablar de la educación en nuestro país que ocupa hoy los últimos lugares en los índices internacionales que se determinan anualmente y la propia salud, que no llega de manera adecuada a la mayoría de la población.
Aunque también están viciados y corrompidos los procesos eleccionarios, que hacen sus estragos en base a la pobreza y poca educación de una gran parte de la población, quizás se podría considerar que la única participación del pueblo es la que se produce en el momento de depositar sus votos en las urnas que determinan los nuevos dueños temporales del país, se podría decir entonces que el país no cambia de gobernantes, mas bien cambia de dueños políticos pero permanecen los dueños económicos que aumentan sus propiedades a través del tiempo.