Todos los dominicanos tenemos, de una manera  u otra, algún familiar que reside en el extranjero. Según datos del INDEX-MIREX, a la fecha 2,846,071  dominicanos residen en el exterior, es decir que, de cada cinco dominicanos  que existen, cuatro viven en República Dominicana y uno vive en el exterior. Y cuando pensamos en esto, generalmente recordamos la cantidad de remesas que envían nuestros compatriotas, lo que representa, desde hace ya mucho tiempo, uno de los ingresos de divisas más importantes que recibe el país, el cual contribuye sin lugar a dudas a impulsar el desarrollo de nuestra nación.

El pasado año 2023, tan sólo por concepto de remesas de dominicanos no residentes en el país se recibieron, según el Banco Central, $10,157.2 millones de dólares. De estas remesas, la mayoría, 85.7% provenía de dominicanos residentes en los Estados Unidos.

Definitivamente, las remesas desempeñan un papel clave en la reducción de la pobreza en el país y en la mejora de la calidad de vida de las familias receptoras.

Al mes de noviembre de este año, habíamos recibido $9,752.5 millones de dólares, y según expertos en la materia, al finalizar el año, recibiremos cerca de 11,000 millones de dólares por concepto de remesas de nuestra diáspora.

Es cierto que las remesas representan un aporte importante de dólares a la economía del país complementando a los ingresos recibidos por turismo y las exportaciones. Esto no solo ayuda a la estabilidad económica, sino que además ayuda a la estabilidad cambiaria del precio del dólar frente al peso dominicano.

Pero, ¿son realmente turistas los dominicanos no residentes una vez llegan al país?

Desde hace ya muchos años, en las estadísticas oficiales, los dominicanos no residentes son considerados turistas, ya que en sus viajes al país pernoctan más de 24 horas en territorio nacional. Por lo tanto, conceptualmente son turistas.

Según la Organización Mundial del Turismo (ONU Turismo), “un turista es una persona que se traslada de su lugar de residencia habitual a otro lugar con fines recreativos, de descanso u otros similares, incluyendo una pernoctación”.

Sin embargo, y como es lo correcto, los dominicanos no residentes siempre han estado exentos del pago de la tarjeta de turistas, el impuesto de $10 dólares que se cobra a los visitantes extranjeros que ingresan al país. A esto debemos añadir que regularmente, se alojan en casa de familiares y amigos o en sus residencias. Y aunque algunos aprovechan para conocer nuestra oferta hotelera, o llevar a sus familiares a un fin de semana en un resort, muy pocos seleccionan un hotel como su lugar de alojamiento.

La participación de este mercado es de tal importancia que actualmente (desde el punto de vista conceptual) constituye el segundo mercado emisor de turistas a la República Dominicana, después de los Estados Unidos. En el año 2019 recibimos 1,088,417  dominicanos no residentes el cual,después de la pandemia y como sucedió con muchos otros mercados, se incrementó de manera extraordinaria llegando a recibir el año pasado 1,327,869 pasajeros.

Es importante destacar que, al momento de promocionar la cantidad de turistas que llegan al país, este mercado está incluido en los números récords, por lo tanto si  los estamos contabilizando, como tal deberíamos tratarlo. Es decir, se debe trazar cada año una estrategia para realizar acciones de promoción que inviten a esa diáspora a visitar su país por más días, y aprovechen a que conozcan los diferentes polos turísticos que sirven de atractivos al destino.

Acciones como la realizada recientemente por el Ministerio de Turismo, en Times Square, New York, en la que presentaban en un domo las bonanzas naturales y culturales del destino, son acciones de marketing idóneas para recordarle a la diáspora  los atractivos de su país. Sin embargo, esta acción debería de hacerse un par de meses antes de las navidades, de forma tal que los posibles turistas tengan la oportunidad de reservar su billete de avión con tiempo. El sector privado, por su parte, debería de crear ofertas exclusivas para los dominicanos no residentes, preferiblemente en temporadas bajas, dándole de esta manera la importancia que amerita el mercado.