En la búsqueda igualitaria de la participación política en nuestro país, todavía las mujeres tenemos importantes desafíos, como parte de un largo camino marcado por avances y retrocesos, desde la inclusión de las mujeres al derecho al voto en el año 1942 hasta nuestros días.
Aunque las mujeres representamos más de la mitad de la población dominicana, en el país todavía el liderazgo se limita a la subrepresentación en los cargos políticos, manifestándose en las esferas locales de gobierno y en el Congreso.
Un tema del que poco se habla son los estereotipos de género, que influyen en la percepción del liderazgo político femenino, porque tradicionalmente se espera que las mujeres concentren sus vidas en el ámbito de la educación del hogar y la familia. Esto sin contar con la violencia multidimensional que desalienta a las mujeres a participar activamente en la política, así como las obstáculos económicos que limitan la capacidad de competir en igualdad de condiciones frente a los hombres.
Los partidos políticos, tradicionales y emergentes, tienen la obligación de promover y practicar la concienciación respecto de la importancia de integrar a nuestras mujeres en la esfera política. Además, deben establecer mecanismos para promover su empoderamiento, a través de programas formativos y el acceso a recursos financieros que les permitan superar las barreras que impone una sociedad con muy lenta movilidad social.
La participación de la mujer en la política es esencial en la construcción de una sociedad más equitativa e inclusiva, aunque no debe ser motivo de orgullo que para garantizarlo la oportunidad sea las cuotas de género, pues se reduce la capacidad de participación la mujer, su formación y producción política y social. Penosamente, en sociedades como las nuestras aún son necesarias.
Angela Merkel, uno de los perfiles políticos femeninos que más admiro, ha expresado en numerosas ocasiones “La política no es solo el arte de lo posible, sino el arte de lo que es necesario”. En la política local grandes mujeres han demostrado y demuestran su compromiso y capacidad. La integración de la mujer en la toma de decisiones no se limita a un derecho fundamental, es también determinante de cara a un futuro más democrático y justo para la República Dominicana.