China se denominaba a sí misma como el Reino del Centro con una lógica muy precisa: estaba situada en el centro entre la Tierra y el Cielo. Este supuesto se refuerza llamando al emperador como “el hijo del cielo”. A partir de esta centralidad, vamos a tratar el concepto oriental de los Derechos Humanos en pleno siglo XXI.

La Sociedad para Estudios de Derechos Humanos de China ha salido a la “luz pública” con un foro sobre el tema de los DD. HH., que podemos ver en los enlaces de CGTN: https://espanol.cgtn.com/n/2022-07-27/HGIaEA/El-Foro-de-Beijing-de-Derechos-Humanos-2022-reune-a-expertos-y-autoridades-en-la-materia/index.html y https://espanol.cgtn.com/n/2022-07-27/HGJHAA/Se-celebra-el-Foro-de-Beijing-sobre-derechos-humanos-para-promover-el-sano-desarrollo-global-de-derechos-humanos/index.html

Voy a glosar los textos en todas sus extensiones estas noticias que vienen de la fuente china CGTN para no mediatizar y distorsionar sus argumentos, para luego puntualizar algunos señalamientos de este escribidor y estudiante de esta “religión de la sociedad secular”, en palabras de Norberto Bobbio.

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El presidente de la Sociedad para Estudios de Derechos Humanos de China ha denunciado la politización de los derechos humanos y su uso para crear discordia y confrontación.

Cerca de 200 invitados asistieron al Foro de Beijing sobre Derechos Humanos, entre los cuales se encontraban altos funcionarios, expertos y académicos de casi 70 países y organizaciones internacionales.

El recientemente elegido presidente de la Sociedad para Estudios de Derechos Humanos de China, Padma Choling, realizó estas declaraciones en su discurso del 26 de julio en el marco del Foro de Beijing de Derechos Humanos 2022.
Más de 200 expertos y académicos procedentes de cerca de 70 países y organizaciones internacionales como Naciones Unidas están participando en el evento tanto de manera presencial como en línea.
El tema principal de esta edición es trabajar juntos hacia una gobernanza global de los derechos humanos más justa, equitativa, razonable e inclusiva.
Padma Choling hizo un llamamiento a incrementar la cooperación para el desarrollo de los derechos humanos a nivel global.
"La gobernanza global de los derechos humanos debería ser edificada por todos los países, y los resultados deben beneficiar a todo el mundo. Las utopías no existen en lo que se refiere a derechos humanos, y el mundo no necesita que ningún país les diga a los otros qué hacer. Los derechos humanos nunca deberían ser usados por ningún país para ejercer presión sobre otros o interferir en los asuntos internos de otros países. Debemos respetar el multilateralismo, atenernos a las resoluciones y principios de la Carta de las Naciones Unidas, defender las leyes internacionales para las relaciones internacionales, comprometernos al desarrollo de los derechos humanos bajo los principios de justicia, objetividad, no selectividad y despolitización, y resolver las diferencias en materias de derechos humanos a través del diálogo entre iguales, mediante la construcción de un sistema más justo, razonable e inclusivo de gobernanza global", dijo Padma Choling, presidente de la Sociedad para Estudios de Derechos Humanos de China.
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La política mundial parece moverse en dos direcciones opuestas. Por un lado, Estados Unidos y sus aliados más cercanos están intensificando sus esfuerzos para consolidar y ampliar la hegemonía estadounidense. Por otro lado, cada vez más países se unen en sus esfuerzos por promover la multipolaridad, el multilateralismo, el desarrollo soberano y la democracia en las relaciones internacionales.
Estos dos enfoques contrastantes han sido evidentes durante la 50ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que concluyó recientemente el 8 de julio.
Un grupo de 47 países emitió una declaración conjunta en la sesión, haciendo todo tipo de acusaciones espeluznantes contra China con respecto al trato que da a los residentes de la región autónoma uigur de Xinjiang. Los países firmantes de esta calumniosa declaración eran los "sospechosos habituales" de Estados Unidos, Europa Occidental, Japón, Australia, Canadá y un puñado más.
De los 30 miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los únicos países que no firmaron fueron Turquía, Grecia y Hungría. Todos los "Cinco Ojos" firmaron. Mientras tanto, ni uno solo de los aproximadamente 50 países de mayoría musulmana puso su nombre en esta declaración, aunque supuestamente representa los intereses de los musulmanes uigures.
En la sesión se emitió otra declaración conjunta sobre un tema similar, pero esta vez con un grupo de firmantes mucho más diverso. Esta declaración, presentada por Cuba, afirmaba que "el respeto a la soberanía, la independencia y la integridad territorial de los Estados y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados soberanos representan normas básicas que rigen las relaciones internacionales".
Además, recordó al Consejo de Derechos Humanos que "los asuntos relacionados con Hong Kong, Xinjiang y el Tíbet son asuntos internos de China que no toleran la interferencia de ninguna fuerza externa". Esta declaración fue firmada por 69 países de todo el mundo, incluido un número significativo de países de mayoría musulmana (incluidos Argelia, Egipto, Irán, Irak, Pakistán, Palestina y Siria).
Mientras que el propósito de la primera declaración era emprender un ataque diplomático contra China, el propósito de la segunda era exponer la peligrosa tendencia a la politización de los derechos humanos; los intentos de utilizar las cuestiones de derechos humanos como medio para socavar a otros países y separar el mundo en bloques ideológicos en la escalada de una "nueva guerra fría".
Los intentos de Estados Unidos de utilizar los derechos humanos como arma de "guerra fría" no son, por supuesto, nada nuevo. La administración Reagan puso el foco de atención de los derechos humanos en sus enemigos, en particular la Unión Soviética, mientras ignoraba convenientemente (o alentaba) los amplios abusos de derechos cometidos por sus aliados.
La motivación principal de la actual campaña de calumnias contra China, lanzada por la administración Trump y adoptada con entusiasmo por la administración Biden, es ganar una amplia aprobación para la "nueva guerra fría" liderada por Estados Unidos, un proyecto político que no tiene absolutamente nada que ver con la promoción de los derechos humanos, y todo lo que tiene que ver con la contención de China y la prevención de la aparición de un orden multipolar.
Sin embargo, lo que la 50ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos sirve para dejar claro es que la mayoría de los países del mundo ya no están dispuestos a jugar a este juego. Cada vez está más claro para todas las personas pensantes que Estados Unidos tiene sus propios y muy graves problemas de derechos humanos en los que debería centrarse.
Como dijo recientemente el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, Estados Unidos "se está convirtiendo en un país afligido por una violación sistémica de los derechos humanos" que "no está en posición de hacer comentarios irresponsables sobre las condiciones de los derechos humanos en otros países".
En los EE. UU., los niveles de pobreza están aumentando y millones no saben de dónde vendrá la próxima comida. Alrededor de medio millón de personas están sin hogar. La discriminación racial es rampante: hace solo unos días, Jayland Walker, un hombre negro desarmado de 25 años, recibió más de 60 disparos de la policía en Akron, Ohio. Estados Unidos tiene, con mucho, la tasa de encarcelamiento más alta del mundo. La autonomía corporal de las mujeres está bajo ataque con la reciente decisión de la Corte Suprema que anuló Roe vs. Wade.
Es digno de elogio que los políticos y periodistas estadounidenses quieran ocuparse de la cuestión de los derechos humanos, pero no es necesario que extiendan su imaginación creando mentiras sobre China. Una idea mucho mejor sería dirigir su atención a la creciente crisis de derechos humanos en casa.
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Beijing ha respondido a los comentarios de Estados Unidos sobre la región autónoma uigur de Xinjiang en una sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En un informe sobre los resultados de la reunión del martes 12 de julio, EE. UU. criticó la situación de los derechos humanos en varios países, incluida China.
"Este documento de EE. UU. no es una lista de logros en materia de derechos humanos, sino una lista de violaciones. Estados Unidos está utilizando afirmaciones falsas de genocidio y trabajo forzado como excusas para imponer sanciones a las empresas y los trabajadores de Xinjiang. Esto está conduciendo a un desempleo forzado, a una vuelta forzada a la pobreza, a una desvinculación forzada y al aislamiento de Xinjiang. Está perjudicando gravemente la vida y el derecho al desarrollo de las personas de todos los grupos étnicos de la región, incluidos los uigures", dijo Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China.
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Ahora mis observaciones a este “doble rasero”. Comencemos a señalar que hay un punto de partida diferente para tipificar a los Derechos Humanos: primero, el punto judeo-cristiano-racionalista e individualista de pensamiento «trascendente» de la llamada civilización occidental (aunque en ella incluimos muchas culturas –como las indoamericanas– que no eran individualistas, pero fueron asimiladas estructuralmente en la formación del Estado-Nación resultante de la evolución a partir de Grecia y Roma y, principalmente, de Westfalia); y, segundo, el segundo, llamado pensamiento oriental, ejemplificado por una orientación solidaria, autoritaria-patriarcal y de pensamiento «inmanente».

Incluyo los términos «trascendente» e «inmanente» desde la perspectiva de la naturaleza y la posición del “ser humano” en el planeta: si la de un mero observador (asumido por los griegos) o si la de parte sustancial la biosfera (punto de partida del orientalismo). Pero es un tema de muchas profundidades que nos llevaría lejos, muy lejos.

La definición occidental parte de la primacía del «individuo», por eso enfatiza la persecución como unidad de análisis del estado de los DD. HH. en cada país, que debería incluir al propio Estados Unidos; mientras, que el ideal oriental –al encontrarse en medio ambiente de grandes desastres necesitaban grandes de control fluvial y se desarrolló un “modo de producción” completamente distinto al capitalismo y basado en la consecución de proyectos colectivos para sobrevivir: el llamado “modo de producción asiático”.

Llegados a este punto, podemos constatar que el sistema colectivista se modificó y se adaptó luego de la “implosión” del llamado “Socialismo Real” a manos de Gorbachov. China e India, sistemáticamente aprovecharon el desarrollo tecnológico y singularizaron en engarce en la maquinaria económica mundial como productora de servicios, la India, o mercancías, China. Elevándose ambas al predominio de ser la primera y tercera economías más grandes del mundo.

Siendo la coyuntura actual de una naturaleza con potencial de definir un «Nuevo Orden Mundial», ¿se desarrollará una conflagración generalizada o puntual para definir este nuevo orden mundial? Tal vez comience por la discusión de la naturaleza de los Derechos Humanos, ¿Cómo libertad individualísima o como solidaridad a ultranza? Tal vez ¿será la química de que la naturaleza humana es una combinación de los dos componentes en variadas proporciones? Quizás foros como el de la Sociedad para el Estudio de los Derechos Humanos del Señor Padma Choling sirva para alcanzar este punto medio.