“Toda sátira es profecía. Y naturalmente, toda parodia es eufemismo”. Ley de Gascón

En este último tramo de la campaña electoral, grupos políticos que tienen una fuerte presencia en las redes sociales están utilizando videos falsos (deepfakes), un recurso tecnológico que amenaza la democracia y causa daños irreparables a los candidatos.

Difundir videos fake de los candidatos no solo afecta su reputación también la integridad del proceso electoral, porque en las democracias constitucionales la manipulación y desinformación altera no solo el debate político, igual la opinión pública; desacreditando, intimidando y hasta procurando silenciar voces disidentes, de una forma nunca vista en procesos anteriores.

El uso de estas llamadas “innovaciones políticas” hacen imperativo desarrollar mecanismos que permitan su detección temprana y regulación, en un esfuerzo conjunto de las instituciones competentes, los desarrolladores tecnológicos y las plataformas de redes sociales, para crear las salvaguardas contra el uso malintencionado de este recurso digital.

Por supuesto, con ello se debe pensar en la promoción y alfabetización digital de los ciudadanos, la implementación de tecnologías de verificación y la revisión de un marco legal que sancione o de alguna forma equilibre estas “innovaciones” con la verdad informativa e integridad electoral.

o es una tarea fácil, los videos falsos representan un desafío ético y moral, requieren de una comprensión más profunda para que el electorado pueda recibir la información política de forma veraz y adecuada.

El filólogo Daniel Gascón, en su obra Fake News, Como acabar con la política española, describe este fenómeno con humor a través de sus viñetas, en una especie de crónica de hechos alternativos. Al igual que en España, tal vez lo que nos mueva a consumir videos e información falsa es la tentación de ver la historia solo con la mirada del presente y los entusiasmos identitarios precoces.

Es una tarea de la nueva política elevar el discurso, encarar estas amenazas requiere de una respuesta colectiva, proactiva, informada. Responder a las necesidades de nuestros segmentos electorales implica la preservación de los valores democráticos más fundamentales; la transparencia, la verdad y la confianza en nuestro sistema electoral, la tecnología no debe ser un medio para el deterioro de la sociedad dominicana.