Los debates entre candidatos/as a puestos electivos deben ser un componente fundamental en cualquier sistema democrático. Estas discusiones públicas ofrecen una plataforma decisiva para que los ciudadanos evalúen el perfil, las ideas, las propuestas, habilidades y cualidades de los aspirantes a liderarlos. Los debates son de máxima importancia como mecanismo vital para robustecer el sistema político.
Reflexionar sobre los debates electorales como elemento crucial para fortalecer nuestra democracia, debe ser una demanda social que cale en toda la pirámide y sectores del país. En estos eventos, los aspirantes a liderar y a representar se enfrentan cara a cara, exponiendo sus ideas, visiones y planes para el futuro frente a preguntas y temas de interés nacional. Pero más allá de ser simples discusiones públicas, los debates electorales deben ser la esencia misma de nuestro sistema democrático.
¿Por qué los debates deberían ser tan vitales para el fortalecimiento de nuestra sociedad, de nuestra democracia? En primer lugar, los debates electorales son una manifestación palpable de la participación ciudadana. Son una invitación abierta a todos los ciudadanos comprometidos, a participar activamente en el proceso político. Al sintonizar los debates, la ciudadanía puede estar informada sobre las propuestas y contrastar las posiciones de los candidatos y candidatas, demostrando compromiso con el futuro de nuestra nación, el futuro propio y futuras generaciones. Sintonizar los debates por los medios posibles, estar presente, comentar con objetividad y evaluar los candidatos y candidatas más allá de banderas políticas, hace que la ciudadanía esté presente y crea las bases para que los/as actuales y futuros/as candidatos y candidatas comprendan que no se aspira por aspirar, que no es sólo ser popular o pasar de una posición a otra, de regidor a diputado, o de diputado a senador o a alcalde, que lo verdaderamente importante es estar preparado para asumir un verdadero rol ante la ciudadanía y ante el país.
Los debates promueven la transparencia y la rendición de cuentas en la esfera política. Al someterse al escrutinio público, los candidatos y candidatas se ven obligados a ser claros y coherentes en sus propuestas, porque en el mundo de las redes sociales, de la radio y de la televisión, todos estamos expuestos públicamente y guardados en la historia. Cada palabra pronunciada, cada posición frente a un tema y cada promesa hecha, será examinada, ojalá que minuciosamente por los votantes. Esta rendición de cuentas o ponencia pública es esencial para garantizar que aquellos que buscan representar a su territorio, demarcación o región política, sean responsables de sus acciones personales y políticas.
En una sociedad con ciudadanos y ciudadanas conscientes y responsables con el derecho y el deber de votar, los debates deberían servir para conocer, contrastar y clarificar las diferencias entre los y las aspirantes y así tomar decisiones de cara a las urnas, alineadas con sus valores, intereses y necesidades no individuales, sino colectivas.
Los debates electorales van más allá de la mera elección de un candidato o una candidata. Son una oportunidad invaluable para la educación cívica y la formación de nuestra conciencia política. Al ser testigo de las discusiones sobre temas de interés público, usted puede mejorar su comprensión de los problemas políticos y así como desarrollar habilidades críticas de análisis y evaluación. Esto le convierte en un ciudadano/a más informado y empoderado, y verdaderamente capaz de participar plenamente en la vida democrática de nuestro país.
Es una pena que algunos/as ciudadanos tomen el debate para ejercer juicios o críticas sin profundidad de análisis influenciados de manera primaria por mareas políticas, tendencias de redes sociales, o que se enfoquen en juzgar y denostar sin ninguna base, la parte personal de los candidatos y candidatas. Pero, peor aún es sin una excusa que se pueda considerar válida, que un candidato o candidata si ha sido invitado/a, se exima de participar al menos en un debate de cara al proceso electoral que enfrenta y bajo el entendido de que aspira porque tiene las condiciones para representar y liderar escenarios donde se dirimen temas de interés para la sociedad.
Es nuestro deber como ciudadanos/as, seamos candidatos/as o votantes, demostrar que estamos comprometidos/as, al respaldar y promover la realización de debates electorales, para asegurar un proceso electoral justo, inclusivo y deliberativo. En las manos de todos y todas está el futuro de nuestra nación y el destino de nuestra democracia.