En las últimas décadas, el desarrollo integral de las políticas de atención sanitaria ha propiciado una atención de mayor calidad. En España, por ejemplo, en los hospitales públicos existen unidades especiales para los pacientes más frágiles, como es el caso de los pacientes oncológicos o los ancianos con enfermedades crónicas descompensadas. Como los circuitos sanitarios convencionales son estancias muy agresivas para estos últimos, por su condición y su riesgo inmunológico, desde hace años funcionan estos equipos de desplazamiento a los domicilios, integrados por médicos intensivistas, geriatras, enfermeros especializados en cuidados paliativos, psicólogos y trabajadores sociales.
Estas unidades trabajan de forma autónoma, pero con base en su hospital de referencia. Se trasladan hasta el lugar de residencia de los pacientes, y así evitan su hospitalización, dirigen sus cuidados desde los aspectos clínicos hasta los asistenciales, realizan la valoración de cada caso de forma individualizada y, al formar parte del sistema nacional de salud, pueden organizar los recursos de manera adecuada.
En el caso de los ancianos, en la mayoría de los casos presentan enfermedades que son crónicas. Personas especialmente frágiles, en ellas pueden coexistir múltiples áreas que no funcionan adecuadamente, en un proceso de deterioro irreversible de sus sistemas. Su perfil es particular, nada es lo que parece… Por ejemplo, los estados de agitación, el insomnio e incluso los cambios del curso y contenido del pensamiento están motivados con frecuencia por causas que son muy subclínicas. Las infecciones, la modificación de sus ritmos biológicos, la deshidratación, la impactación fecal, la alteración del azúcar, los dolores, el desajuste o los errores en la ingesta de la medicación, que en los que viven en sus domicilios es muy frecuente, e incluso los niveles bajos de hemoglobina (la anemia) pueden afectar a sus estados de alerta y su conciencia, simulando una especie de cuadro confusional o empobrecimiento cognitivo intermitente por una causa orgánica. El anciano clínicamente inestable es tan frágil que tanto el diagnóstico como el tratamiento son diferentes de los de los demás pacientes.
Por estas razones, en los casos de una enfermedad muy grave, las unidades de intervención en crisis para esta etapa final de la vida son muy importantes. Son los equipos de cuidados paliativos, en los que prevalece la realización de los procedimientos terapéuticos de la forma menos traumática posible, así como el suministro de medicación, hidratación y soporte vital básico.
Estas intervenciones, además, se desarrollan con la participación del entorno familiar, al que se hace consciente de la situación para evitar lo que denominamos el “empecinamiento terapéutico”, es decir, la realización de procedimientos agresivos en ancianos. Asimismo, una parte fundamental de esta estrategia de intervención es la formación y concientización del personal sanitario; de hecho, los psicólogos y los trabajadores sociales realizan un trabajo esencial de acompañamiento a los familiares de los pacientes cuando estos por el deterioro de su cuadro clínico pierden la capacidad de tomar decisiones y esta recae sobre ellos en un momento muy complejo.
El modelo asistencial español es uno de los más sólidos e integrales que existen en Europa. Es el resultado de años de inversión pública, del trabajo de miles de profesionales y del apoyo de la sociedad para tener una sanidad pública universal y gratuita, que es, sin lugar a dudas, un derecho humano fundamental.