Según datos recientes del CDC, 1 de cada 36 niños de ocho años (2,8 % de la población) tenía autismo en 2020, lo cual representa un incremento de 2,3 % respecto al 2018 (1 de cada 44). Este tipo de evento tiende a incrementar los costos de atención terapéutica a cargo de la práctica tradicional del Applied Behavior Analysis (ABA), el cual surge a partir de la visión del autismo como un trastorno neurológico. De acuerdo con esa lógica, el incremento en la tasa de crecimiento se le atribuye a varios factores: (i) un mayor acceso a la atención, (ii) expansión de la concientización sobre el tema y, (iii) las novedades en las pruebas de detección. Sin embargo, en la práctica no se observan jóvenes con dicho padecimiento en las edades de 20-23 años.
De acuerdo con un análisis económico, la atención del diagnóstico de autismo le cuesta a la economía de EE. UU. $175 mil millones año, superando así el costo combinado del cáncer, los accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas; eso implica que el costo de mantener a una persona con TEA y discapacidad intelectual durante su vida ronda los $2.4 millones en los Estados Unidos. En otro estudio de política pública canadiense, se estimó que el costo de apoyo de por vida de una persona con trastorno del espectro autista (TEA) está en el rango de $1,2 millones a $4,7 millones, “en función de la gravedad discapacidad”. En Irlanda, un estudio de igual naturaleza (Roddy & O’Neill, 2018), reveló que, justo cuando el gobierno restringió la financiación a las familias a un monto de $20,000 en apoyos, muchas familias se vieron obligadas a gastar más de $40,000 de sus ingresos para acceder al tratamiento.
Obviamente, en esos casos se trata del costo derivado del abordaje terapéutico estándar: Applied Behavior Analysis (ABA); cuyo enfoque consiste en identificar y modificar comportamientos considerados como autistas, a partir de un conjunto de psicoterapias cognitivas, en donde se incluyen: (i) terapia del habla, (ii) sicomotricidad, (iii) terapia conductual, y (iv) terapia ocupacional. Ese enfoque, evidentemente, entiende el autismo como como una falla cognitiva que afecta la conducta; sin embargo, las conductas que pretende superar no son propias de los niños con autismo.
De hecho, en las situaciones conocidas como Déficit de Atención (ADD) y Déficit de Atención con Hiperactividad (ADHD), encontramos un conjunto de comportamientos que forman parte del cuadro conocido como autismo; en ese sentido, resulta muy probable que el Applied Behavior Analysis funcione en esos tipos de eventos, pero no tiene posibilidad de éxito en los casos típicos de autismo, donde existen determinados procesos metabólicos profundamente alterados a causa de los siguientes eventos críticos: (i) estrés oxidativo y, (ii) alteración en los niveles de calcio citosólico que promueve la muerte neuronal, mediante la acumulación excesiva de Ca2+ que conduce a exceso de especies reactivas de oxígeno (ROS) y disfunción mitocondrial.
El protocolo ABA se emplea con el propósito de: aumentar las habilidades lingüísticas y de comunicación, mejorar la atención, Mejorar la concentración, mejorar las habilidades sociales, mejorar la memoria, mejorar rendimiento académico, disminuir comportamientos problemáticos. Sin embargo, esos son efectos del autismo y nunca el autismo en sí mismo.
De hecho, el proceso que culmina en autismo se inicia en el período de gestación intrauterino y, debido a que el sistema nervioso entérico (formado por el mismo conjunto de células gliales y neuronas que componen el sistema nervioso central) se desarrolla más rápido que el sistema nervioso central, entonces lo que conocemos como autismo no es un trastorno del sistema nervioso central sino del sistema nervioso entérico. Y, resulta que el sistema nervioso entérico es, justamente, nuestro primer cerebro; en efecto, su proceso de maduración anatómica resulta una prioridad biológica, puesto que es una disponibilidad de recurso biológico clave para satisfacer la primera necesidad humana: la alimentación.
Ese hecho es de suma importancia para emprender un abordaje terapéutico eficaz del autismo; esa es la clave hacia la superación del referido trastorno, en donde la disfunción del retículo endoplásmico y mitocondrial (consecuencia de toxicidad de aluminio) debe tener prioridad de atención. Por consiguiente, la idea relativa a lo costoso del tratamiento del autismo en República Dominicana es sencillamente una consecuencia de un abordaje terapéutico centrado en una cultura del terapeuta y nunca un costo derivado de las necesidades reales de los niños.
En consecuencia, la búsqueda de una ruta alternativa, a partir de la situación clínica de los niños, luce el camino correcto a seguir. Y eso implica, corregir procesos metabólicos claves que inciden en neuroinflamación del sistema nervioso central; sobre ese particular, y de acuerdo James (2018), se puede deducir la ineficiencia de las terapias psicológicas que culminen en elevados costos sociales, dado que:
“La literatura apoya firmemente que el autismo se ve con mayor precisión como un síndrome de deficiencia de desintoxicación celular adquirido con predisposición genética heterogénea que manifiesta consecuencias fisiopatológicas de toxicidad celular acumulada y fuera de control”.
En tal sentido, la imprecisión en la determinación de la situación clínica de cada niño con autismo es lo que deriva en elevados costos del modelo actual de tratamiento que, según revelaciones de algunos padres, pueden alcanzar los 2,000 dólares mensuales en nuestro país.
En función de lo anterior, se impone realizar los análisis clínicos siguientes: (i) Homocisteína, (ii) toxicidad de metales pesados (incluyendo el aluminio), (iii) Lipopolisacáridos, (iv) vitamina D3, (v) serotonina, (vi) cortisol, (vii) neopterina y, (viii) ácidos orgánicos de cadena corta; cada uno provee información útil sobre la situación metabólica de los niños con autismo, pues a pesar que dicho padecimiento no es una enfermedad, la realidad es que los niños están enfermos.
Además, en los casos de abuso de antibióticos resulta conveniente verificar los niveles de cristales de oxalatos y crecimiento de bacterias patógenas (candida y Clostridia). Con toda esa información se puede ejecutar un efectivo programa de desintoxicación de metales y corregir los problemas asociados con disbiosis intestinal que suelen ser frecuentes en autismo. En tal caso, la información obtenida permitirá proceder, a nivel celular, con las siguientes acciones: (i) desintoxicación, (ii) oxigenación, (iii) regeneración intestinal y, (iii) nutrición.
De hecho, uno de los fallos severos de los niños con autismo es la inanición celular, la cual afecta directamente al sistema nervioso central; en ese sentido, y de acuerdo con la Dra. Campbell, estamos frente a un síndrome psico-intestinal, en donde la inflamación intestinal deriva en inflamación del sistema nervioso cerebral vía la disfunción de los astrocitos que crea la permeabilidad de la barrera hematoencefálica. A su vez, esa disfunción de los astrocitos, afecta el aprendizaje y la memoria que se observa en el autismo.
Referencias:
Martin Knapp et all; “Costs of autism spectrum disorders in the United Kingdom and the United States”; 2014.
Roddy & O’Neill: The economic costs and its predictors for childhood autism spectrum disorders in Ireland: How is the burden distributed? 2018.
Listín Diario, 2023: https://listindiario.com/la-republica/2023/04/18/772149/tratar-una-persona-con-autismo-supera-los-100-mil-pesos-al-mes.html
James LW: Autism is an Acquired Cellular Detoxification Deficiency Syndrome with Heterogeneous Genetic Predisposition, 2018; Institute for Pure and Applied Knowledge, USA.
Natasha Campbell-McBride: “GAPS, el síndrome psico-intestinal: Un tratamiento natural para el autismo, la dispraxia, el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, la dislexia, la depresión y la esquizofrenia”, 2017.