Los recientes hechos que han estado sucediendo en Estados unidos, sobre la nueva oleada conservadora y, los cambios políticos progresistas que se están produciendo en algunos países de la región, nos llevan a especular, de manera muy general, sobre estos procesos de evolución, con la ilusión de sacar algunas conclusiones que nos permitan entender los conflictos culturales que enfrenta la sociedad dominicana.

Por este mismo medio de acento.com, ya se han expresados de maneras más específicas y particular, algunas ideas muy interesantes, donde se plantean que las reformas neoconservadoras en Estados Unidos, son el resultado de cuarenta años de activismo conservador encabezados por el Partido Republicano y las iglesias evangélicas blancas norteamericanas ( ver: https://acento.com.do/editorial/40-anos-de-activismo-conservador-para-eliminar-derechos-9076699.html), y que, los cambios políticos en algunos países de América Latina, no son los resultados de una vanguardia política o militar, sino de un dilatado proceso de luchas sociopolíticas, de participación en los movimientos sociales: indigenistas, étnicos, y feministas, en un entorno  democrático (ver:https://acento.com.do/opinion/petro-y-marquez-un-triunfo-de-la-firmeza-9074707.html).

De nuestra parte, de manera muy general y, a riesgo de caer en una metafísica de la historia, propongo pensar la transformación social que se están produciendo en la región, desde una sociología cultural que parte del supuesto de la coexistencia conflictivas de tendencias culturales opuestas e interdependientes en los campos o sistemas sociales.

Quizás, lo primero que nos enseñan estos procesos es que, vivimos en una sociedad compleja, llena de paradojas e incertidumbres, que no hay una relación simple, sencilla, unilineal entre países. Que no bastan las teorías de la conspiración externa, que tanto les gusta a algunos dominicanos, pues los países tienen un margen de autonomía de acción, a partir de sus particulares trayectorias históricas y condiciones sociopolíticas, por tanto, para explicar los cambios socioculturales hay que tratar de entender la historia y, los procesos sociopolíticos internos de los Estados Unidos, como de los países de la región.

Por otro lado, parecería que la historia de la humanidad se mueve en una especie de eterno retorno. Cuando más acelerados son los procesos de modernización neoliberal, más resistencia produce la tradición republicana. Con el desarrollo de la globalización cultural, la apertura al multiculturalismo y la crisis identitaria de las naciones como consecuencias del deterioro de los empleos y las migraciones, se produce, al mismo tiempo, un refugio en los nacionalismos.

Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación de masas y la cultura popular, se crean las condiciones para el rechazo de la cultura tecnológica y, el auge del elitismo cultural: resurgen las añoranzas de la generación anterior, por “los buenos tiempos”, “la buena música”, “la buena literatura”, en fin, el arte “puro”, como negación y descalificación de la cultura popular mediática, tecnológica de la nueva generación.

El proceso de democratización y de incremento de las libertades políticas, la apertura de la opinión pública, que se experimenta desde inicios de los ochenta en la sociedad dominicana, han venido también a producir en algunos sectores, consecuencias no deseadas, como son cierta nostalgia por el autoritarismo, las manos duras y, una mayor búsqueda de seguridad, aún en detrimento de la libertad.

Con el deterioro de los soportes institucionales en la era neoliberal: Estado, empleos, familia, educación, que sostienen a los individuos en situaciones de crisis sociales, se ha producido también, la emergencia del individualismo, de sálvese quien pueda, suscitando la aparición de un comunitarismo tribal, de bandas juveniles y, las luchas de todos contra todos en la sociedad y los barrios populares.

Estas tendencias socioculturales ponen en evidencia, por un lado, las consecuencias no deseadas del proceso de modernización neoliberal. Los conflictos entre globalización y la soberanía del Estado-nación, democracia y autoritarismo, entre individualismo y comunitarismo, entre cultura popular y de élite y, por el otro, que las sociedades modernas se caracteriza por ciclos de agotamiento y (re)surgimiento, de (re)producción y diferenciación de nuevos sistemas de valores, formas de pensar y actuar de los actores y movimientos sociales, pero, sobre todo, nos dejan saber que hemos entrado a un período de profunda crisis y malestar del modelo neoliberal con consecuencias, todavía, incalculables e impredecibles para la sociedad dominicana.