Isaac Asimov, el gran autor de ciencia ficción, ha previsto la vida masiva bajo techo en muchas de sus obras, describiendo grandes ciudades sin la luz del sol directa. Esas ciudades con dimensiones quizás más modestas las tenemos ya en nuestras vidas en forma de centros comerciales.

 

La plaza del pueblo, aunque sigue teniendo su vida activa, ha encontrado en los centros comerciales un competidor. Tiendas, centros de ocio y alimentación, salud, negocios, incluso alojamiento, son algunos de los usos que se establecen en un lugar que concentra la vida urbana de manera cómoda para los ciudadanos.

 

En Santo Domingo conocimos Plaza Naco en sus tiempos, Plaza Central años después, e incluso muchos años antes que ambas, Plaza Criolla, que concentraba algunas actividades propias de la vida cotidiana para los capitaleños dominicanos.

 

En Madrid, ciudad de acogida, conocimos La Vaguada, quizás el primer centro comercial de su categoría en la capital de España. Su construcción y puesta en actividad supuso para los madrileños un nuevo punto de referencia en sus vidas. Luego ya vinieron otros con más y mejores espacios; pero ahí continúa La Vaguada.

 

Es muy común conocer de persona que no se acostumbran a este tipo de mega espacios de comercio, ocio y actividades conexas. Prefieren caminar por una calle como Gran Vía, Serrano o Goya, al aire libre y pudiendo salir y entrar desde y hacia los comercios unos y otros, teniendo en la propia calle, acera y/o vía pública, el nexo comunicante entre los establecimientos y sin que todo quede bajo un mismo techo; ajenos al posible agobio de la ausencia de aire fresco, como dicen los que padecen de algún tipo de opresión dentro del concepto “mall”.

 

Asimov y otros autores, han descrito ciudades, incluso planetas,  bajo techo y sin contacto directo con el exterior. Razones como la falta de oxígeno, falta gravedad o falta aire limpio, etc. son algunas de las que se esgrimen en los argumentos de sus historias. ¿Estaremos lejos de esa realidad o caminaremos hacia escenarios parecidos o contradictorios a este modelo bajo techo?

 

La pandemia puso muy en evidencia la no conveniencia de concentrar grandes grupos humanos en espacios cerrados. Nuestro modelo actual de “todo bajo un mismo techo” se quebró medio a medio como un mantel de cera que se golpea con un martillo. Una tos nos hacía “espantar la mula”, y desear salir hacia el aire limpio del parque.

 

Ambos modelos conviven. La arquitectura sirve a ambos: a la vida dentro del centro comercial y la vida en la vía pública, y al intercambio comercial en ambos por igual. Simplemente la arquitectura sirve a los intereses y propósitos de la sociedad a la que pertenece; pero ¿debemos ser los visionarios que definan el espacio del futuro, adelantándonos a que este llegue?

 

Norman Foster ya diseña para emplazamientos fuera de nuestro planeta. Quizás  llegó el momento de ver el futuro hoy…Echemos un vistazo.