1.

Leo que la tradición japonesa pide que se cambie, a cada estación, los cuadros de la naturaleza que uno tiene en casa. En primavera, cuadros de primavera, loca naturaleza bulliciosa; en invierno, cuadros con frío y fuertes vientos, grandes abrigos en los humanos, nieve en el monte Fuji. Como si casa y mundo fueran dos lados del mismo centro; interior y exterior sin separación posible. No te olvides del mundo –dice quien retira los desactualizados cuadros de invierno de la pared– que ni siquiera en casa estás fuera de él.

2.

Dice la noticia: el río Magpie, en la región canadiense de Quebec, es “el primero del país en ser reconocido legalmente como una persona”.

Tiene 193 kilómetros de extensión y “es sagrado para la tribu esquimal Inuit, que depende de él para sobrevivir.”

Ser reconocido legalmente como una persona es esto: el derecho a no ser maltratado.

Un humano tiene más derechos legales que un río: qué maravilla esto, qué terrible esto, qué maravilla esto, qué terrible esto.

3.

Noticias recientes -¿hacia dónde huye la mascota cuando la casa es bombardeada?– recuerda una noticia antigua que recuerda otra noticia aún más antigua.

En el inicio de la 2ª guerra mundial, en Inglaterra. Racionamiento de comida; los humanos y su estómago, esta conexión decisiva; el humano puede suspender muchos proyectos, mentales y físicos, pero es imposible suspender el hambre.

En 1939, señala la noticia, “el gobierno británico creó el Comité Nacional de Animales para la Prevención de Ataques Aéreos”.

Era necesario proteger a los animales. Pero rápidamente, se hizo evidente –o por lo menos los tiempos asustados así lo exigían– que proteger no siempre es salvar o salvar no siempre es impedir que el otro muera.

Se temía un brutal racionamiento de bienes alimentarios para las personas y al gobierno británico le pareció claro que la comida no debería, en tiempos tan extremos, distribuirse también entre los animales domésticos; no todo lo que está vivo y dentro de casa tiene el mismo valor –asumió el gobierno británico– y en momentos de bombardeo, o naufragio, surgen las decisiones extremas.

El gobierno británico aconsejó, primero, que las mascotas fueran llevadas a casas en el campo, lugar donde la comida brota del suelo y de los árboles y no de una economía con ruedas que transporta vida en forma de alimento por tierra, aire, vías férreas y carreteras.

Quien no lograra llevar a sus animales a los campos, debería sacrificarlos, sugirió el Comité. Sería lo menos terrible, lo más digno –no hacerles pasar hambre, el hambre que se adivinaba para los humanos, en 1939, en Inglaterra.

La noticia recuerda los datos cuantitativos: “en la primera semana, 400 mil perros y gatos fueron sacrificados, lo que representaba un cuarto de las mascotas de Londres”; “hubo colas de 800 metros en un abrigo de animales” y los crematorios no paraban “ante todos los cuerpos de perros y gatos que recibían”.

En total, dice la noticia, más de 750 mil mascotas fueron sacrificadas, por decisión de sus amos, en 1939, en Inglaterra.

Años más tarde, décadas más tarde, surge esta evidencia: no hubiera sido necesario sacrificar a los animales domésticos –pese a todo, la comida estaba allí, justo debajo de los bombardeos sucesivos; no abundante, pero suficiente– para humanos y animales.

4.

El pánico es la gran urgencia interna que surge antes de que los hechos sean claros en sus exigencias prácticas; el enorme miedo que viene antes de que aparezca el medio miedo concreto; el efecto que comparece minutos, días, o meses, antes de la causa; aquello que se hace como quien se cae, pareciendo que no hay alternativa; el pánico no se aconseja, claro, pero tampoco se evita con la más calma de las lógicas; muchas veces es el resultado de una inundación informativa que hace que nadadores experimentados empiecen enseguida, con los pies en terreno seco, a comprar flotadores coloridos y con patitos.

Entender las acciones generadas por el pánico y por la racionalidad; por el pánico racional y por la racionalidad pánica; en 1939 y en 2022. Estudiar la Historia según este punto de análisis: las acciones necesarias y las acciones ejecutadas en puro solo pánico, aquellas de las que nos arrepentiremos.

5.

Dame un verso que sea el exacto punto opuesto al punto donde el pánico existe, me pide alguien.

Aquí lo tienes, contesto; volver a Japón –un haiku de Masoaka Shiki:

“rama cortada

más luz

entrando por la ventana”

6.

Estar atento a los detalles aparentemente inútiles, he aquí en parte lo que es la calma –ese lujo urgente; sitio donde, pese a todo, se decide mejor.

Traducción de Leonor López de Carrión. Originalmente publicado no Jornal Expresso