Desde mi observatorio de la Ciudad Primada de América me dirijo, en mi décima crónica, a todos mis improbables lectores con el deseo de reflexionar sobre los grandes males que acechan al Planeta los cuales corren el riesgo de convertirse en los nuevos jinetes del Apocalipsis (en el presente siglo XXI).
Podemos comprobar, si nos detenemos a reflexionar, que el siglo XXI comenzó con sucesos y tensiones de todo tipo. Ello fue una señal de que la realidad internacional estaba cambiando en sus patrones y en su lógica, para encaminarnos a un nuevo escenario y realidad.
En tanto que conviene esperar cierto tiempo para poder analizar determinado periodo con el necesario distanciamiento y ecuanimidad (algo que bien sabe cualquier historiador o analista de la realidad social) creo que ahora que han pasado más de 20 años, del nuevo siglo, podemos comenzar a reflexionar sobre lo que está pasando en la realidad mundial.
Parece que el cambio es lo que ha marcado el inicio del siglo XXI. Hemos padecido atentados terroristas, crisis económicas, pandemias internacionales y conflictos bélicos regionales que amenazan con escalar a un nivel planetario.
La figura de los jinetes del Apocalipsis me parece muy evocadora y me lleva al planteamiento de que, en la actualidad, los grandes males que tienen la Humanidad y el Planeta pueden reducirse a cuatro. Por su relevancia procederé al análisis de cada uno de ellos, a continuación:
1º-La Guerra sigue siendo una constante evidente, en toda la Historia de la Humanidad. Los conflictos, que son el resultado de la falta de entendimiento entre las personas y los grupos humanos (por diversos motivos), podemos afirmar que siguen estando tan presentes como lo estuvieron en siglos pasados. Por mucho que queramos convencernos de que la sociedad ha avanzado mucho en ideales, valores y adelantos la realidad es que en el instinto humano el conflicto y la guerra siguen muy presentes. No hemos cambiado tanto, ello lo demuestran la cantidad de guerras nacionales y regionales que existen en el planeta. Por su cercanía e implicaciones actuales, a todos nos llevará la mente al conflicto existente en Ucrania.
2º-La inmediatez de la Información y la Comunicación. Tan mala es la falta de información y comunicación como el exceso de ambas. Aunque parecía una Utopía llegar a una época, como la actual, en que la información viajase tan rápido y no hubiese límites para comunicarse (pues eso ayudaría a crear un mundo más conectado y fraterno) la realidad nos ha demostrado los peligros de esa gran avalancha de estímulos. Es común observar como la gente (de cualquier edad) manifiesta no saber distinguir entre la información auténtica de las noticias falsas. Se genera tanta información, de manera tan rápida, y se difunde instantáneamente que es imposible no sentirse saturado cuando uno se asoma a la pantalla de su celular o ve cualquier medio de comunicación (tradicional o moderno).
3º-El Armamento, con su capacidad de ser tan efectivo y letal, se ha convertido en otro elemento que puede desestabilizar la realidad que vivimos. Si un conflicto llega a escala internacional tendremos que temer una guerra total en la que existe el potencial destructor suficiente como para acabar con toda la vida en la Tierra. El progreso y el desarrollo de nuevas tecnologías han dado cosas muy positivas y cosas negativas, como el progreso exponencial del armamento. Es cierto que las armas sirven para defenderse, pero cuando todo el mundo las tiene llega un momento en que enarbolando la defensa propia un conflicto puede llevar al ataque. Podemos volver la mente a Ucrania, por su cercanía, con todas sus implicaciones internacionales.
4º-Algo muy doloroso para mí es el gran mal del Hambre. Para mí es muy doloroso dado que los avances técnicos aseguran que, hoy en día, la producción alimenticia puede abastecer el hambre de todo el Planeta. Con todo, las leyes del mercado y la imposibilidad de donar los alimentos que no se consumen a países y regiones necesitadas para no afectar a las primeras hacen que siga existiendo el hambre y la muerte por inanición (cuando es algo que desde un enfoque práctico no debiera darse).
A pesar de lo anterior, no quiero ser como un ermitaño o un profeta que predica en el desierto o mostrar que mis palabras reflejan amargura. No es así. Solamente narro lo que veo y lanzo mis palabras al viento por si sirven de algo a alguien.
Si yo no creyese en que el ser humano puede redimirse, cada nuevo día, y si tampoco creyese en que la virtud (aunque más silenciosa y escasa que el ruido del caos) puede triunfar no escribiría las presentes palabras.
Que podemos darnos, entre todos, un presente y un futuro mejor es para mí una Verdad Absoluta. Creamos firmemente en que somos capaces de grandes cosas y creamos que, cada uno, desde nuestra realidad cotidiana podemos contribuir a ese gran cambio.