El coronel Aureliano Buendia es uno de los personajes principales de la obra de Gabriel García Márquez titulada Cien años de soledad, hijo de Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía. Nacido en Macondo, Aureliano crece con rasgos muy característicos que lo distinguen del resto de personajes que intervienen en la obra: Es una persona solitaria, está dotado de facultades fantásticas como la de predecir acontecimientos y mover ciertos objetos con la mente, y reconocido por haber librado 32 guerras civiles ninguna de las cuales fue capaz de ganar. De la misma manera en que se destaca el gallo de El coronel no tiene quien le escriba, llama la atención de Aureliano Buendía el hecho de haber tenido 17 hijos con 17 mujeres distintas. Según la novela, específicamente en el capítulo VI, se detalla que todos fueron exterminados secuencialmente la misma noche, antes de que el mayor cumpliera los 35 años.

Los 17 hijos del coronel reaparecen en la obra en el capítulo XI, donde se especifica que producto de una venganza que profiere el coronel en contra de los norteamericanos, sus hijos fueron exterminados con un tiro en la cabeza logrando escapar uno de ellos, Aureliano Amador, quien logró sobreponerse a la situación saltando una cerca. En la novela se revela que este último es asesinado algún tiempo después, justo cuando decide volver a Macondo, lo que podría considerarse una contradicción en la obra.

De aquel detalle pudo darse cuenta un joven dominicano que para la época era totalmente desconocido. Fue en una sesión de análisis a la obra del insigne escritor colombiano, quien logró vender más de un millón de ejemplares de la novela convirtiéndola no solo en una icónica obra de arte, sino también en uno de los libros más vendidos de su tiempo. En el conversatorio sobre la afamada novela estaba presente el profesor Juan Bosch, fundador de dos de los grandes partidos nacionales y uno de los más prolíferos escritores dominicanos. La observación hecha por el joven desconocido llamó la atención del profesor, quien lo invitó a sentarse a su lado para recordarle que Cien años de soledad era una gran obra maestra y que al menos eso debía reconocer el intrépido muchacho. Aquel joven era Leonel Fernández, quien para la época no se encontraba en condiciones de discernir la tremenda influencia que tendría aquel acontecimiento en su vida, ni mucho menos podría predecir que transcurrido varios años sería el presidente de la Republica Dominicana.

Fue Aureliano Buendía, personaje de ficción creado por Márquez, el que produjo el histórico acercamiento entre Leonel Fernández y el Prof. Juan Bosch, quien pasara a ser desde aquel momento el maestro e inspirador del Dr. Fernández.  Cuenta el exmandatario, no sin un poco de gracia, que sus 12 años de gobierno se los debe, de alguna manera, al personaje de Aureliano Buendía, ya que sin él no hubiese podido exponer la critica que lo llevara posteriormente a conocer más de cerca al profesor Bosch.

Por otro lado, el comentario del anónimo debió llamar poderosamente la atención del destacado escritor y político dominicano, no solo por el nivel de consagración que para la época tenía Cien años de soledad como obra ejemplar de Latinoamérica, sino incluso por los lazos de amistad que mantenía Bosch con Gabriel García Márquez. De ello poco se habla, pero como hemos referido en un artículo publicado en mayo del 2018, entre Márquez y Bosch había una relación de respeto y reconocimiento mutuo. Debemos recordar que, para la celebración de los 70 años del profesor Bosch, el autor de Crónicas de una muerte anunciada, así como de la novela objeto de este artículo, el escritor colombiano se dio cita en el país para acompañarlo en esos momentos de celebración, que, como hemos indicado, el evento se había convertido en una especie de acontecimiento internacional con la presencia del insigne poeta Nicolás Guillen y del escritor francés Regis Debray.

Fue aquella intrepidez, vista quizás como un acto de inmadura petulancia, el momento que el destino había preparada para iniciar al joven Leonel en el tortuoso camino de llegar a ser presidente de la Republica por tres periodos constitucionales, o sea, por 12 años.