La reciente marcha del PLD revivió en sus militantes la mística que caracterizó antaño a ese partido, pero que desapareció con su ascenso al poder. Transformó el ánimo de desbandada que sufría en deseo de trabajo con la esperanza puesta en recuperar algún día el poder.

Y es que la Marcha por la Esperanza — como la llamó el partido — fue una actividad de la organización en sí y no de su candidato a la presidencia, Abel Martínez.

Esa fue la razón por la que Danilo Medina encabezó la actividad. Abel Martínez quedó de segundón.

Líderes de la talla de Charles Mariotti, secretario general del PLD y Margarita Cedeño, exvicepresidenta de la República, estuvieron liderando segmentos de dicho evento. Además, Francisco Domínguez Brito, Karen Ricardo y José Dantés Díaz, miembros del CP, hicieron lo propio.

La movilización se realizó el sábado 8 de julio recién pasado en Santo Domingo. Comenzó en la avenida Duarte con Pedro Livio Cedeño y finalizó en el Malecón. El pretexto principal fue demandar al gobierno para que implante políticas que coadyuven a mejorar la calidad de vida de los dominicanos.

Pero ninguna consigna hablaba de calidad de vida. En todo el recorrido de casi cuatro kilómetros solo se escuchaba —E pa’ fuera que van; E pa’ fuera que van. Y en una que otra ocasión vociferaban —aguanten qué falta poco.

El Comité Político solía durar años sin reunirse, lo que le daba al presidente del partido mucho poder discrecional.

Él decidía lo macro y lo micro, sin dejar pasar detalles. Por ejemplo, disponía cuándo se reunía un Comité de Base, determinaba cuándo convocar a un Comité Intermedio, resolvía ampliar el Comité Centrar, etc. Hasta el Congreso Elector fue sustituido a su gusto y conveniencia.

El partido se redujo a un solo hombre, a un hombre solo. Él era ley, batuta y constitución.

Pues esa manera personalista de dirigir el partido ha ido cambiando con la sangría del 2019 y la salida inesperada del gobierno.

Lo que trajo la marcha

Pero a la Marcha por la Esperanza le tocó iniciar ahora otros cambios para retomar lo bueno del pasado.

Lo primero es la tradición de hacer movilizaciones ordenadas, cada grupo en su lugar asignado. Lo segundo es el cuerpo de orden siempre vigilante, metódico y sistemático. Y lo tercero es el trabajo de limpieza de las calles luego de pasada la actividad.

La conformación de las brigadas de orden y de limpieza es significativa en el momento actual del partido morado. Pero es todavía más importante para los peledeistas armar las cuadrillas que profundizaran el mantenimiento de las herramientas metodológicas recuperadas con la marcha.

Hay analistas políticos que ven en las marchas un mecanismo de campaña electoral desfasado. Para el partido de la estrella amarilla esta marcha los guio por el camino de recuperar los métodos olvidados debido a la influencia del confort que viene emparejado con el poder.

Desfasado o no, nunca como ahora le fue tan necesario al PLD posar para mostrar sus músculos.

Si se está en capacidad de movilizar las tropas en orden de una ciudad a la otra, con toda probabilidad el partido será capaz de mover los votantes a las urnas.

Lo anterior indica que si los partidos de enfrente y el partido oficialista creyeron que llegarían al 2024 con un PLD disminuido se les peló el billete. De ser así, tendrán que reelaborar sus estrategias con miras a las elecciones de febrero y la de mayo.

Porque hay que ser un iluso para creer que el partido morado con 20 años en el poder se iría a pique en un santiamén. Hay que estar ciego para no reconocer el revivir de una organización política. Hay que estar en otro mundo para ignorar que método y disciplina son fundamentales en el trabajo electoral.