El presidente Luis Abinader, llega al poder con la ilusión de generar el cambio en la sociedad dominicana, su sola presencia en el escenario político, trajo un aire de adecentamiento  y frescura al quehacer político en una sociedad donde  clientelismo,  populismo y, corrupción ponen  en riesgo la democracia.

Su deseo de introducir ciertas formas sencillas de presentarse, ha sido criticado por algunos que ven como “irreverente”, que no use corbata y haga más honor a sus elegantes guayaberas, que deberían ser el código de vestimenta oficial, dada nuestras condiciones climáticas.

Su capacidad de trabajo de sol a sol, casi a diario, genera  también suspicacias ,porque pocos son los miembros de su equipo ,que llevan su ritmo, en una administración pública, supernumeraria ,sin rendimiento de cuentas, donde los funcionarios ,  envueltos en un discurso sin contenido aspiran a  salir en la foto  evadiendo responsabilidades. El Estado, mayor empleador, está instalado en  la psiquis de la población.

Pero Abinader sigue adelante, no obstante las crisis encontradas, (Pandemia, Haití, Guerra Rusia Ucrania, energía) y   desaciertos de algunos miembros de su gobierno, las críticas de las bocinas y la locura militantista de los clientes de la agrupación, que  registran todo tipo de arribismo, y, transfuguismo. Ya que militar en un partido, que además está en el poder, es la vía expeditiva de dar el gran salto social y material.  .

Luchar con este estilo asqueroso de hacer política, romper con la cadena populista, buscando votantes en base a ofrecer puesticos, prebendas, negocios ,etc. es el mayor reto con el cual se puede enfrentar cualquier político decente ,aquí y en cualquier parte del planeta. Luchar con esa energía de mediocres, busca vida, empresarios- políticos, puede arrastrar al más integro de los individuos, hacia un sistema que celebra, facilita y enaltece la mediocridad  en todas sus expresiones.

Él no llego a la política para alcanzar un reconocimiento social o para  tener dinero, ya lo tenía. Llegó porque ha creído  y cree que puede contribuir como ser humano a cambiar algo en esta sociedad

Muchos de los clientes- militantes, (el entorno)  ya están lanzados en la campaña, formando grupos de “apoyo” a la reelección, 24-28 con volantes donde primero colocan su nombre y  luego la foto y el nombre de Abinader,”La Reelección Va”. Argumentando que “Hay que publicitar el producto para que se venda” Pero  el presidente  Abinader  no es un producto que necesita venderse, cual detergente, eso más bien le hace daño, colocándolo en la misma estrategia releccionista de los otros, de aquellos  que ha querido diferenciarse. Talvez estemos equivocada  pero, Luis Abinader  no necesita eso.

Hoy, Luis Abinader es el paradigma de la seriedad, de la integridad política, por algo alguien dijo a raíz de los  resultados de las primarias del PLD que “Abel es el Abinader del PLD” ¿Que persigue esta frase?, objeto de un artículo. ¿Que el presidente Abinader responde a unos patrones éticos y morales, que los sacan del montón de los políticos pasados y presente? Tenemos que seguir creyendo en eso y defenderlo, protegerlo de todos  los intentos que se hacen de empañar su imagen y socavar su gestión. La ciudanía  critica, que no vive del clientelismo, necesita y espera políticos que remitan a una integridad real.

Es necesario prestar atención a estas motivaciones  reeleccionistas prematuras y ligeras, que violentan las reglas establecidas por la Junta Suprema Electoral, incapaz de ver y actuar a tiempo.  Ya que esto, no contribuye a  la construcción de  una ciudadanía responsable, comprometida  con  el cambio.  Esto violenta los tiempos, y, puede perjudicar la imagen del presidente, confrontado con  las urgencias del presente. Es actuando bien, en el día a día,  con resultados, que se deben ganar elecciones.

El mayor capital político de Abinader, es su propia  vida, el mismo, su calidad humana, su respecto hacia los demás, su familia, su educación, su éxito como empresario y hombre de negocio, sus modales, sus lealtades, sus valores, sus errores y  la capacidad de enmendarlos.

La mayor propaganda es su accionar. Él no llego a la política para alcanzar un reconocimiento social o para  tener dinero, ya lo tenía. Llegó porque ha creído  y cree que puede contribuir como ser humano a cambiar algo, en esta sociedad entrampada, en la desconstrucción social y ciudadana, con  una serie de pretensiones  y  falsos liderazgo construidos con dádivas humillantes, con  acuerdos de aposento que se llevaron las mejores figuras de la democracia dominicana. La mejor propaganda hacia  Abinader, es y debe  ser, su accionar  y el compromiso con el cambio de sus colaboradores y simpatizantes.