¿Quién no recordará una mirada materna que no necesitó palabras para expresar un mensaje? Y así como la podremos recordar de la madre, ocurre lo mismo con el padre, con un hermano, con un maestro, con un amigo, en fin, con diversas personas y situaciones.
Un reproche, un halago, una invitación, una advertencia, entre una larga lista de mensajes, pueden ser perfectamente entendidos con solo “chocar miradas”.
Reparar en ello puede resultar edificante en cualquier momento. Pero teniendo en República Dominicana, el cinco de abril, el Día Nacional del Periodista, y el 18 del mismo mes, el Día Nacional del Locutor, parece oportuno adentrarnos en el tema.
Tanto locución como periodismo fueron oficios reservados, hasta hace poco tiempo, para exclusivos profesionales de una y otra rama. Pero los cambios que vive la humanidad, con especial énfasis en tecnologías de la comunicación y la información, han multiplicado por mucho las oportunidades que todos tenemos para recibir y para emitir mensajes.
Como es sencillo entender, con conocimiento y con uso de tecnología aumentan las posibilidades de lograr propósitos. Pero cuando falta una cualquiera de esas dos claves, y peor todavía cuando faltan ambas, regularmente el azar –cuando no alguien con ciertas habilidades y hasta mañas- determina los resultados.
Y todavía más: hace falta recordar que la mayor parte de esos equipos que sirven para recibir o emitir mensajes también incluyen funcionalidades para que alguien, sin dar la cara, se entere de informaciones que no necesariamente enviamos.
Quienes usan esas informaciones, aunque no nos expliquen para qué, suelen apoyarse en “la letra chiquita” y en otros mecanismos que el común de la gente desconoce. El ejemplo más notorio de ello lo tenemos en los denominados entornos virtuales. En el mundo digital, el uso del espacio en redes sociales, plataformas de mensajería y otros entornos en línea deja saber mucha información.
Pero sobre ese aspecto podríamos ampliar más adelante. Ahora solo referiremos algunas maneras de hacer saber sin hablar y que no necesariamente precisan del uso de modernas tecnologías. Se trata de mensajes que solo implican el uso de algunas partes del cuerpo humano.
Esos mensajes están relacionados con la denominada comunicación no verbal. Este tipo de comunicación incluye gestos, posturas corporales, expresiones faciales y contacto visual. A menudo, estas señales pueden transmitir emociones, actitudes o intenciones de manera inconsciente.
Eso explica que una simple mirada del padre o la madre, cuando es percibida por el hijo o la hija, puede significar: “tú sabes muy bien que eso no debe hacerse; vete a tu habitación inmediatamente porque cuando se vaya la visita tú y yo vamos a dejar todo bien claro”. Pero también puede significar: “¡Ese es mi hijo amado; qué bien lo estás haciendo! Me siento orgulloso de ti”.
Y todavía más: sin que ninguna de las partes tenga que decir una sola palabra, las dos personas entienden el significado de cada mirada y la diferencia entre ambas expresiones, así como las posibles consecuencias del simple acto de haber tenido contacto visual.
Similar ocurre con todas esas formas de comunicación no verbal. Pues, aunque solo hemos referido ejemplos para contacto visual, tanto los gestos, las posturas corporales y las expresiones faciales alcanzan para escribir muchos tomos sobre lo que implican de cara a compartir sentimientos y emociones que toman forma de mensajes, generan contextos y situaciones entre las personas y concluyen condicionando el futuro inmediato, el mediato y hasta a largo plazo entre los sujetos involucrados.
Temas tan aparentemente insignificantes, como la distancia a la que se colocan las personas a la hora de interactuar, tienen una importancia determinante a la hora de emitir y recibir mensajes. Sencillamente, aunque para ello cuenta mucho la influencia cultural, sin necesidad de hablar, las personas solemos sentir comodidad o incomodidad dependiendo de la distancia física con las demás.
Pero la “proxémica”, como se conoce este tema, también sirve para generar o recibir mensajes vinculados a niveles de intimidad o relaciones de poder entre las personas.
Visto esto, aquí se cuenta con muestras de lo que podemos emitir o recibir con forma de mensajes. En suma, sin que nos dediquemos a locución o periodismo, disponemos –aunque no lo sepamos- de valiosísimos recursos para construir futuro.