En Víctor Villegas, el mundo social y el mundo lírico se encuentran en la identidad criolla como sucede en Juan Criollo y Otras antielegías (1982). Ñas travesías de este poeta petromacorisano nacido el 22 de septiembre de 1924 y fallecido el ___ de abril de 2011 se extienden en la lectura confluyente de su obra. Las vidas y travesías de Víctor Villegas se revelan mediante su obra y su ensayismo. Su obra Antología de poetas petromacorisanos (Eds. UCE, San Pedro de Macorís, 1982, supone una identidad y una lectura de los poetas que escogió para conformar esta conocida antología en la que el autor como antologador contextualizó la obra poética de los autores escogidos como parte y presencia de un universo y una memoria poético-verbal de tiempo y testimonio.
El poeta como crítico, editor y antologador sintió y vocalizó la identidad del sujeto poético a través de sus raíces. Pues como sugiere y plantea Julio Cuevas a propósito de Las identidades de Juan Criollo y otras antielegías:
“El poeta nos presenta su microcosmos poético y a partir de él, le da vida a “Juan Criollo”. Nos lo presenta como parte consustancial de su poética. El mito “Juan Criollo” es evocado desde una secuencia de imágenes poéticas que lo identifican y lo señalan como un ser inverosímil, sin dejar de situarlo en un panorama geográfico específico, lo cual responde al referente sociocultrual y sociopolítico del sujeto autor dentro de la obra… (op. cit. p. 69).
Cuevas puntualiza la relación entre poesía e historia refiriéndose a la “antielegía de Fray Antón de Montesinos” que, según su consideración es “otro mito desde el cual el poeta desnuda Las encomiendas, la colonización, las violaciones, el saqueo y los crímenes de los mal llamados conquistadores, que culminaron con el exterminio de la raza aborigen de su tierra que es nuestra isla…” (Vid. p. 70).
Pero el poeta lee en la citada Antielegía el elemento inmanente y trascendente de la figura-mito y de la historia-movimiento que trasciende el mismo concepto de texto para convertirse en punto de tensión:
“La transgresión de la historia social, su ficción, sus imágenes y sus demarcaciones epocales, quedan fijadas a partir de un discurso poético en movimiento, donde el ritmo y la musicalidad del poema trascienden los referentes narrados, para dejar traslucir los matices de un canto épico, donde el héroe, el sujeto de la acción, Fray Antón de Montesinos, aflora como un mito protagónico… (ver, pp. 72-73).
El correlato teórico se hace legible en la interpretación contextual y posible del poema:
“El poeta se manifiesta y nos manifiesta su forma contenido y su continente desde enunciados poéticos-narrativos que nos señalan e identifican una épica dialógica articula desde un código que apunta hacia la memoria o el recuerdo de la Colonia opresora y corrompida… Lo extrapoético en asumido por el sujeto autoral para justifical la invención de su mito desde la figura imprecante de Montesinos. Nos narra la otra historia, la historia poetizada de la que, al ser contada o al ser cantada, se torna colectiva y todos somos dueños de ella, nos pertenece, la asumimos y ella nos asume desde sus andaduras y tonalidades identitarias”. (p. 73)
En este sentido, el discurso crítico elaborado por Julio Cuevas a partir de su interpretación dimensional y significante se materializa desde lo que determina, dice o construye la historia-poema y la historia-texto-identidad. Lo que hace posible un ritmo reconocido por la cardinal Juan Criollo y sus ramales épicos, elegíacos y emblemáticos. Refiriéndose a Montesinos Cuevas interpreta su dictum sobre el evento de opresión que se expresa en el conocido Sermón.
Según Cuevas:
“Aquí la historia es emblema y signo de una política de látigos, esclavos y travesías de un poder oficial y oficioso, marcado por el anclaje de la orden colonial que es cuestionada, emplazada y que encuentra resistencia más allá del púlpito”. (Ibídem.)
El estudioso va más allá de la estructura de superficie del libro, reinterpretando la diferencia y la identidad en el orden de una intencionalidad surgente en el tejido metafórico y simbólico de Juan criollo…. Encontrando que en la generación de significados del texto la ocurrencia vivencial y lo sentiente ontológico habita al sujeto y sus posiciones enunciativas y ontológicas. El mismo texto perfila mediante sus estrategias semánticas en la estructura de profundidad y el sentido que la actualiza en el contexto mismo de comunicación poético-verbal.
Se trata de una tejedura de sentido y expresión que muestra y promete una extensión poética ligada a la identidad-lenguaje del poema. De ahí la pregunta sobre “¿Quién es Juan Criollo?” la pregunta plantea la relación entre Juan Criollo y la Antielegía de la República Dominicana”. En el caso de las diferencias y las identidades del hombre-hora la del bracero, la del empleado público, de la igualdad, la antielegía sencilla, la antielegía del recuerdo, se produce una intertextualidad poético cultural y una polofonía enunciativa con tonos verbales y asimétricos. El discurso-cuerpo de “Juan Criollo…” se conforma en proceso y presente desde una forma legible y posible de enunciación.
Así las cosas, Julio Cuevas responde la pregunta
¿Quién es Juan Criollo?
“Juan Criollo, aparte de representar la figuración de un personaje creado por Víctor Villegas, es decir, aparte de ser una fabulación, un mito poetizado, es también una simbología ontica de la representación social, política, metafórica y poética de un pueblo que es llamado República Dominicana”. (Vid. p. 88)
De manera particularizada el autor nos define y explica al criollo como parte un mestizaje cuando sugiere que:
“El Criollo era también el descendiente de español nacido en la isla o el resultado de la relación sexual entre un español y las negras e indias de nuestra tierra. En todo caso se evidencia un proceso de mestizaje. En este caso, “Juan Criollo” es representación de nuestras raíces, las cuales están fundamentadas en el proceso de relación entre el europeo (español), el negro (africano) y el indígena entre otras culturas que incidieron y siguen incidiendo en nuestro contexto cultural, educativo y económico”. (p. 89)
El discurrir de este análisis surge desde el punto de vista antropológico y literario un argumento para la lectura que aclara y puntualiza de un personaje-sujeto que cobra valor como parte de una historia sociocultural y cotidiana pronunciada bajo una extensión semántico-social. Sin embargo, los núcleos argumentales del análisis constituyen la mirada crítica, textual, cualtural y sociohistórica, tal como se puede observar en los siguientes asertos definicionales y argumentales:
“Juan Criollo es ese sujeto que surgió con características, gestos, acciones, formas de hablar y de pensar diferentes al español, al negro africano, norteamericano, haitiano, barloventino. Es ese ser distinto que resultó del vínculo del blanco español con los negros africanos o con los indígenas y que con el paso del tiempo fue creciendo y apegandose al convivir de la tierra, a sus raíces, hasta conformar sus identidades cultruales, psicológicas, culinarias, fonéticas y lingüísticas diferentes a los otros, a los extraños, llamados colonizadores, o llamados exiliados o llamados invasores”.
“Juan Criollo” es reclamo y búsqueda incesante de nuestras identidades asumidas como constructos, como asimilaciones trascendentes de un discurrir histórico y geográfico que se ha hecho razón testimonial de una historia que traspasa las autenticidades de nuestra insularidad”.
“Mito, metáfora y logos, envuelven a “Juan Criollo” como personaje fabuloso de una épica que surge de la memoria y del imaginario poético-filosófico de un ser y un sentir caribeño trascendental”. (pp. 90-91)
Hay en el discurso poético de Juan Criollo… una mirada al personaje que habla y se deja hablar desde la relación lectura-lector-sujeto dinámico del texto. De ahí que todos los movimientos del poema son incidentes en el espacio narrado por el acto-centro, personaje-mundo y personaje-mundo e intensamente asumido por sus claves, signos y niveles de acción biocultural. El speculum criollo, marginal, agónico y hacedor sobrevive en la vida del “otro”, que es su complemento, palabra y significado en acción, presencia y cosmogénisis híbrida.
¿Cómo escuchar los ritmos del poema en Víctor Villegas?
La lectura de sus ideolegemas y poetemas funciona en su cohesión interna y cosmovisional: la isla, las islas que sobreviven en esta isla que es una y otra a la vez que produce y canta sus noches, días y amaneceres de las insularidades caribeñas que se abren a una lectura-meta y formas culturales. Las antielegías, fórmulas de vida pieles y pulsos de Juan Criollo… resuenan en una soledad de tiempo-espacio, bajo la pesada épica de la opresión, la búsqueda de suelo y horizonte que va y viene del mar que es Macorís-del-mar. Fenómeno que también impulsa su cielo, agua, cuerpo, suelo, cielo bajo la esperanza y vida que crece cada vez en su pronunciamiento social, raigal y marino-terrígeno.
El poema que escribe Juan Ciollo, así como también Charlotte Amalie surgido de los tiempos, espacios y tonos de una memoria viviente en el poema, se reconoce en otros modos y formas de su escritura, tal como se hace visible en Diálogos con Simeón, Botella en el mar, Cosmos jamás y Poco tiempo después.
De los poetas que trascienden su generación Villegas, Lupo, Avilés y Luis Alfredo Torres y Valera Benítez lograron influir en otros poetas, mediante sus obras. Es por eso que hay que tener en cuenta los dos tomos de Lugo Hernández Rueda para leer los procesos vivenciales, transformantes y míticos de este grupo.
Al leer esta motivadora obra sobre Víctor Villegas y también del poeta y crítico Julio Cuevas, se abren nuevas preguntas, nuevos virajes y pronunciamientos poéticos que van más allá del concepto de generación, reconociendo su creación poética como una instrucción y una travesía en el orden verbal que busca sus tonos, espacios, intencionalidades y fuerzas figurales expresadas en un tiempo seminal de símbolos, metáforas, construcciones metónimicas, hipérboles posibles y búsquedas contextuales donde aparecen bordes, centros y momentos figuroverbales que estremecen su imaginario sentiente. El poeta Villegas ha rebasado el concepto de generación para construir una poeticidad productiva genesiva, mítica y metafíco social donde la relación simbólica se advierte en una reinvención de fuerzas, estados materias y vuelcos de subjetividades y estremecimientos del árbol insular, tal y como se hace presente en, Poco tiempo después (1991), Ahora no es ahora (1997), Cosmos (1986), Jamás (2000) y Muerte Crecida (2002).
Una doxa crítica del poeta en las diferentes tertulias donde participaba frecuentemente coomo lector se justifica en una relación con el público de tertulias, aulas universitarias, centros culturales y espacios literarios documentales en crónicas diversas, crónicas y apuntes de congresos, conferencias fuera del país y dentro del país. En varias ocasiones le preguntamos por cátedras, programas de clases y desde luego, cuando se sabe que fue profesor de generaciones en la Universidad Autónoma de Sando Domingo.