El predecir quién ganará las elecciones si fueran hoy lo que, en el argot de los encuestadores se llama “la carrera de caballos”, no necesariamente es la respuesta más importante en una encuesta política.

 

En nuestro caso, la reciente encuesta de Mark Penn está mostrando que un altísimo 33% de los posibles votantes declaran que no pertenecen o simpatizan siquiera con un partido político, es decir, que son independientes.  Cuando comenzamos a hacer encuestas hace más de 40 años, apenas un 7% se declaraba independiente, pues era la época del “hacho prendido”, “la dictadura con apoyo popular”, “el gallo colorao”,  y las figuras electrizantes de Bosch, Peña Gómez y Balaguer.  Que una tercera parte se declare independiente sugiere un voto muy volátil pues no está ligado a ataduras partidistas.  Pero además, los partidos políticos en si están muy desacreditados y el que más es visto favorablemente, según la encuesta, el PRM, está solo en un 48%, es decir, por debajo del 50%.

Y es que habiendo el PLD y Leonel Fernández estado en el gobierno durante varios períodos, su desprestigio es alto y el propio PRM lleva tres años en el poder. Cuando se mide la popularidad de los políticos, apenas Abinader y Collado, ambos del PRM, reciben más de un 50% y figuras como Leonel Fernández tiene una tasa de rechazo de un 48% y Abel Martínez de un 42%, es decir, que tanto los partidos como los principales políticos no gozan de alta favorabilidad, a diferencia de una situación de una “cara nueva” que no haya manejado la cosa pública.

El pesimismo actual de los dominicanos es alto pues un 55% considera que el país va en la dirección incorrecta y un 66% piensa que la economía del país va en la situación incorrecta, a pesar de ser la economía latinoamericana que mejor se ha comportado en años recientes.  En lo personal, un 53% considera que su situación económica ha empeorado, y un 67% considera que la situación económica de su familia, en comparación con hace tres años, ha empeorado o está igual.  Es pesimismo también aparece  en las encuestas de Barómetro de las Américas donde al preguntar sobre la intención de vivir o trabajar en otro país, entre un 24% y un 48% de los dominicanos entre 2006 y 2019 evidenciaron esa intención.  La reciente declaración de un candidato presidencial sobre esa intención actual significa que recuerda poco sobre esa pregunta hecha desde hace unos 17 años.  Es más, entre 18 países de la región, el nuestro es el segundo, después de Jamaica, con mayor intención de salir del país.  Cuando nuestra encuesta pregunta sobre los principales problemas del país, un 67% cita el costo de la vida, el desempleo y la criminalidad.  Aunque el tema haitiano es mencionado por muchos en artículos y comparecencias de televisión, apenas un 2% indica que ese es el principal problema del país y es que no le afecta directamente los bolsillos.  La criminalidad como principal problema no existía en las décadas  de los años 60 a los 80 y ya algunos están sugiriendo que busquemos a un Bukele, presidente de El Salvador, quien ha logrado una altísima popularidad acabando con las bandas criminales.

 

La situación internacional es altamente volátil con la guerra en Europa, los productores de petróleo presionando hacia arriba y el peligro de una recesión en los Estados Unidos, para no mencionar en el caso dominicano la situación haitiana.  El gobierno dominicano no controla esa situación internacional y entre los problemas principales tan solo puede enfrentar el de la criminalidad.  La situación internacional puede ayudar pero también puede perjudicar las perspectivas electorales de Abinader.

 

Luce que la venidera campaña política será una campaña negativa donde los seguidores del gobierno, aportando aún más recursos a los subsidios, harán recordar la corrupción durante los 12 años de Leonel Fernández al tiempo que se mantienen los sometimientos contra los funcionarios del PLD, mientras la oposición tratará de encontrar evidencias de corrupción y mal manejo por parte del gobierno actual.  En vez de promesas relativas a cómo solucionar nuestros problemas y mostrarle al electorado diferencias ideológicas (que no existen entre nuestros partidos) la campaña lamentablemente será una campaña sucia.