¿Y sabemos que es democracia?
¿Por qué nací en democracia?
¿Por qué la democracia sigue vigente?
¿Por qué dejamos que en nombre de la democracia nos sigan mintiendo como pueblo?
¿Por qué los males de la democracia son cada vez más profundos?
¿Están debidamente preparados los gobernantes de las democracias para asumir el mando de la administración pública?
Si la democracia es el mejor sistema, ¿por qué los problemas fundamentales no tienen solución?
¿Por qué la democracia permite solo el requisito de mayoría de edad para acceder a los altos mandos?
¿Por qué dejamos que manos inexpertas inventen cada cuatro años con nuestro patrimonio vital?
¿Es que acaso está tocando a su fin el reinado de la democracia y debemos pasar a otro sistema de administración de la cosa pública?
¿Somos conscientes de que la mayoría de la población no estudia en las escuelas, que no es profesional de carrera y, por consiguiente, vive en el estamento de la pobreza; si sabemos que no es igual votar comido y con formación que lo contrario, y que buena parte de los votantes son potencialmente manipulables, por qué en las elecciones todos los votos tienen igual valor?
¿Por qué si en el país se asigna un 4 por ciento del PIB del presupuesto de la nación al sistema educativo pre-universitario, presentamos los índices educativos más bajos a nivel mundial; es decir, no tenemos garantías de la calidad ni de nuestros estudiantes ni de nuestros profesionales? ¿Qué futuro nos aguarda, si la conciencia y el pensamiento crítico son los grandes ausentes de nuestro currículo escolar?
Vuelvo y pregunto, ¿cuáles son las mejoras que me otorga la democracia en mi país?
¿Están realmente garantizados los derechos del pueblo, o éste sólo tiene deberes?
¿Podemos creer aun que somos nosotros, los ciudadanos, quienes dirigimos a nuestros políticos tal y como lo consigna el sistema en su definición, misión y reglamentación?
¿Quién puede creer que nuestras necesidades y propósitos están defendidos en estos tiempos por los políticos?
¿Para qué nos gobiernan, por qué ansían con tanto ardor llegar al poder, cuáles son las mieles del poder que todos anhelan… estamos seguros de que las conocemos?
¿Si somos conscientes de las debilidades de nuestra democracia, porque no actuamos en consecuencia?
¿Acaso necesitamos perder el país, como algunos de nuestros países vecinos, para darnos cuenta de que sin tierra la vida no es plena?
¿Cómo es posible que en un Estado de Derecho desaparezcan 170 personas en el término de un año, y nadie sepa de ellas?
¿Podemos reclamar defensa a nuestras víctimas en este sistema? ¿Sabemos de sentencias justas en esta organización jurídica?
¿Cómo es posible que el dinero de los impuestos se derroche en un proselitismo político inútil, ridículo y procaz para comprar conciencias de estómagos vacíos o vicios sin satisfacer?
¿Cómo es posible que aceptemos con deferencia a los nuevos millonarios cada cuatro años, y que lo permitamos?
¿Cómo toleramos que la corrupción permee nuestros presupuestos con alzas de la canasta familiar, inflación, impuestos, y hasta el paulatino aumento de las tazas de las divisas y que permanezcamos tan tranquilos en casa?
Y nuestra seguridad sanitaria, ¿es algo diferente a una maraña de insolvencia y ninguna garantía médica que suele venir acompañada de la necesidad de muchos miles o millones de pesos para poder resolver cualquier eventualidad por enfermedad?
¿Y qué pensar de la vergüenza del sistema de pensiones privadas, podremos sobrevivir con la miseria que nos ofrecen como derecho sin que podamos quejarnos?
¿Es verdadera la democracia que se practica en el país?
¿Es ésto democracia o estafa?
¿Somos tontos y dejamos pasar los acontecimientos de injusticia o nos hacemos los ciegos, sordos y mudos porque requiere un esfuerzo valiente o tenemos miedo?
¿A quién perjudica y a quién beneficia el presente estado de cosas?
¿Qué dejaremos a nuestros hijos? ¿Acaso eso no nos preocupa, o solo pensamos en pasarla bien nosotros y dejarlos envueltos en un manto de barbarie? ¿Nos importan realmente?
¿Estamos siendo conquistados por los arribistas de manera dócil y estúpida?
¿Y nuestra seguridad jurídica, de qué va? ¿Tiene alguien tiene garantía si no aporta miles y hasta millones para resolver también eventualidades de este tipo?
¿No cree usted, paciente lector, que los graves problemas de todos los tiempos pasados son los mismos de hoy, aunque agravados?
¿Todos nosotros, inversionistas del Estado, a quienes nos debitan directamente impuesto sobre la renta e itbis por todo lo que consumimos diariamente, sería injusto que exijamos que nos devuelvan, al menos una parte, en calidad de vida?
¿Tenemos sólo deberes en esta sociedad?
¿Participamos en democracia, o nos utilizan de manera vergonzosa?
La democracia nace de la palabra griega Demos, que significa pueblo y Kratos, que significa gobierno. Desde el siglo VI a. C. data su creación por los atenienses de esta forma de administración pública, como un propósito de gobierno del pueblo y para el pueblo y y la búsqueda de un Estado cada vez más justo y de mayores oportunidades.
De manera, que el ciudadano pudiera gracias a esta nueva conquista, a través de sus representantes escogidos con voto libre, acceder a los puestos de dirección y tener plenos derechos y deberes.
Llegar a un estadio ejemplar para administrar la cosa pública, en el que los recursos económicos que aporta el pueblo con su trabajo, la industria y el comercio para la operatividad estatal, sean utilizados con prudencia y pulcritud, y retorne en bienes y servicios sociales al conjunto de la sociedad.
Otros sistemas de gobierno ha creado el hombre. La democracia es, entre todos, el que más nos ha acomodado para poder vivir con estructuras teóricamente bien organizadas y razonadas. Su falla reside en quienes la ponen en práctica. Son los seres humanos quienes se han revelado incapaces de hacer cumplir en la práctica sus normas y sus principios, por los tiempos de los tiempos.
El ser humano es un animal de hábitos. Parecería que nos hemos acostumbrado a perecer vivos, cada día un poco más. El paisaje nefastamente abrumador en nuestro país es más de desorden, inseguridad, ruina de nuestras instituciones, indisciplina ciudadana, terror a la falta drenaje fluvial, incongruencia del tráfico, falta de transporte, profusión de terribles accidentes de tránsito, la pocilga de nuestros mercados, la inmundicia de nuestras calles y carreteras, pueblos y cuidades, la falta de restricciones en el ejercicio de la comunicación.
En fin, es toda una extensa lista de fallas telúricas de nuestra sociedad que pueden hacer a colapsar nuestro sistema, que ha costado tanto construir, en un abrir y cerrar de ojos.
La alerta está demandando que pongamos un poco de atención y cuido a este pedazo de tierra, que solo éste, es propiamente nuestro.
Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón, y juicio,
hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria.
Juan Pablo Duarte