Es llamativa la distorsión que pueden producir los titulares de la prensa, que hasta se pueden utilizar conscientemente con ese propósito. Recordé esa realidad repasando algunos titulares publicados respecto a la crisis del letal Fentanilo: “Llega el Fentanilo”, “Entra el Fentanilo”, “El Fentanilo, un asesino suelto en las calles”. “El malvado Fentanilo llega a República Dominicana”

Leído así, la droga resulta antropomorfizada (humanizada): es un ilegal que cruza la frontera sin visa ni pasaporte, y comienza a trabajar sin título ni reválida. Y le va muy bien. Se hace millonario. Un sujeto bragado, pero un criminal que anda suelto.

Esa sustancia sintética, de mayor mortandad y adición que cualquiera otra de las que circulan por las calles, no entró, sino que la entraron; no llegó, sino que la trajeron. Tampoco es nueva entre nosotros, pues tiene tiempo circulando y adulterando drogas de mayor consumo.

Es de fácil y masiva elaboración, barata, y su producción comienza en China, pasa por Suramérica y entra en la misma cadena de distribución que todas las otras sustancias que convierten en papilla el cerebro y destrozan la personalidad de los consumidores. Siendo un gran negocio, un extraordinario negocio, que ningún desalmado narcotraficante dejaría pasar por alto, aquí hace tiempo que se está negociando con ella. Y hasta se puede estar fabricando. No nos engañemos más.

Si quisiéramos enfrentar el azote químico de una manera franca, sin hipocresía, cualquier titular debería parecerse al del Listín Diario de fecha 12/07/23: “Trajeron insumos de Méjico para mezclarlo en el país”. Es en el verbo trajeron donde está el meollo de esta tragedia.

En el trajeron está, no solo la verdad, sino el punto clave donde la sociedad y el Estado (la parte sana que le quede) deberían ocuparse. Los estragos causados por el Fentanilo están a la vista en Estados Unidos, país que cuenta con grandes recursos para enfrentar esa plaga y no ha podido con ella.  Por eso, hago mía la pregunta que se hace el columnista Benjamín Morales Meléndez en Diario Libre: “¿Debemos declarar esa droga, sus productores y sus distribuidores como enemigos públicos y establecer un trato penal especial para ellos?”

Pertinente pregunta de difícil respuesta, porque sabemos de una cadena de tráfico y distribución, establecida por décadas en nuestro país, donde están implicados generales, oficiales medios, funcionarios de todo tipo, el sistema judicial, y miles de jóvenes encargados del trapicheo.  Los que traen al Fentanilo y otras sustancias se lucran con millones de dólares que exhiben sin sonrojo y prepotencia, y a los que no están dispuestos a renunciar.

La mueven quienes financian campañas políticas y compran las fuerzas del orden público. El Fentanilo es un compuesto químico que estruja las neuronas cerebrales y paraliza el corazón al menor descuido. Hoy está mezclada con cocaína, crac, metanfetaminas, y todo lo que se pueda “cortar” para aumentarle las ganancias a los traficantes.

Es tan compleja y difícil de resolver la presencia del Fentanilo que, quizás por eso, es menos frustrante escribir “Llega el malvado Fentanilo” que “Los malvados de siempre siguen trayendo Fentanilo”.