El testigo es un cuerpo visible en su función. La línea quebrada y serpentina te lleva por donde ella quiere, de la mano, del ojo y los otros rostros que te buscan en el tiempo y el espacio de la sinrazón. Ferviente acto de nacer como testigo único. Es ya una costumbre del punto que espera solitario en una esquina o dirección urgente del planeta. Lo dice el organismo de la luz. Solo ella se revela ante la mirada que encaja, organiza los objetos circulares, triangulares; cuadrados trastornados y rotos por el curso de estos días turbulentos; soñados por esos cuerpos marcados en la fantasía que expresa la relación posible de puntos encontrados. Su relato es sucio. Enigmático. Sucede que…Ellos…dialogan con el tacto…El eje de forma, velocidad variable del movimiento. Es por eso que… Yo…qui…ero…quiero…ladrar como perro de luna llena…y…noche…azul…Intensa…Ella se traga sus muertos…solos,  traicionados…y todo se altera de repente.

 

Vuelve así la mancha blanca… y… la otra… ¿Te asusta, verdad? La negra. La roja. Hablas a su modo como si surgieras de una vida de sombras, encuentros fortuitos…irracionales….Pero profundamente irónicos. Todo se escucha en nuestros cuerpos dormidos. Eso lo saben aquellos que te oyen cuando hablas de noche, como dormido, casi gritando. Porque son auténticos testigos de este siglo…Porque la corriente de luz se expresa allí donde se rompe la palabra y la serpiente avanza. Casi vuela. Tic nervioso. Gesto maldito. El coro de sombras miente… ¿Cómo saberlo? Buena huella y corte de hueso único. Ser- en -el- abismo. Nada. Todo. Me dicen que hablas cuando duermes de noche. Y te levantas a orinar por costumbre. Aparecen entonces poblaciones de insectos venenosos proyectados en setos áridos. Cucarachas nocturnas deambulan esquivas, deseosas de comer o “picar” por el ayer y el hoy de la basura. La poderosa mugre y el hollín. Desperdicio virulento. Nace, crece, debilita el cuerpo. Contradice el modo de soñar. Prosigue su camino arrasando lo que queda de vida útil y posible. “Entendido, señora. Entendido, señor. Se sabe que es nuestra culpa”. Así es. Así parece. “Guarda tu secreto con llave sucia de pecado”. Celebro la turbulenta línea del cuerpo desnudo con metales y fórmulas híbridas de existencia. La mujer habla con su espejo de noche, pero también, con sus señales mágicas mueve espaldas llenas de esparadrapos para cubrir, cubrir su piel. Vida de nombres y sueños que arrastran las historias más crueles y perversas que recogemos de la vida cotidiana. Y otra vez la línea te persigue. Desbordes sociales. Manos que anuncian muchos eventos turbios. La ciudad se esconde en el tiempo mayor del día. Mira bien. Oye bien, rostro de cabra y de dios pagano. Piensa lo que dice el otro dios de piedra y agua solar. Espera que los pliegues de la tierra, los días y las noches inventen ese otro dolor. Ese que imagina el relato interminable del otro solitario. Duende que espera narrar las grietas de lo que observa tu ojo profundo. Eso ocurre cuando sueñas con puertos lejanos y entidades sórdidas, subterráneas…vivas en la cepa destructora de ese cuerpo que es testigo único.

Cosa gastada que huye sin ningún reparo. Pelea entre espíritus rebeldes. Cuencas que se abren misteriosamente. Ruidosamente. Se tambalean los bordes. Las ventanas caen de altos edificios creando obstáculos en calles aglomeradas de máquinas y transeúntes. Aparecen las máscaras políticas, graves cuerpos administrativos, movidos por conductos secretos.  De ahí que el pánico aparezca en los semblantes melancólicos de aquellos seres urbanos junto a cuerpos desnudos y tatuados. Caminan solitarios. Huyen y se pierden en aquella ruta hacia el silencio. Forman parte de un dibujo fantástico y quebradizo. Así es. Se escucha de pronto un rumor de guerra. Pero de una guerra telúrica, invasiva, temblorosa, acusadora.

 

La ciudad empieza a fragmentarse, se va desajustando en su eje principal. Memoria del presente, del pasado y del futuro. Cuerpo que parece hablar fuera del cuerpo. Humo contaminante. Violento. Invasivo. Abrazador. Pesado. La ciudad soñada y del futuro se vuelve laberíntica. Fugaz y abstracta. Poderosamente asfixiante y sobre todo especular. ¿Cómo podemos leer este cuadro siniestro y desgarrador?

 

El espejo. La salida de un sol negro acusador. Somos la forma solitaria del día. Amenaza del planeta. Puerta que se abre y se cierra a ritmo de campanadas lejanas y rituales.