En un artículo anterior señalamos que, con la elección del Abel Martínez como candidato presidencial del PLD, el escenario político para la batalla electoral del 2024 ya estaba completado.

De manera que nos permite conjeturar sobre las fortalezas y debilidades de los partidos y candidatos que van a participar en la batalla electoral y darle seguimiento a las diversas estrategias prácticas y discursivas para incrementar su capital político y posicionarse en las preferencias del electorado dominicano para las elecciones del 2024.

Partimos del supuesto que, en la batalla electoral, para sentarse en la silla presidencial nada está asegurado, no hay vías fáciles ni simples; que no se resuelve, necesariamente, a favor del líder-candidato que tenga más dinero o capital económico, que también hay que considerar los conflictos culturales, y las capacidades comunicativas, discursivas de los líderes-candidatos para posicionarse en los debates e incrementar su capital simbólico, es decir, su “carisma” “empatía” y capacidad de seducción del electorado.

También hay que tomar en cuenta, las capacidades del líder y el partido para construir su capital social, es decir formar acuerdos, alianzas y apoyo con otros sectores sociales: religiosos, empresariales, de los medios de comunicación, periodistas, artistas, deportistas, presentadores de televisión, influencer de las redes sociales e intelectuales que inciden en la formación de la opinión pública y las preferencias del electorado.

Con esa intención, en el primer artículo, nos referimos al PRM, los orígenes y trayectoria de Abinader, en esta ocasión nos preguntarnos sobre las fortalezas y debilidades de Leonel Fernández para la batalla electoral del 2024.

A diferencia de Abinader, los orígenes de Leonel Fernández son más modestos, humildes, viene de los sectores populares de Villa Juana, de una familia que, como tantas otras, tuvo que vivir la experiencia de la migración hacia New York para mejorar sus condiciones de vida. En ese sentido, sus primeros años de formación académica fueron en Estados Unidos, pero después de su regreso, se graduó de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y, se integró a las actividades políticas, sociales y culturales del país.

Leonel Fernández, fue producto de esa generación que se formó políticamente bajo la influencia de las luchas por la ampliación de las libertades políticas, en contra del autoritarismo de los doces años de Balaguer (1966-1978). Fue activista del movimiento de los clubes culturales en los barrios populares: Villa Juana, Villa Consuelo, Villa Francisca que, juntos a Narciso González, Jimmy Sierra, Adriano de la Cruz, Mateo Morrison y otros, desarrollaban actividades educativa-culturales, como charlas, conferencias en los colegios y patios de los barrios populares, bajo las amenazas, persecuciones y represiones del régimen de Balaguer.

Leonel incursiona formalmente en la política en 1973, a partir de la fundación del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Por su excelente formación académica, sus capacidades retóricas, discursivas, por sus ideales políticos progresistas, por su crítica a la cultura de la corrupción, el apoyo y protección de su mentor Juan Bosch, adquiere rápidamente una significativa notoriedad, relevancia, “carismas”, y capital político en su partido y la sociedad dominicana, haciendo posible que, en 1996, llegue a ser presidente de la República.

En su trayectoria, como presidente y jefe del Estado Dominicano en tres periodos: 1996-2000, 2004-2008 y, 2008-2012, a su favor, se le reconoce el mérito de haber sido un agente de transformación y modernización de las infraestructuras de la sociedad dominicana. Mejoró las deterioradas oficinas de la administración pública, se construyeron calles, avenidas, carreteras, elevados, autovías y trenes en la ciudad capital. Abrió el país, al mercado global-internacional, produciendo una dinamización de la economía de servicios turísticos, de la comunicación, minería, zonas francas, inmobiliarias, que dio origen a una pujante clase media, y una transformación del espacio urbano: grandes torres, malls y centros de desarrollo urbano.

Pero también, durante su gestión de doce años, se montó en el tren de la privatización de las políticas neoliberales. Como agente de modernización neoliberal, privatizó los servicios públicos, desregularizó la economía dominicana: la tasa de cambio, los precios de los artículos, los sueldos y salarios de los trabajadores, incrementando el costo de la vida y la desigualdad en los sectores populares. En su gestión, se transfirió al sector privado, las empresas del Estado: Aeropuertos, Empresas Eléctricas, Ingenios Azucareros y se repartieron las tierras estatales del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), abandonando los trabajadores y las comunidades de los ingenios a su propia suerte.

Durante su gestión, mediante los procesos de contratación de obras del Estado al sector privados, se incrementó la cultura patrimonialista de la corrupción y la impunidad en el Estado dominicano. Basta recordar algunos de los casos más sonados en la opinión pública: El Plan eventual mínimo de empleo (PEME), con más de 1,000 millones. Los reiterados casos de Corrupción en obras públicas. El Caso Sund Land, con 6, 500 millones desaparecidos. El caso de los aviones Súper Tucano. De la aduana de Santiago, donde hubo un desvió de más de 100 millones de pesos. El caso del SEMMA, una acusación de manejo irregular por más de 540 millones de pesos. Aún así, durante la gestión de Leonel Fernández en ninguno de los casos de corrupción hubo una condena definitiva.

Durante la gestión de Leonel Fernández como jefe de Estado se produjo una inmensa concentración del poder político, se fortaleció la figura del presidencialismo y, se debilitó la autonomía de las instituciones del Estado dominicano, pues el poder legislativo, judicial, constitucional y, electoral, se pusieron bajo la dirección de miembros de su partido y allegados.