“Se puede ser un docente exigente, pero con un gran trato humano, el arte de ser un buen educador no es casual, ya que también se debe adquirir experiencia y aprender de ella”.

Desde mis primeros años de estudio de Administración de Empresas, me ha interesado el tema del liderazgo. Luego en la Maestría de Gerencia y productividad, entendí que sin una adecuada compresión del liderazgo no hay posibilidad de gestionar ni dirigir efectivamente ningún proceso.
Hay muchas definiciones de liderazgo, sin embargo es común a todo el concepto de influencia.

Bill George, ex-CEO de Medtronic, introdujo el concepto de liderazgo auténtico en la cultura empresarial con su libro de 2003, Authentic Leadership. Su teoría enfatiza que “los valores, el propósito, el corazón, las relaciones y la autodisciplina de un líder les permiten tomar decisiones éticas y orientadas a la misión”.

Un líder auténtico tiene la posibilidad de potenciar las capacidades de su grupo, debido a que inspira con el ejemplo positivo y con acciones verificables. Reúne datos e información, valora y toma decisiones oportunas, aun en ambientes peliagudos con aspectos que se consideran amenazas y grandes debilidades.

Los líderes de todo el mundo, y muy particularmente los del ámbito de la educación, están condicionados por los vertiginosos cambios de la actualidad, el desarrollo tecnológico manifiesto en la Inteligencia Artificial y el futuro a corto plazo de la educación, los retos pospandemia, las demandas de una formación de calidad, que exigen mayor flexibilidad y adecuación a los tiempos.

Los docentes y académicos deben estar con las botas puestas para gestionar el cambio, orientando y acompañando los procesos, pensando de manera particular en los estudiantes, ya que los niveles de vulnerabilidad se han disparado.

Según Martínez del Castillo (2024) en el ambiente educativo, el liderazgo cimentado en la inteligencia emocional, es importante porque crea un ambiente de aprendizaje positivo y productivo, ya que los líderes que inspiran a sus seguidores dan espacio para la confianza y el respeto, permitiendo al grupo sentirse cómodo para aprender y tomar riesgos. Además motivan para alcanzar su máximo potencial ya que inspiran, les ayudan a desarrollar su confianza y autoestima.También previene los problemas de comportamiento al incidir en la personalidad de sus seguidores de manera positiva.

Hay muchas otras habilidades como la empatía y la sociabilidad, importantes porque permiten relaciones sólidas, creando entornos favorables para la colaboración. Este autor -Martínez del Castillo- comparte algunas bases científicas sobre la inteligencia emocional para el liderazgo. Cita a Van Rooy y Viswesvaran (2004) quienes demostraron que los líderes con inteligencia emocional son más efectivos en la estimulación, el trabajo en equipo y la resolución de conflictos.

En el ámbito educativo, el liderazgo es una habilidad fundamental para los docentes, directivos y guías de organizaciones formativas. Los maestros y maestras inspiran y crean un ambiente de aprendizaje positivo y productivo, donde los discípulos se sienten motivados y apoyados para alcanzar su máximo potencial.

Hablar de condiciones de aprendizaje y vulnerabilidad en la educación, a cualquier nivel, requiere de estudios de realidades comunes al sector educativo en todos sus niveles.

En la actualidad, existe una creciente preocupación por el impacto negativo del liderazgo intimidatorio en el ámbito educativo, provocando la desmotivación en los estudiantes, disminución de su rendimiento académico y problemas de salud mental.

Esta situación hace que se sientan empequeñecidos por sus guías, y que posean menos probabilidades para aprender y participar en clase. Un estudio realizado por Grissom y Noguera (2019) encontró que los estudiantes apocados por sus líderes tienen más riesgos de reportar situaciones negativas en su aprendizaje, menos participación en clase y bajas calificaciones.

La vulnerabilidad, en el espacio del liderazgo, tiene que ver con la capacidad de un líder de reconocer emociones, limitaciones y errores, de aceptarlas en él y en su equipo; siendo capaz de utilizar toda oportunidad para mejor liderar.

Considero que es significativo fomentar en el profesorado y en los directivos de la educación un liderazgo positivo, inspirado en la inteligencia emocional.

Estudios realizados desde los años noventa, afirman que uno de los principales rasgos de un buen líder es la inteligencia emocional. La capacidad de comprender y regular las emociones propias y del equipo con el que colabora.