101) Ya dije por aquí que una de las expresiones que mejor definen un estado de penosa soledad en esta: “Todos me han abandonado, menos Dios”.

102) Una de las expresiones que mejor definen una condición de ingenuidad casi alarmante: “Aunque todos me abandonen, Dios no hará”.

103) Cuando solo nos queda Dios, nos queda la soledad y el desamparo más absolutos.

104) Todo el desarrollo de los medios de comunicación, incluyendo en ellos las llamadas redes sociales, han ratificado la sentencia bíblica que afirma que “no sólo de pan vivirá el hombre”.

105) Fue triste la esclavitud, y sigue siéndolo, pero lo fue y lo es mucho más resignarse a tal estado; lo es mucho más la incapacidad o la indeterminación de rebelarse.

106) Si exigimos de rodillas nuestros derechos, o expresamos nuestra devoción a Dios de la misma manera, con ello indicamos que nuestra condición natural es la esclavitud. Quien se arrodilla se pierde el respeto a sí mismo, y tampoco debería merecer el de su dios.

107) Es perfectamente entendible por qué a la mayoría de los hombres no les basta el dios de la naturaleza; necesitan otro dios diseñado a la medida de sus generalmente mezquinas necesidades, un dios que les de esperanzas y disminuya su angustia ante aquello de “polvo eres y al polvo volverás”.

108) Bienaventurados aquellos que, a este altura de la experiencia humana, piensan de manera sincera que la felicidad es una opción. Esos ingenuos irresponsables es posible que sean parte esencial de la “sal de la tierra”.

109) Los predicadores de todas las religiones son actores. Algunos se creen sus papeles y los representan con sinceridad; otros no se los creen, pero están convencidos de que sus representaciones son “útiles y necesarias” para consuelo y esperanza del gran rebaño para el que actúan. Unos y otros tienen éxitos notables: cuentan con un público reverente, casi siempre entusiasta, bien familiarizado con unos personajes y unos papeles que también a él le gusta representar.

110) Es entendible que muy pocos lo aprueben, pero el ateísmo, el agnosticismo y el escepticismo son expresiones de una ética que las personas de fe religiosa no pueden entender y menos perdonar.

111) Por más que queramos engañarnos, a algunos de nuestros infiernos les debemos gran parte de nuestras glorias.

112) Y quién podría ignorar que la vida se sostiene más por la magia que por la “verdad”.

113) Tal vez una de las peores formas de suicidio sea la asunción de deberes contrarios a nuestras inclinaciones naturales.

114) Bienaventurados aquellos que cada día se empeñan en hacer de sus vidas un chiste o un espectáculo.

115) Todas las cosas que perduran, que se resisten al olvido, han llevado siempre el sello de la pasión, aun sean las más grandes aberraciones.

116) Según el filósofo Spinoza y su conato de perpetuidad, todas las cosas se esfuerzan en perseverar en su ser. Así, según él, la piedra siempre querrá ser piedra. Pero, ¿puede acaso la piedra querer algo? Pienso que la piedra es como Dios que no quiere nada, que no tiene empeño, pasión ni voluntad. Pero la piedra es algo que podemos percibir, en cambio Dios es algo que no participa de nuestros sentidos, que podemos o no desear, que sencillamente muchos necesitan que sea. Así que tal vez Dios sólo sea deseo, no realidad. En la percepción de la piedra pueden confluir todos nuestros sentidos, pero nuestros sentidos no logran dar con Dios.

117) Y si Dios es infinito, ¿cómo podemos siquiera pensarlo desde nuestra finitud?

118) ¿Y cómo, siendo mortales, pretendemos dar cuenta de lo supuestamente imperecedero?

119) No estoy en el mundo para desgastarme persiguiendo una imposible felicidad. Estoy simplemente para defender el derecho a seguir existiendo aun a costa de todas las inevitables amarguras. Y en este, mi conato de lucha por la vida, he apelado, como todos, a un sinnúmero de ilusiones y fantasías.

120) La utopía suele operar como un antídoto contra la verdad. Y la verdad le interesa a muy pocos. Los seres más libres, aquellos que están más cerca de la verdad, supongo que con frecuencia tienden a estar al borde  del suicidio o de la locura.

121) Y siendo finitos, ¿cómo podemos siquiera pensar lo ilimitado?

122) La utopía de la redención secular del hombre por medio de una determinada ideología política es una de las más insufrible mentira para las almas libres. Como lo he dicho más arriba, el poder, no importa el sello ideológico que lo sustente, siempre será un ejercicio de humillación para muchos, de bondades casi siempre alienantes para otros, y de amenaza latente para todos, incluyendo sus detentadores.

La carencia de poder puede marginarte, muchas veces hasta acorralarte. El disfrute del poder puede intoxicarte de falsa grandeza; casi siempre te arrastra hacia un hastío venenoso. De cualquier manera, con o sin poder, la vida siempre degenera en algo lamentable.

123) Aunque la humanidad no tiene remedio, tal vez sea bueno que haya personas  que crean lo contrario, y que se empeñen en “corregir” los males de la existencia. Sin embargo, la historia ha demostrado, de manera irrefutable, que muchos de estos “bienintencionados” son los primeros que, una vez adquieren capacidad de decisión, traicionan los ideales que movieron sus deseos y acciones en el empeño de corregir los males que antes denunciaban.

124) Hay muchas “verdades” que sólo han servido para cometer y justificar grandes crímenes.

125) No tengo ningún reparo en afirmar que– en lo que tiene que ver con con mis creaciones literarias– sólo el delirio y las alucinaciones suelen salvarme.