Mencioné en un anterior artículo que estuve en la casa donde se casó Porfirio Rubirosa con Flor de Oro Trujillo. Como saben otros que han ido –aunque tengo la impresión de que no son muchos–, la casa se llama La Mansión y está ubicada en San José de las Matas. Quiero destacar que el paisaje allí es hermoso, una joya que tendría que ser visitada por un gran número de dominicanos.

Confieso que no entré en la vivienda que luce bien cuidada, sino en otras casas. Pero está claro que todo el sitio, así como toda la zona que rodea este enclave, tiene un agradable clima. Tengo la impresión, no he chequeado, que puedes alquilar algunas villas por medio del Airbnb.

Uno se asombra con la belleza de algunos enclaves como La Mansión. Se narra en algún lugar –o es una apreciación mía– que en la era de Trujillo este lugar era la sede del gobierno del sitio. Los lugareños, como en todas partes del territorio nacional, son afables, prestos a servirte en lo que quieras.

Aunque se han publicado varios libros que dan cuenta del asunto, lo que no saben muchos analistas es si Flor de Oro Trujillo –ni siquiera sus amigas– se puso más colorete de la cuenta, si se maquilló en demasía, si usó rímel o si usó pintalabios para aquella celebrada ocasión.

Se entiende que desde la Era de Trujillo este lugar es bien cuidado. Habrá que preguntar en qué gobierno –Jorge Blanco, Balaguer– este sitio comenzó como un lugar para la vivienda de personas, o meramente como lugar de vacaciones. Es necesario entender que hay algunas propiedades de un lujo considerable, algo que lleva a algunos a pensar en Casa de Campo, de alguna manera.

Uno se acuerda de fenómenos que tienen que ver con la política que tenían algunos presidentes: una persona se les acercaba para desarrollar un proyecto y estos aprobaban. El proyecto se hacía y era en cierto modo rentable desde una visión financiera que permitiera el dominio sobre la hidra de siete cabezas. Algún funcionario del gobierno de Balaguer me dirá que esos proyectos, tales como el Ercilia Pepín de Jarabacoa, nunca fueron rentables. Hoy miran el sueño del descuido.

No creo que hubiera noticias que nos hablaran del proyecto de San José de las Matas en el gobierno de Jorge Blanco, sino de Balaguer, pero todo queda en el cuidadoso silencio.

Se da un fenómeno interesante: muchos ingenieros se acercaron a Balaguer en los doce años y desarrollaron proyectos urbanísticos importantes. Los gobiernos necesitan de sabios ingenieros, gente capaz de desarrollar estos proyectos. En algunos casos, como podemos citar de muchas partes, se trataba de casas económicas, multifamiliares y lugares de esparcimiento que eran desarrollados con intención de que tuvieran un rol social importante que cumplir en ese momento.

“El axioma que está detrás de esto es un fin mercurial”, me dirá alguien. “El otorgamiento de contratas multimillonarias es una norma sine qua non de los gobiernos”, me dirá. Lo cierto es que algunos proyectos cumplieron un rol social, y todos nos recordamos de Joaquín Balaguer entregando llaves de apartamentos en estos multitudinarios proyectos urbanísticos.

Aunque contemporáneos, dudo mucho que los proyectos de San José de las Matas, donde algunos empresarios tienen sus viviendas, tuvieran el control de Balaguer. Más nos parece que este fue un proyecto meramente trujillista: lo impresionante es que las villas se han construido, o reconstruido con el correr del tiempo y así tenemos verdaderas bellezas. En Jarabacoa se da un fenómeno interesante que nos habla, con mucho interés, sobre los gobiernos peledeistas. La llamada “Hamaca de Dios” es un sitio que se ha cronometrado como un proyecto morado, con todo lo que eso representó en su momento (el autor no lo ha visitado).

En los gobiernos reformistas, como he dicho más arriba, se realizaron muchos proyectos inmobiliarios en muchas provincias del país. La derrama económica sigue los dictados de Keynes, para decir que la economía se nutría de estos enclaves, a la par de los contenes, las aceras y las calles.

En los gobiernos morados, también se construyó con mucho énfasis (en los otros gobiernos también). En la actualidad, con una visión de futuro, tenemos que las autoridades tienen claro que el desarrollo inmobiliario es esencial para el desarrollo de las comunidades que siguen creciendo. La población de Constanza de la Era de Trujillo no es la misma que tenemos hoy. Uno de los misterios es que una persona me dijo recientemente que no le gustaba Bávaro. Está claro que me hablaba del pueblito, no de la zona de los hoteles.

Se toman algunas iniciativas que tienen que ver con conocer los enclaves del interior, al tiempo que se espera que sea pronto el día en que Bahía de las Aguilas se convierta en el lugar más visitado. El debate que se dio en el país para que todo este proceso llegara a feliz término fue grande, y se discutió mucho en los medios.

Como dije más arriba, la casa donde se efectuó el casamiento de Flor de Oro Trujillo está en buenas condiciones. Para aquella época debió representar un sitio estratégico: un lugar considerado como de última moda, con una celebración que ha sido cronometrada en algunos libros. Es de entender que el modelo de alquiler de viviendas y villas sea un modelo de entusiasmo para los viajeros que, a la par que pueden ir a Dubái, comienzan a conocer su país con todas las bellezas que este ofrece.

La pregunta que se hacen muchos –o algunos, vamos–, es si esa fiesta de los tempranos años del siglo fue bien aquilatada por los presentes. Es entendible que se dan hechos públicos, que se tornan en procesos históricos de relevancia. En los periódicos de la Era, con toda la grandilocuencia del mundo, marcharon las noticias del acontecimiento, algo entendible por el afán de pompa y bulla de una Era que resultó bastante larga.