En la medida en que se aproximan las elecciones municipales de febrero próximo, y luego en mayo las presidenciales y congresuales, las ofertas políticas cargadas de demagogia y falsedades se incrementan en boca de los aspirantes a cargos electivos.

 

Los políticos tienen como base fundamental utilizar esta estrategia para estimular los deseos y/o ambiciones de la población carente de necesidades básicas como alimentación, educación y oportunidades de trabajo.

 

La pobreza arrastra sueños y aspiraciones que ponen a volar la imaginación al infinito, eleva la creatividad a un mundo de fantasías que llena de placer interior al necesitado.

 

Pero, no solo sueñan los pobres en ser ricos, sino que los ricos también sueñan en ser poderosos multimillonarios a costa de los más necesitados.

 

La falta de recursos económicos indispensables para disfrutar de una calidad de vida digna que satisfaga planes y proyectos para el desarrollo personal o familiar, hacen del desposeído una persona fácilmente dependiente, vulnerable al engaño y al abuso.

 

La diferencia entre un pobre y un político es que el primero es confiado ante quienes le rodean, e ingenuo ante oportunistas y estafadores. El segundo, un negociante que asegura hacer realidad los sueños y fantasías de los necesitados a cambio de un voto electoral, ofreciendo falsas promesas de bienestar económico, educativo y laboral.

 

De todo hay en la viña del Señor. Conocemos de gente dotada de grandes fortunas que suelen ser indolentes a los gritos de hambre de los pobres. Pero que son solidarios, ayudan y colaboran económicamente a los políticos, porque los consideran sus aliados, se protegen unos a otros, compartiendo intereses que solo benefician sus arcas personales.

 

El filósofo griego Aristóteles sustentaba que la demagogia era la forma corrupta o degenerada de la democracia. “Las promesas que suelen realizar los políticos durante las campañas electorales son habitualmente criticadas como demagógicas cuando aparecen como irrealizables”.

 

El expresidente Leonel Fernández, líder del partido Fuerza del Pueblo (FuPu), prometió la semana pasada que de ganar las elecciones de mayo de 2024 bajaría los precios de los plátanos, la carne, el arroz, el pollo, los huevos, la leche, y quién sabe si hasta la edad de vida de los dominicanos.

 

Es casi seguro que los más de tres millones de dominicanos que por múltiples razones residen fuera de República Dominicana (al igual que el autor de esta entrega), se sorprendieron con la promesa de campaña electoral de quien ha sido presidente de la República en tres períodos de cuatro años.

 

No tengo la menor idea de cómo diablos el ex presidente Fernández va a lograr que se vendan pollos, huevos y carnes a bajos precios cuando los insumos agrícolas –en un alto porcentaje comprados en el exterior – están por las nubes, afectados seriamente los costos de producción.

 

¿Acaso pretende sacar los $85 millones de dólares que dicen tiene ahorrados para comprar a agricultores, avicultores y ganaderos toda la producción para venderlos a bajos precios a partir de agosto de 2024?

 

Más que aplausos, son muchas las críticas que ha generado por esta urbe neoyorkina tan demagógica propaganda política.

 

Si verdaderamente fuera tan fácil lograrlo, es casi seguro que ya el presidente Luis Abinader lo hubiese hecho. No solo para su proyecto reeleccionista, sino para facilitar el triunfo de los aspirantes perremeístas a cargos municipales en la contienda de medio tiempo en febrero próximo.

 

Cualquiera que lo haga sería un gran alivio para los que aportamos cientos de millones de dólares a la economía del país con los envíos de remesas.

 

Bajaría en gran medida la presión que recibimos de nuestros familiares, que reclaman mayores aportes económicos para poder cubrir el constante incremento de los precios de los productos de la canasta familiar en República Dominicana.

 

De este lado del océano también sufrimos. En Estados Unidos sentimos con fuerza el golpeo económico en nuestros bolsillos, por los incrementos de precios de todos los productos comestibles, en especial de artículos de primera necesidad.

 

Por lo menos, aquí estamos conscientes de que la carestía que sufrimos, al igual que en el resto del mundo, es por la gran crisis económica que reina a nivel global, provocada por múltiples factores, en gran parte por los conflictos bélicos en países lejanos y el cambio climático.

 

Las elecciones presidenciales en EEUU son en noviembre de 2024, y ningún político demócrata o republicano se ha pronunciado con tanta demagogia para conquistar el voto de los estadounidenses como lo ha hecho en su país el candidato Leonel Fernández.

 

La manera de pensar y de actuar de la humanidad ha cambiado tanto en esta nueva era que ya no nos sorprende ver cómo la vulgaridad, la falsedad y la deshonestidad siguen ganando terreno en la mayoría de los países de este planeta.