En las voces de los políticos de hoy oigo, en parecidas circunstancias, los ecos apagados de los políticos de ayer, como en una interminable saga sin resultados ni puntos finales: las mismas promesas en las campañas electorales, las mismas estratagemas releccionistas y los mismos balances desde las esferas del Palacio Nacional.
Lucha contra la pobreza: “un pollo sabrosón” con 34 pesos
Durante toda la campaña electoral de 2004, bajo el lema de “vuelve el progreso”, Leonel Fernández fustigaba al gobierno de Hipólito Mejía. Prometía resolver la crisis social y económica, prosiguiendo los logros de justicia social que describía como una realidad en sus discursos del período 1996-2000.
Durante esa campaña electoral, el discurso de cierre de campaña contiene en forma gráfica y sintética las promesas de solución de la crisis social de la población, concentrándose en los productos alimenticios de la canasta familiar.
En la comparación que hizo entre los precios de los productos en 1996-2000 y 2000-2004, Fernández creó la expectativa en el electorado de que los precios volverían al "volver al progreso”, a como estaban cuando él gobernaba, así:
–Con 4 pesos se volvería a comprar 8 huevos.
–Con 18 pesos se volvería a comprar 3 libras y media de arroz.
–Con 5 pesos se volvería a comprar once plátanos.
–Con 3 pesos se volvería a comprar 7 panes.
–Con 30 pesos se volvería a comprar 2 libras y media de habichuelas.
–Con 60 pesos se volvería a comprar 4 libras de salami.
–Con 25 pesos se volvería a comprar 4 libras de spaghetti.
–Con 9.90 pesos se volvería a comprar 2 libras y media de azúcar.
–Con 250 pesos se volvería a comprar 3 galones de aceite.
–Con 9 pesos se volvería a comprar 4 libras y media de sal.
–Con 160 pesos se volvería a comprar una lata de leche grande.
–Con 34 pesos se volvería a comprar «un pollo sabrosón como éste, bueno, pero ahora, por 36 pesos en este gobierno no podemos comprar ni un pichirrí”.
El 16 de agosto de 2004, nueva vez en el gobierno, Fernández pronunció su discurso de juramentación centrándolo en la política social, en la alimentación específicamente, bajo la consigna de: ¡ Comer es primero!
Estos son algunos conceptos clave de ese discurso.
–Los pobres de la República
–Situación de pobreza extrema
–Derechos económicos, sociales y culturales
–Comer es primero
–Justicia social
–Bienestar de la familia
Veamos cómo Fernández presenta esa estrategia.
“Para coronar con éxito ese inmenso desafío que tenemos por delante, se hace imprescindible asegurar para los años por venir la continuidad del crecimiento económico y la estabilidad, al tiempo que aplicamos de manera consistente una estrategia nacional de reducción de pobreza. Esa estrategia, tal como ha sido consensuada por diversos sectores de la vida nacional, debe estar orientada hacia tres aspectos fundamentales:
“Primero: Hacia la creación de oportunidades económicas para los sectores más pobres del país, y eso significa, esencialmente, la generación de empleos, tanto a nivel urbano como rural, a través de medianas, pequeñas y microempresas. Segundo: La realización de inversiones estratégicas en los grupos más vulnerables, afectados de extrema pobreza; y tercero: Mejorar la equidad fiscal y fortalecer los servicios de protección social. Estamos seguros de que ante esa gigantesca tarea que significa reducir, en forma significativa, la pobreza en la República Dominicana, como en todas las tareas que hemos emprendido unidos como pueblo a lo largo de nuestra historia, saldremos una vez más victoriosos, triunfantes, con un nuevo país, objeto de orgullo para los dominicanos y de admiración y respeto para las demás naciones del mundo”.
Todo eso es insuficiente para lograr la justicia social combatiendo la pobreza, la cual es como una enfermedad cancerosa que se propaga por todo el cuerpo, sin cura previsible.
Dice Fernández que esa estrategia no podrá tener “avance significativo” sin poner en prácticas políticas de más largo plazo en educación, salud, seguridad social, redes de protección social, inclusión de jóvenes, ancianos y mujeres, cultura, recreación y entretenimiento.
“Ahora bien, ningún avance significativo puede lograrse en una estrategia nacional de reducción de pobreza si no se le presta atención especial a la educación, a la salud, a la segundad social, a las redes de protección social, a la inclusión de los jóvenes, los ancianos y las mujeres, así como a la promoción de los valores de la cultura, la recreación y el entretenimiento”.
Entonces, los planes en cada uno de esos campos que el gobierno lleva a cabo, y los que a partir de la fecha impulsará, son los responsables de combatir, efectiva y decididamente, la pobreza.
Por ejemplo, la educación, reconocida urbi et orbi como el principal antídoto contra la inequidad social y la pobreza, recibió una inversión por parte del gobierno, superior a años anteriores, de 25 mil millones de pesos de presupuesto nacional. Así lo dice Fernández, con satisfacción.
“Otro aspecto que concitaba, y aún concita, la atención pública, es el relativo a la inversión en educación. Sobre ese particular debo indicar que de una inversión de algo más de 12 mil 700 millones de pesos en el 2004, en la actualidad tenemos una inversión de cerca de 25 mil millones de pesos en el área educativa, prácticamente el doble de dos años atrás, y el mayor aumento registrado en toda la historia de la educación dominicana”.
Reelección como progreso
En el 2007 y 2008, los argumentos de Fernández en pro de la reelección como progreso buscaban levantar el rechazo que, por las experiencias anteriores ese tema concitaba, apelando, sobre todo, a la solución de los problemas de la pobreza en República Dominicana.
Las palabras pobre y pobreza han conquistado el escenario en el discurso político actual, desde que años atrás, organismos internacionales como las Naciones Unidas colocaron la lucha contra la pobreza dentro de los objetivos del milenio.
Dentro de ese marco general aparece el tópico justicia social en el discurso político dominicano, del que Fernández es uno de sus principales exponentes. Ese político ha empleado ese tópico en innúmeras ocasiones, con la variedad conceptual y terminológica apuntada dentro de la visión hegemónica de la conquista del progreso para los más pobres.
En los discursos presidenciales del primer período gubernamental de Fernández, 1996-2000, destacamos el del 29 de julio de 1998 desde el Palacio Nacional en el cual el presidente hacia un balance de las ejecutorias de su gobierno. En ese discurso el tópico justicia social se concreta, según él, en el auge de la economía y en el consiguiente bienestar de los sectores más pobres, reflejado en la reducción de precios de los productos de primera necesidad.
Extraemos dos párrafos de ese discurso.
“En los últimos dos años, el crédito bancario al sector privado creció en 56.8 por ciento, lo que, sin duda, ha sido un factor primordial en la instalación de más de 10,000 nuevas empresas las cuales han creado alrededor de 200,000 nuevos puestos de trabajo. Todo ello, dentro de un clima de estabilidad de precios, evidenciado en el hecho de que los precios de la canasta familiar en junio de 1998 son inferiores a lo que costaba adquirir los mismos productos en junio de 1997.
“Para muestra, el arroz, la habichuela, la cebolla, el ajo, los repollos, la batata, la carne de res, los huevos de granja, para sólo citar unos cuantos ejemplos, todos están por debajo de su precio de hace un año.”
Habia,pues,de acuerdo con lo señalado por el presidente, un bienestar creciente entre los más pobres .Dos años después, en el discurso de rendición de cuentas en la Asamblea Nacional, el 27 de febrero de 2000, Fernández incluyó el tópico de justicia social como uno de los grandes logros de su gobierno.
La relación entre justicia social, modernización y progreso es una constante en sus discursos. Él habla con frecuencia de dos paradigmas que conviven, dos épocas, dos realidades, en nuestra sociedad: la premoderna y la moderna.