“Leon Wildes, abogado migratorio” hubiese sido un título anodino para un sábado decembrino, futbolero y bacanal. Con todo, su proeza legal reverbera cada diciembre.

En 1972, una orden de deportación del Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos (INS en inglés) deportaba a un ciudadano británico y a una japonesa, con un preaviso de quince días. Leon Wildes, experto en derecho migratorio, fue apoderado por los extranjeros.

A diferencia del abogado, sumido en su práctica judicial sin saber de antemano quiénes eran John Lennon y Yoko Ono, la Administración Nixon sí entendía la notoriedad artística y política de sus clientes. Con la notificación de ese acto se inició una larga batalla judicial que sumó cuatro demandas federales incoadas por los artistas contra el gobierno estadounidense.

John Lennon contra los Estados Unidos de América, crónica judical escrita por Leon Wildes, abogado del artista.

Desde el inicio de los procesos, el INS cometió abusos de poder contra los representados de Wildes. Así, por ejemplo, la agencia gubernamental sabía que no podía acusar recibo de la instancia que Wildes rápidamente preparó planteando una excepción provista por el Ley de Migración de los EUA. El abogado de la pareja ponía al INS en mora de una prueba que hasta yo niña en Santo Domingo conocía: el deportado era uno de los pasados Beatles y su esposa, una conocida artista conceptual.

Sus contribuciones a las artes y humanidades les hacía potencialmente beneficiarios de un visado, que, una vez tramitado por Wildes, suspendía la orden de deportación hasta su conocimiento. Por tal motivo, la INS dejó el sobre con la notificación cerrado y sin recibo, para solo mencionar la primera de las vías de hecho que se conservan en el expediente judicial, aunado a las que el Buró Federal de Investigaciones (FIB en inglés) develó mucho tiempo después, con fuertes evidencias de una persecución política en el trasfondo.

John Lennon y Leon Wildes.

Desde 1968, Lennon y Ono estaban hasta en la sopa del recién electo presidente estadounidense Richard Nixon como pintados por su amigo Andy Warhol. Podía ser el New York Times o el Última Hora, en los años setenta fue ordinario encontrarlos retratados en marchas, en la cama, con ropa, sin ella, en la radio, en la televisión, etc. Hacían uso de su fama internacional, así como de derecho de expresión para solicitar al mandatario el retiro de las tropas en Vietnam.

Desde 1971, el presidente estadounidense tenía no un pelo, sino dos peludas cabezas en su paila reeleccionista: dos líderes de la contracultura, marido y mujer, instalados en Nueva York. Las elecciones la decidirían personas de menos de treinta años, gente que había crecido cantando She loves you, ahora movilizados en contra de una cita con la muerte o inmolación por el supuesto avance del comunismo en el Sudeste Asiático.

Un coro de votantes cantando give peace a chance frente a la Casablanca, habrá sido para el gobernante republicano una especie de invasión bárbara. Los Ono Lennon no cabían en su América.

Los dos migrantes a punto de ser deportados tenían razones personales para permanecer en los Estados Unidos. El libro escrito por Wildes, John Lennon vs. the U.S.A.: The Inside Story of the Most Bitterly Contested and Influential Deportation Case in United States History relata de primera mano los incidentes del proceso y la razones por las que, según sus clientes, querían permanecer en los EUA. Recomiendo leerlo en lugar de estropear al lector el agravio implicado por la orden de deportación en este caso en concreto.

Con la ayuda de Wildes, Ono obtuvo el visado poco tiempo después. Sin embargo, Lennon tenía una ficha de arresto por posesión de cannabis en Reino Unido, amistades como Abbie Hoffman, Bobby Seale y otros integrantes de los Chicago Seven y los Black Panthers, respectivamente como puntos vulnerables.

La pareja millonaria con residencias de lujo en Manhattan y Palm Beach no anticipó la persecución “anticomunista” de los servicios de inteligencia en su contra, practica continuada por el FBI, siguiendo las prácticas del recién desaparecido Edgar J. Hoover en paralelo al litigio.

La crónica judicial escrita por el abogado Wildes explica violaciones al debido proceso, que según dice, nunca vio antes o después en su ejercicio profesional. También, como la ganancia de causa que obtuvo, condujo a importantes cambios en la ley de migración, y trajo luz acerca de secretas prácticas gubernamentales e indebidas influencias políticas. El precedente sirvió de base a un sistema político migratorio más transparente desde la segunda mitad de la década del setenta, una vez los republicanos salieron del poder.

Wildes, profesor universitario y autor de libros de derecho migratorio, ha recibido distintos reconocimientos, y su hijo continúa la práctica profesional de su firma Wildes & Weinberg . Cooperó con el documental titulado Lennon vs. EUA. (tráiler) El quid de su defensa se basó en la evidencia que se mostraba manejo discrecional en 1,800 expedientes en los que el gobierno otorgó acción diferida, esto es, protección contra la deportación.

El litigante fue el primero en invocar con éxito para su célebre cliente el argumento de acción diferida. La visa U otorga un estatus temporal de no inmigrante que le permite a una persona la presencia legal en el país. Lo hizo demostrando que el gobierno la había otorgado muchas veces antes y en 1975 ganó el caso de su apoderado.

Conforme a los mismos estándares expuestos en el precedente John Winston Ono Lennon contra los Estados Unidos, la Administración Obama fundamentó el Deferred Action for Childhood Arrivals program, para permitir a jóvenes migrantes indocumentados que han crecido en EUA evitar la deportación y se intentó pasar una ley con tales fundamentos, el DREAM Act.

La defensa del abogado Leon Wildes a John Lennon es la génesis para los derechos constitucionales de los migrantes. Entrevista a Leon Wildes sobre el caso Lennon y los cambios en la política migratoria estadounidense.

Su cliente fue el primer dreamer y su legado como abogado es una más humanística y orientada a derecho política migratoria.

Todavía no hay una Ley DREAMER, pero en adviento se vale imaginar sueños.