En la vorágine de los doce años fatídicos Balaguerista, después de la odisea de Abril del 65, cuando el pueblo creó la epopeya y nació la leyenda en la lucha por la libertad y la soberanía nacional, el movimiento de la nueva canción dominicana se volvió espiral. Surgió el grupo Expresión Joven Nueva Forma, Convite, Licuan, Lodo, integrándose los grupos culturales de la UASD en una diversidad de expresiones contestarias. Se hizo presente el modelo musical de la Nueva Trova Cubana, del cantautor y las guitarras, con algunos grupos muy  intelectualizados, donde las letras eran denuncias y la poesía era protesta. ¡La lirica la ganó a la música!

Entre los grupos musicales de esta Nueva Canción, Convite optó por el camino del folclore, por los senderos del campo, donde la resistencia cultural tenía siglos reencontrando esencias, raíces, música y cantos enclaustrados, raptados e invisibilizados por una élite  neo colonizada. Convite se convirtió en escuela, para darle contenido a los símbolos. El camino de la nueva canción popular dominicana era la fusión,que enriquecía y redefinía la identidad con destellos de dominicanidad.

Otros cantores y cantoras, porque cambiaron los tiempos, tonaron los signos de los nuevos caminos de la creatividad, para asumir la tentación de la identidad. La bachata se llenó de esencias barriales y el merengue se puso traje y zapatos nuevos. ¡Los ancestros populares pueden ser ultrajados, pero no desaparecen jamás! ¡Surgen nuevas propuestas y nuevos caminos, como Luis Días, Víctor Víctor, Sonia, Roldán, Xiomara, Manuel Jiménez, Rita Indiana o Juan Luis Guerra, en un país, que cuando se ocultan las estrellas en una noche sin luz amanece más claro!

En el Centro Cultural Banreservas, el espacio de más actividad artística-cultural, con mayor diversidad del país en este momento, en la magia nostálgica de un impactante patio español, en la zona colonial, donde las piedras son símbolos, una noche llena de estrellas resplandecientes, una hermosa voz recorrió los espacios siderales de soñadores  amantes de la vida, que llegó a lo infinito del universo en espontaneas tentaciones de asombro.

(Una francesa que al venir a vacacionar se enamoró de un “moreno”  que la volvía loca. Inexorablemente llega la despedida y la tragedia es para los dos. La separación se tornó insoportable y ella regresa de nuevo y sorpresivamente se encuentran frente a frente. Cuando hay amores fugases, el silencio prevalece en el reencuentro.  El baile se convierte en pretexto y la emoción en catarsis).  El abrazo se tornó necesario y esa noche, se oyó una voz que cantaba:

“moreno mío, agárrame la mano

y cáete en mis brazos”.

Lena Dardelet.

Era la voz de Helena Dardelet, que todo el mundo la conoce por Lena, una artista de 23 años, nacida en Francia, pero desayunando con mangú, queso blanco con aceite verde desde niña, saludaba el salitre del Atlántico, en Cabarete, Puerto Plata, la cual pasaba horas cantando bachatas bajo la sombra de un cocotero, repitiendo una y otra vez un CD de bachata con Raulín Rodríguez y Zacarías Ferreira. Creció, hizo un paréntesis y se fue a Montreal, Canadá, por cuatro años a estudiar música y se lanzó al canto en el 2018 con una producción bilingüe que señalaba las dimensiones de su osadía: “Jazz y Folk”, la ruta de la fusión en el camino de la identidad.

Como las estrellas que brillan, Lena rápidamente se convirtió en una referencia refrescante, con una hermosa voz, un carisma juvenil impactante, personalidad enigmática, contagiante, con composiciones, poesía y música impresionantes, con sonidos definidos de sintetizadores, con elementos de trap y sobre todo con una fusión con ritmo de boleros, balada, pambiche, jazz, merengue y bachata, produciendo nuevas dimensiones sonoras con el enriquecimiento de diversas expresiones en la definición alternativa de la canción popular dominicana, haciéndole honor a las rices, base de la identidad y afianzando la dominicanidad.

Lena, con una hermosa voz que me recuerda a Ellis Regina en Bossa Nova, impacta con sus timbres sonoros en canciones como Juana Mecho o Marola dándole un toque particular, con estilo y emoción a estas canciones para recordar a Luis. Lena, además de carismática cantora, es una fascinante autora de aventuras de amor y desamor, donde prevalece la ternura. Lena, es una amante del amor como expresión sublime, capaz de producir milagros y asombros.

La sensibilidad de Lena reverencia a su madre, en una tierna y hermosa canción, resumida en su vida cotidiana, pero con cariño, respeto y admiración.  La contempla y proclama:

“Quién es esa señora linda”.

“Mírala como ella camina

todo el mundo la mira”.

“Mírala como ella baila

a su manera

y se menea de aquí pa allá”.

Estamos ante el surgimiento de una cantautora que sabe lo que dice y sabe lo que quiere, que se ha convertido en lucero en el cielo, la tierra y la vía láctea. Basta disfrutar sus canciones, para saber que estamos ante algo diferente, sutil y hermoso, estamos ante una nueva forma de cantarle al amor y a la vida, estamos en la primavera de la identidad de la canción popular dominicana.

El que la ve y la escucha cantando queda hechizado, en trance, fascinado. Repitiendo con ella, a ritmo de una bachata excepcional de su autoría:

“Hay mamá,

hasta el final

hasta el final”,

hasta el final”…

Lena y Dagoberto en Banreservas.