En el artículo anterior referimos algunos casos de crímenes en Mao que no estaban documentados y que solo pervivían en el imaginario colectivo. Una de las víctimas que omitimos involuntariamente en el artículo fue Victoriano Almánzar Báez (1884-1936), un antiguo seguidor del general Arias, a quien eliminaron el 29 de julio de 1936 al entrar en contradicción con la dictadura en la pequeña comunidad de La Yagua, distante a unos 5 o 6 kilómetros de Mao. Alguien que realizaba trabajos de topografía próximo al lugar donde este se encontraba pudo ver cuando le dispararon con una escopeta.

Ahora bien, después de 1955, cuando ya el régimen de fuerza entraba en un proceso de declive, las expresiones de protestas contra la tiranía también se incrementaron en todo el país, lo cual impulsó a las fuerzas represivas a desatar una gran ofensiva. En Mao, cuya población urbana ascendía a 24,070 habitantes, los grupos urbanos de mayor conciencia emprendieron diversas acciones de protesta.

Una de las acciones de mayor osadía consistió en embadurnar con materia fecal un busto de bronce con base de caoba del dictador, ubicado en el pasillo central de la escuela Presidente Trujillo, hoy Juan Isidro Pérez, acompañado del mensaje “come ahí papá”. A Posteriori se supo que este acto de intrepidez lo ejecutó Manuel Rodríguez Peña, nativo de Santiago, y quien a la sazón se desempeñaba como profesor de educación física.

Esta manifestación de repudio desató la furia de los cuerpos militares y policiales del régimen que acometieron una escalada represiva de tal dimensión que la gente no se atrevía ni siquiera a visitar el parque central de la localidad. La primera víctima fue Sergio Augusto Luna, un humilde mecánico oriundo de la sección Cercadillo, Santiago Rodríguez, cuyo cuerpo apareció colgado de una planta de granada situada frente al plantel escolar, árbol cuyas ramas no se caracterizan por su fortaleza, y por tanto, incapaces de sostener un cuerpo humano.

Algunos de los estudiantes que presenciaron el cadáver aseguran que a Luna le dieron muerte en otro lugar y lo trasladaron hacia allí pues se hallaba sentado en el suelo y la correa, o cinturón, con la cual lo ahorcaron no estaba tensada, nos confesó un testigo. Con la acción se procuraba atemorizar a la población de la escuela y al mismo tiempo escarmentar a los ejecutores.  Su muerte fue obra de matones al servicio del régimen.

El encono de los militares por la afrenta contra el Jefe era tal que el jefe del ejército en Mao, el oficial Rodríguez Reyes, asesinado luego en Palma Sola, penetró en su vehículo al patio de la escuela para presionar a su director, el Sr. Tulk, a que denunciara a los ejecutores del hecho. La represión y furia de los organismos coercitivos alcanzó tal nivel que un grupo de ciudadanos solicitó la intervención de la célebre Comisión Trujillista, que integraban Alejandrito Rodríguez, los hermanos Torres (Nano, Carmito y Emiliano), Félix y Ramón Rodríguez (Chaco), a fin de que intervinieran para poner cese a la intensa ofensiva coercitiva.

No obstante la solicitud, a partir de este momento los militares y policías intensificaron la represión. El 7 de noviembre de 1959 los esbirros de la tiranía liquidaron a Eladio Antonio Inoa (Laíto), un humilde mesero del bar Sidra de Nanito Madera, quien se quejó de la continua presencia en el lugar y fue delatado por alguien cercano. Su cuerpo amoratado apareció en un cañaveral en la carretera Mao Esperanza y su muerte se le atribuyó a un oficial del Ejército de apellido Taveras.

Los sicarios de la tiranía también liquidaron en Hato Nuevo al profesor Pericles Bienvenido Disla, el 15 de noviembre de 1959, quien impartía docencia en Entrada Mao y andaba acompañado de Laíto Taveras, nativo de Hato Nuevo, quien hábilmente logró eludir a los matones. La muerte del profesor Disla se le imputó a Bisonó Jackson, comandante policial de Mao. Trasladar el cadáver a Mao se convirtió en una odisea pues nadie se atrevía a transportarlo y debieron hacerlo en una litera.

También liquidaron a un personaje conocido con el sobrenombre de Mapa, cuyo cuerpo, de lleno de heridas de arma blanca, lo lanzaron al canal mayor. El sujeto era una especie de correveidile ya que informaba de forma simultánea a los grupos antitrujillistas y a las fuerzas represivas. Asimismo, los matones le quitaron la vida a un señor de piel oscura frente a las oficinas públicas.

Fusilamiento de los hijos del general Carlos Daniel

Cuando se produjo la expedición revolucionaria del 14 de junio de 1959, con el pretexto de que debía ofrecer declaraciones sobre la misma, los militares dominicanos apresaron a Carlos Daniel Ramírez, hijo del general Carlos Daniel y Lesbia Ramírez, quien residía en Bajabonico, Imbert, donde se dedicaba con éxito a las actividades comerciales y ocultaba su verdadera identidad con el nombre de Pedro Canela, pero fue delatado por un compadre y lo fusilaron Los Caños de Luperón.

Igualmente, los guardias ejecutaron a Andrés Antonio y a Fernando Bolívar Inoa, hijos también de Carlos Daniel con Amantina Inoa, quienes realizaban trabajos de carpintería en el lugar. Un tercer hijo, Aquilino Inoa, salvó su vida pues pocos días antes había contraído nupcias con Ana Virginia Benedicto y en el momento del apresamiento de sus hermanos se hallaba en Salcedo. Es muy probable que los militares encontraran algún documento que comprometía a los descendientes del general Daniel o simplemente se trató de un acto de pura vesania.

Brevemente se debe señalar que la expedición del 14 de junio acicateó la conciencia de la juventud maeña, como da cuenta Robinson Fernández, uno de sus miembros:

Yo vi en la fortaleza de Mao los cadáveres masacrados y tirados en la cama de un camión de tres de los héroes de Maimón y Estero Hondo, amarrados con alambre de púas y vi un héroe vivo que decían que era de Altamira y a quien un esbirro de ese lugar le dio dos bofetadas por la cara. También a un joven maeño tratando de cortarle los genitales con una sevillana a uno de los muertos”.

Manuel de Js. Haddad Pichardo, líder del movimiento anti trujillista.

Los torturados

Al develarse el movimiento revolucionario contra la tiranía de Trujillo, a inicios de enero de 1960, los cuerpos represivos realizaron apresamientos masivos en todo el país y el pueblo de Mao no fue la excepción. Muchos de los jóvenes apresados pertenecían a la Unión Antitrujillista, organización creada y lideraba por Ramoncito Echavarría (barbero) quien tenía contactos con Enrique Almánzar (sastre), uno de los integrantes de los Panfleteros de Santiago. La UA se dedicaba a distribuir panfletos contra la dictadura, a crear conciencia entre la juventud sobre la necesidad de derrocar a Trujillo, a colocar propaganda contra el régimen en los postes del tendido eléctrico, etc.

Fulvio Noel Felipe.

Además de Echavarría, apresaron a Fulvio Noel Felipe (barbero), los hermanos Ramón (Mon), sastre y Fernando Ramírez Torres, José Tomás Matías (agricultor), José Yoryi Morel Inoa (Borojol), los hermanos Rafael Belarminio (tractorista) y Adolfo Díaz Sánchez (barbero), Milet Haddad (comerciante a pequeña escala), José Eduardo Sánchez (zapatero y músico). Del grupo sufrieron las mayores torturas en la cárcel La Cuarenta Ramoncito, Fulvio, Belarminio y Niño Sánchez a quien le explotaron un ojo y Adolfo Sánchez que le fracturaron la mandíbula inferior y lo trasladaron a la isla Beata donde se alimentaba principalmente con cáscara de plátanos y lagartos.

Rafael Belarminio Sánchez.

Por razones que se desconocen, a Milet lo liberaron a los pocos días de ser apresado, aunque cuando asesinaron a Trujillo lo apresaron y de forma salvaje y le fracturaron el brazo izquierdo.

Ramoncito Echavarría Mata.

En febrero de 1961 fueron apresados Robinson Fernández y Freddy Torres (empleado público) quienes tramaban colocar un artefacto explosivo en la gobernación provincial cuando se produjera la visita de Trujillo. Las golpizas que le propinaron a Torres le dejaron lesiones permanentes que le impedían la locomoción.

Fernando Ramírez (Papito)

Al retornar a su pueblo natal, luego de ser liberados, los jóvenes antitrujillistas se convirtieron prácticamente en parias, pues una parte significativa de la población lo rechazaba, como nos confesó en una entrevista Morel Inoa. Cada vez que visitaban algún lugar de la ciudad la generalidad de los presentes se alejaba de ellos como si fueran portadores de alguna enfermedad contagiosa. En una oportunidad, por ejemplo, Morel Inoa visitó el Club Quisqueya, centro de recreación de las élites urbanas, junto a Milet Haddad, y al poco tiempo todos los presentes abandonaron el lugar.

José Tomás Matías.

En este colectivo de jóvenes latían amplios anhelos de libertad tras vivir casi tres décadas bajo el despotismo trujillista. La Revolución Cubana contribuyó a despertar su conciencia política y en el estímulo fundamental para involucrarse en un proyecto contra el poder absolutista. Además, era un referente cónsono con sus ideales libertarios. Fidel Castro y el Che Guevara se convirtieron en sus ídolos y en las figuras a seguir.

José Yoryi Morel (Borojol).

Poseían escasos conocimientos de lo que era realmente una sociedad democrática pues nacieron bajo un régimen de fuerza. De manera furtiva se reunían para escuchar los discursos de Fidel Castro en una emisora venezolana, aunque dominados por el pánico que infundía el totalitarismo trujillista en un contexto en que mencionar su nombre en público, para bien o para mal, implicaba disolver cualquier reunión. Imbuidos de estos ideales, los jóvenes lucharon con la creencia de que podían transformar el mundo.

Robinson Fernández quien hasta el final de sus días mantuvo una estrecha amistad con el comandante Delio Gómez Ochoa.

 

El grupo vivió una especie de romanticismo de la política, como refiere Sergio Peña. Acorde con estos ideales. Algunos de ellos, como Fernando Ramírez, se incorporaron a los frentes guerrilleros del Dr. Manolo Tavárez Justo para reclamar el retorno al orden constitucional vulnerado con el golpe de estado de 1963.