La educación superior ha sido en toda la historia de la humanidad el espacio natural para generar conocimientos científicos, tanto en el pasado como en el presente y lo será también en el futuro. Los grandes centros de investigaciones científicas de las universidades han aportado resultados o productos investigativos que han servido como base de todo el desarrollo producido en nuestras sociedades.

El desarrollo no es posible sin la acción investigativa, intelectual, docente, formativa y cultural de las universidades, no sólo en los países desarrollados, sino también en los propios países subdesarrollados o del tercer mundo, como nos llaman eufemísticamente las grandes potencias.

No hay un solo producto médico para los humanos, durante toda la historia de las ciencias de la salud, que no haya sido el resultado de la investigación dirigida por las academias. Lo mismo podemos decir del desarrollo industrial y también ocurre lo mismo en materia de tecnología.

Todos los inventos son el producto del desarrollo del conocimiento. Las universidades son los centros de los saberes, directa o indirectamente. Lo fueron antes; lo son la actualidad; y lo serán mañana. Independientemente de las transformaciones que se están produciendo en la educación superior y los grandes desafíos que hoy enfrentan en las academias.