Habla muy poco pero cuando lo hace es certero y directo. Espera el momento adecuado para responderle a sus críticos, sin apresurarse.

Aunque es economista rara vez se refiere a este tema, como lo hacían sus predecesores, aunque ha logrado casi un milagro al mantener el país a flote ante dos eventos externos que han sacudido al mundo: La Pandemia y la Guerra en Ucrania. Y en lo interno un par de ciclones y tormentas.

Muchos hablan de que gobierna solo y lo llaman el “hombre orquesta” pero cada semana un funcionario quema la prensa anunciando que el turismo crece, la inversión extranjera continúa aumentando, el dólar se mantiene estable, las reservas del BCRD alcanzan niveles récord, los programas sociales amplían su cobertura, la inflación cae con fuerza, las exportaciones siguen escalando cifras históricas y el gobierno profundiza las medidas para fortalecer la transparencia en el quehacer público auditándose el mismo, lo que nunca se ha hecho en el pasado.

Tales logros son solo posible con un equipo que funcione, aunque no siempre al 100%. Por eso hay que mover la batidora cada cierto tiempo.

Otra supuesta debilidad del presidente Abinader es que no posee una ambición desmedida por el poder, como ciertos políticos que no saben cuándo llegó el final de su carrera. Olvidan su pasado y molestan como moscas que debemos espantar.

No me hubiera sorprendido un Abinader anunciando que no buscaría la reelección. Pero con un nivel de aprobación de más de 70% en su tercer año de gobierno y todas las encuestas dándole una victoria en primera vuelta, tenía por obligación que aceptar nuevamente ser candidato presidencial de su partido.

Lo mismo digo de Carolina Mejía. Tiene que seguir en la alcaldía de Santo Domingo porque su trabajo ha sido excelente y ganaría abrumadoramente.

Muchos políticos se sienten incomodos cuando van a los barrios pobres y se ensucian las manos saludando y abrazando a la gente humilde. En sus caras se les ve la desesperación por salir de esos lugares para lavarse las manos. Abinader, como lo hacía Hipólita Mejía, disfrutan la cercanía con el pueblo, se sienten a gusto hablando con la gente y compartiendo sus penurias.

Algunos opinan que la imagen romántica y amorosa de la familia presidencial es sinónimo de debilidad. Quieren ver a un presidente con amantes y fotos comprometedoras que elevan el morbo de la gente.

Eso supuestamente atrae a los dominicanos, pero Abinader ha mostrado todo lo contrario. Integridad y ética en su vida personal y eso ha resultado en una mayor aprobación de su gestión.

Su esposa es un pilar que lo sostiene, aunque no lo aparente. Una mujer decidida, espontánea y con temple que sale al frente sin ruborizarse. No pierde tiempo para estar en el campo de batalla de la pobreza cuando necesitan su mano amiga.

Los paradigmas de la figura presidencial cambian con el tiempo. Y cambiaran más cuando una mujer llegue al poder, que espero que sea pronto. El espectro palaciego sería totalmente diferente ante una sociedad donde todavía prevalece el machismo.

El grave error de los políticos opositores es no darse cuenta de esa realidad y calificar al presidente de débil, un llanero solitario, que no sabe gobernar, que hace mucho bulto o que solo usa el pico y la pala. Pero no hay un día a la semana en que no se inauguren obras en todo el país o se inicien grandes megaproyectos.

Porque si algo entendió Abinader desde que llego al poder es que las necesidades de inversión publica en el país no puede afrontarla solo el gobierno. Necesita aliarse al sector privado y necesita atraer inversión extrajera, lo que ha logrado con éxito.

¿Pero donde está la mayor demostración de que tenemos un presidente que no le tiembla el pulso ni muestra debilidad para tomar decisiones firmes y arriesgadas? Lo hizo durante la pandemia y ahora con la crisis de Haití, donde el 90% de los dominicanos apoyan sus decisiones.