El serio juego de la guerra
Entrar en un conflicto bélico tiene un costo muy alto para los contendientes. El que más conmueve nuestro sentimiento humanitario son los jóvenes soldados que mueren o son heridos en combates, los daños que sufre la población civil, el sufrimiento y las secuelas psicológicas en la población, especialmente los niños, la marea de quienes abandonan su país por el conflicto. A ello hay que añadir el coste material de la destrucción de infraestructuras y el de su reposición.
Cuando los estrategas político-militares se dedican a analizar los ”juegos de estrategia” de guerra. Hacen complicados y sofisticados cálculos de probabilidades, que incluyen no solo lo relativo a las fuerzas operativas en el territorio donde se realizará el combate, incluido lo geográfico y humano, las fuerzas del enemigo, la voluntad y moral de los dirigentes y de la tropa, todo lo relativo a la logística, y obvio, el estudio de las diferentes decisiones que, como reacción a la declaración de guerra, hay que prever que tomará el contendiente y sus aliados.
Por ende, un país experto por su historia en conflictos bélicos, como es Rusia, que se ha enfrentado con éxito a las dos intentos más poderosos de conquistar su territorio, el de Napoleón y el de la Alemania nazi. También al de los fallidos intentos de potencias occidentales que organizaron ejércitos para derrocar a la revolución rusa. Con esos precedentes, parece evidente que Rusia no ha ido a la guerra dejando cabos sueltos. En la planificación de la guerra no se deja nada al azar, aunque la suerte y lo imprevisto exista.
Cuando Putin, un oficial militar de Inteligencia que llegó a jefe de ese servicio ruso, ha tomado con el Consejo de Seguridad de su país una decisión como la de montar una “operación especial” en Ucrania, es decir, invadirlos, con el propósito de derrotar a su gobierno y someter al oponente a hacer su voluntad. Que es el objetivo inmediato de una guerra, según Clausewitz. No hay que tener ninguna duda que ha estudiado todas las situaciones, incluidas las más extremas. Y naturalmente, tendrá previsto qué hacer en cada uno de los escenarios, que probablemente, tome el oponente y sus aliados.
Las sanciones de USA y la UE
Las primeras medidas de sanción a Rusia eran llamativas. Biden anunció que se vetaría a los multimillonarios rusos (a los cuales en Occidente los medios han puesto la etiqueta de oligarcas), para que no puedan obtener los llamados “pasaportes dorados”. Es decir, la obtención privilegiada de la nacionalidad americana.
Teniendo la nacionalidad no tienen trabas para tener acceso libre a los sistemas financieros occidentales. O sea, a los que ahora se les quiere perseguir, hasta el día antes de esa medida eran bienvenidos en los principales países capitalistas occidentales, no importándoles un comino el origen de su fortuna, sea ésta obtenida por tráfico de armas, de personas, drogas o negocios sucios, incluidos apropiación indebida de recursos públicos, comisiones y toda suerte de robo a los Estados de dónde provienen.
O sea, no importa el origen de la fortuna, los multimillonarios, siguen siendo bienvenidos a la ciudadanía privilegiada, aunque se excluye a los rusos, provisionalmente, por venir de un país que ha desafiado, con esta guerra, el orden jurídico internacional. Orden que los EE.UU, la OTAN y la UE, violaron en los Balcanes, promoviendo el separatismo en Yugoslavia y luego desmembrando el territorio de un Estado soberano, Serbia, para crear un Estado ex novo, Kosovo.
Las prohibiciones de EE.UU, de la UE y del Reino Unido, se refieren a la exportaciones, el comercio, y la más importante de esas medidas se ha tomado después de arduas discusiones, debido a los intereses encontrados entre algunos Estados miembros de la UE, ya que sus relaciones económicas con Rusia son tan importantes, que esto afectará a Rusia pero también a sus economías.
Rusia tiene medios suficientes para no depender de la financiación externa. Algunos datos son de interés: el superávit de cuenta corriente es del 9% del PIB en 2021. El Banco Central de Rusia tiene más de 630 mil millones de dólares en reserva. Ahora bien, Rusia no es una potencia económica ni en Europa ni en el mundo y su esfuerzo de guerra debe ser limitado en el tiempo.
Desconexión a Rusia del sistema SWIFT
La medida que puede ser muy lesiva para la economía rusa es la desconexión del sistema SWIFT ( Society for Worlwide Interbank Financial Telecommunication), que es la autoridad que se encarga de los códigos de los bancos para el IBAN y el BIC. Este sistema conecta con 11,000 organizaciones bancarias en 200 países. Cada año se encarga de transmitir más de 5 billones de mensajes financieros. El SWIFT hace las conexiones entre los bancos cuando los clientes de los mismos hacen sus transacciones. Excluir los bancos rusos del sistema de transacciones internacionales les obligaría – en principio- a acudir al ya obsoleto sistema de los faxes. O a un nuevo sistema que está poniendo en ejecución China.
Congelación de activos del BCR
Otra medida extrema, y quizás la más contundente, es la de congelar los activos del banco central ruso en países occidentales. Esta medida sólo ha sido aplicada para castigar a los bancos centrales de Venezuela, Corea del Norte e Irán. Como señala un economista, si esto se lleva a efecto las reservas de divisas de Rusia en dólares no podrían usarse para respaldar el rubro en los mercados internacionales de divisas y apoyar el financiamiento en dólares de los bancos comerciales rusos.
Todo eso llevaría a una devaluación del rublo, que ya se encuentra perdiendo su valor, y a una inflación. Buena parte de las divisas de Rusia están en bancos centrales occidentales, y el 23 % de sus reservas está en oro.
También se quiere paralizar el progreso ruso en materia tecnológica impidiéndole que se le suministre chips, semiconductores de alta gama y otros productos tecnológicos, que serían un obstáculo para su avance científico tecnológico, incluida la rama militar. Empero, Rusia puede obtener parte de lo que se le niega en Occidente por parte de China.
Salir ya de la guerra
De todas maneras, visto desde la limitada información que dispongo, me parece que es prioritario que se le ponga fin a la mayor brevedad posible al conflicto, tanto por el bien de Ucrania, como de Rusia. El presidente Zelenski ha dado su visto bueno a celebrar negociaciones con los rusos en un lugar de la frontera entre Bielorrusia y Ucrania. Recordemos que uno de los objetivos políticos de Rusia es que el gobierno de Ucrania nunca pueda ser miembro de la OTAN.
Creo que después de embarcarse en esta intervención militar Rusia exigirá la desmilitarización y, al menos, la neutralidad de Ucrania. Tampoco deberá solicitar ser miembro de la UE. Así como deberá firmar una serie de tratados económicos y comerciales, que comprometan a los dos países a unas relaciones más estrechas e interdependientes.
Es probable que se haga un nuevo ordenamiento constitucional que establezca una república federal, reconociendo con ello a las poblaciones del Donbas, de lengua y cultura rusa, capacidad de veto en las decisiones en materia de política exterior y de la firma de tratados internacionales.
Todo ello sería una decisión tomada dentro de las coordenadas ideológicas formales de la “soberanía estatal”, que estaría indudablemente condicionada, por un hecho material incontestable, que Ucrania reconocería y legitimaría firmando un acuerdo de paz: que no puede ganar la guerra a Rusia y, por tanto, ante la opción del sacrificio en la guerra de parte de su población y de una probable anexión a la República Federal Rusia, opta por la salida más favorable para el conjunto del pueblo y de los intereses de los ucranianos.
Realismo político
Llegar rápidamente a un acuerdo sería una demostración de pragmático realismo político. La alternativa, a un hecho de pura realpolitik, sería continuar la guerra con el más que probable resultado de perderla y que los rusos impongan su voluntad, en todos los aspectos que crean necesarios, como vencedores.
Obvio, parte de la opinión pública internacional y los medios Occidentales, llevarán a cabo una campaña contra Rusia y su imperialismo. Puede que algunos Estados organicen y financien inclusive “guerra irregular” en territorio ucraniano, que hagan sabotajes y fomenten la rebelión contra los rusos y los previsibles nuevos gobernantes ucranianos, pero como se ha demostrado, tanto en la Rusia de 1917 y post 1945, como sobre todo en Israel, lo que se gana mediante la guerra sólo se pierde a través de la guerra. Y ni USA, ni nadie en la UE, irán a una guerra en Europa por Ucrania.
Torrelodones, 27 de febrero de 2022.