A veces pienso que me quedé cual Penélope en el tiempo. Me he sentado en un banco a recordar todo lo pasado.

Hace mucho tiempo que no escucho radio, por ende, no sé quiénes son los cantantes de moda, creo que todo lo que se escucha es la corriente actual, lo que me hace pensar por qué esos cantantes de calle, no sé si les dicen así, cuando cantan van señalando hacia el frente, parece que acusan a alguien, todos tienen el mismo movimiento en sus bailes. De las letras de las canciones nada sé y sé del baile porque veo a los adolescentes del frente de mi casa bailar al ritmo de esa música en medio de la calle. Esa es una de las ventajas de vivir en el poblado. Quienes viven en torres se pierden de esas experiencias.

Mi último contacto con el radio, se remonta a antes de la pandemia en que iba a arreglarme mis uñas donde Altagracia, mi vecina, y Antonio su marido ponía un radito con la música del recuerdo. Creo que todos mis contemporáneos nos quedamos con el tiempo, porque veo a muchos añorar a los cantantes de la época. ¿Es que ya nadie canta canciones de amor, boleros, baladas, etc.?

Recuerdo que en mi adolescencia había rivalidades entre los cantantes de moda. Dos grandes cantantes de esa época eran Raphael de España, que con su gran histrionismo la muchachada hacía de él su ídolo, y Sandro de América, que con sus movimientos y su boca sensual hacía suspirar a las chicas de entonces. Había que posicionarse en uno de los dos bandos. Yo era de las de Sandro, de hecho, cuando vino a Santo Domingo, y se presentó en el “Teatro Agua y Luz”, yo fui de las que vino desde La Vega a verlo.

Otra de las rivalidades la formaban Julio Iglesias y El Puma. La voz melodiosa de Julio y el baile de José Luis Rodríguez también dividían a las fans.

Johnny Ventura y Wilfrido Vargas hicieron que los fanáticos nos posicionáramos en uno que otro bando. Marcaron toda una época y ¡qué época!

Ya más adelante, también en nuestro país hubo otra gran rivalidad, Vickiana, “La Maidita” y Olga Lara. Yo pertenecía al grupo de Vickiana. Creo que ella con esa sensualidad que aún le caracteriza, revolucionó la presencia de un artista en la televisión. Jugaba con la cámara.

Esto solo una muestra de los tiempos de antes.

Otra de las cosas que me dejaron en el pasado y que hoy recuerdo con nostalgia fue el ir a “tanda” que no era más que ir al cine Rívoli o al Teatro Progresista, en La Vega, todos los domingos a las diez de la mañana.

En esos cines vi todas las películas de Elvis Presley, las de los Beatles, las de la Nueva Ola, la serie de Sissi, la Novicia Rebelde, Doctor Zhivago, El Graduado, y muchísimas más que llenarían páginas.

Nunca olvidaré esos domingos de mi adolescencia puesto que era mi gran paseo ya sea a tanda de diez o matiné de las cinco.