El título de este escrito es la primera parte de un planteamiento atribuido al autor y empresario estadounidense Tim Fargo. Su expresión completa es: “Las oportunidades no piden citas, tienes que estar listo cuando lleguen”.
Otros suelen comparar la oportunidad con “una avenida que hace esquina con la calle Preparación”. En definitiva, se trata de un enfoque relacionado con lo que cada ser humano busca, aunque no tenga claridad de ello: alguna oportunidad.
Así como lo hace cada persona, las colectividades también están a la espera de esa ocasión. Entre esas colectividades ocupan un lugar muy importante los territorios.
Vale dejar en claro que al referir “territorio” estamos citando mucho más que un simple pedazo de tierra. Además de la dimensión física, el territorio ha de ser asumido como ese espacio que existe porque culturalmente hay una representación de él. El territorio existe porque socialmente hay un entramado de relaciones que lo sustentan.
El territorio es ese espacio en donde la demarcación del poder, soportado en la actividad política, y el intercambio, como expresión de la economía, marcan la dinámica y el futuro del conjunto.
Esclarecido esto, vale recordar el proceso en que se pasó del simple trueque al comercio de mercancías. En ese ámbito, la misma dinámica de las sociedades fue propiciando que los servicios también pasaran a ser comercializados. Con el paso del tiempo, a los productos y servicios se han ido uniendo los territorios.
Así es como encontramos la famosa “denominación de origen”, que además de la procedencia de un producto determinado, reseña su calidad, pero sobre todo sirve como mecanismo para proteger la propiedad industrial del mismo.
Otro aspecto a observar es la complejidad que caracteriza a esta etapa en la que “todos comunicamos para todos” y de la referida “aldea global”. De manera creciente, esa representación del espacio geográfico se ve sometida a una dinámica caracterizada por una transformación continua como resultado de la interacción de los seres humanos, de la cultura y de los acelerados cambios en sentido general.
Hoy, más que ayer, los territorios están llamados a hacer caso al planteamiento de que “lo que no se nombra no existe”. La idea se atribuye a George Steiner, erudito literario y hombre de letras francés, cuya impronta ha quedado en París, Chicago, Harvard, Oxford, Cambridge y otras prestigiosas universidades de marca mundial.
Al planteamiento del profesor Steiner suele añadirse lo que podría considerarse el enfoque propositivo de su idea: “lo que se nombra construye realidades”. De ahí la importancia de valorar y promocionar el territorio como vía para estimular el desarrollo local.
Es en ese marco que en estos días se ha promovido la etiqueta #VisitaSantiagoRodriguez, como forma de visibilizar los potenciales y oportunidades con que cuenta ese territorio noroestano, cuya diversidad climática y el carácter acogedor de su gente aguardan por ser adecuadamente explotados.
En este territorio se manifiesta alto orgullo por mantener vivo el legado de quien armó el proyecto que logró restaurar la Independencia Dominicana, el general Santiago Rodríguez, por ser una “mina de músicos”, pero también por tener una ganadería bovina que le ha hecho merecer múltiples reconocimientos a “la mejor leche del país”.
En Santiago Rodríguez se cuenta con diversidad de productos agrícolas, con preponderancia de la yuca amarga destinada a la fabricación de casabe y otros subproductos. Aunque se cultiva y procesa yuca en toda la provincia, Monción, municipio que honra la memoria del restaurador Benito, es conocido como “La capital del casabe”.
El lugar que fuera sede de la memorable Convención de Los Almácigos, el 6 de marzo de 1863, como preámbulo decisivo para el Grito de Capotillo, el 16 de agosto de ese mismo año, destaca por la producción de frutos menores, ganadería, cultivos de altura y clima fresco.
En San Ignacio de Sabaneta, municipio que encabeza la provincia, se puede encontrar desde el frío que caracteriza al parque nacional José Armando Bermúdez (en el sur), hasta el bosque seco en donde Santiago Rodríguez limita con Valverde y Monte Cristi.
A Santiago Rodríguez solo le resta construir consensos, esclarecer el rumbo, apurar la marcha y tener presente dos cosas: la complejidad de la comunicación actual y que “las oportunidades no piden cita”.