Vamos a hablar de esta importante obra de Santa Teresa de Jesús (o de Ávila), representante de las cumbres de la mística cristiana. Uno de los libros más impresionantes de la literatura religiosa occidental, aunque seguramente menos del 1% de los cristianos lo conoce.

Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, como fue su nombre en la sociedad, nació en el 1515 en Ávila, España, en el seno de una familia acomodada. Era apasionada de los libros de caballería y de la vida de los santos. Pese a la oposición de su padre, decide entrar a la vida religiosa. Era una joven de mucha determinación, una gran imaginación y admiradora de las vidas heroicas. Aunque tenía mucho interés intelectual, vivió en un tiempo en que no se permitía que la mujer realizara estudios superiores.

Fue una monja de una alta espiritualidad y una estoica vocación, llegando a reformar la Orden del Carmen (que a la sazón presentaba una espiritualidad muy deficiente), los que la siguieron fueron reconocidos como la Orden de los Carmelitas Descalzos al ser rechazados y perseguidos por su propia orden. Ella junto a San Juan de la Cruz, constituyen una sólida representación de la alta espiritualidad cristiana, siendo considerada Doctora de la Iglesia Católica.

Estamos conscientes de que algunas iglesias cristianas que han surgido recientemente repudian a esos personajes denominados como “santos”, pero considerando que los tres años de la vida pública de Jesucristo sucedieron hace ya unos 20 siglos, hay que reconocer que lo que él nos enseñó, nos llega primero por los apóstoles, luego por los Padres de la Iglesia y finalmente por los Santos y el magisterio de la Iglesia, por lo que conocer esos 20 siglos de tradición cristiana, es de gran riqueza cultural y espiritual.

Santa Teresa había escrito varias obras cuando un superior le ordena escribir un tratado de espiritualidad. Pese a no desear hacerlo (por problemas previos con la Inquisición), escribe por obediencia el manuscrito de Las Moradas o Castillo Interior entre el 2 de junio y el 29 de noviembre, del 1577.

Es una obra impresionante realizada por una mujer sin estudios universitarios. Representa los diferentes estados o niveles espirituales. Comienza exponiendo en las primeras moradas la mentalidad de las personas de más bajo nivel espiritual (casi animal), hasta los niveles de mayor desarrollo o santidad, en la morada séptima en que habla de la fusión con Dios. Escrita en un castellano antiguo, causa el asombro de intelectuales actuales, quienes se preguntan cómo pudo esta mujer de hace más de cuatro siglos hacer este tratado de la mente humana (antes incluso del desarrollo de la psicología como ciencia). Lamentablemente, de esta santa, casi lo único que conocen los cristianos es la oración: “Nada te turbe”.

Este libro también causó alboroto, además de su elevado nivel de enseñanza, no podemos olvidar que era escrito por una mujer “iletrada” y no por un teólogo famoso. Lógicamente fue llevada a la inquisición para juzgarla, porque había serias dudas de si lo que escribió era una ofensa a la doctrina cristiana. Pero cuando la interrogaron, sintetizando, su respuesta fue: soy una pobre monja iletrada y si ustedes que son la autoridad de la iglesia entienden que he escrito desvaríos y falsedades, sírvanse de eliminar o cambiar lo que gusten y si lo estiman necesario incluso quemar el libro entero. Los representantes de la inquisición al ver semejante exhibición de humildad y reconociendo que podía haber mucha enseñanza en el libro, nombraron una comisión para analizarlo, pero casi todas las correcciones que hicieron fueron ortográficas o de estilo, porque al analizarlo teológicamente, no pudieron catalogarlo como herejía.

La “Reformadora del Carmelo” realizó múltiples fundaciones de conventos de religiosas y religiosos por toda España, y se le atribuyen dones sobrenaturales, por ejemplo, las monjas que compartían con ella la oración comentaban que a menudo levitaba al orar, pese a que se tomaban medidas para que esto no sucediera, quedando múltiples testimonios escritos de este evento.

Santa Teresa fue muy enfrentada y hasta perseguida, porque parece más fácil luchar contra la luz que aceptarla, ya que esta aceptación podría conllevar un compromiso de superación. Así, la pereza intelectual o espiritual, empuja a atacar lo admirado.

Podemos comprender los niveles de conciencia inferiores a nosotros, pudiendo incluso catalogarlos, pero no a los superiores; frente a éstos, solamente podrá saberse que son superiores sin tener idea de qué tanto lo sean. Por lo que para la Santa escribir lo que escribió, tuvo que vivirlo personalmente.

Lamentablemente conocemos poco de nuestra propia conciencia, porque nos parece no tener tiempo para analizarnos a nosotros mismos, por tanto, no comprendemos bien la espiritualidad, que es la máxima capacidad de la mente humana. Las Moradas son un verdadero tratado de espiritualidad y nos enseñan que vivir en la Verdad, encontrarse en el Cielo y estar con Dios es todo lo mismo.