UNO

Muere Aníbal de Peña, patriota, autor del himno a la revolución de abril y de inolvidables canciones de amor, artista extraordinario, ciudadano ejemplar y permanente luchador por la democracia, y el gobierno dominicano no declara ni un día de duelo, mientras los honorables diputados se reúnen en el hemiciclo para honrar los aportes que ha hecho al país y a la música un bachatero que se hace llamar El Luis Miguel del Amargue. En ciertos sectores de poder, lamentablemente la chercha y el mal gusto son valores y modelos a seguir. El flamante Ministerio de Cultura parece no estar para resaltar los verdaderos valores de la cultura dominicana Cosas veredes…

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En ese momento, se aprobó oficialmente el himno de la revolución luego de un “ensayo” cantando a trío, Francis, Héctor Aristy, y mi padre.

DOS

El espectáculo de mal gusto montado por el presidente Luis Abinader enviando tanques y aviones de guerra a la frontera con Haití ha creado en el exterior la sensación de que en la República Dominicana existe un estado de guerra, mientras el mandatario y sus funcionarios no hacen más que repetir una retórica sin fundamento, lo que deja entrever falta de carácter en el manejo de la crisis. Probablemente, ese sea su fracaso. No creo que los haitianos sean persuadidos para detener la construcción del canal. Abinader había dicho que esa construcción era obra de grupos insurrectos, pero el gobierno haitiano ha reafirmado su decisión de apoyar el sesgo, pese al conflicto, cuando de este lado de la frontera los comerciantes y buscavidas languidecen. El mercado binacional es claro: los haitianos vienen a comprar productos y mercancías, es decir, traen divisas y son muchas las familias que viven de ese trasiego. Hay que ver entonces, hasta dónde el gobierno podrá comprar los productos perecederos y devolver la dinámica económica a los rayanos si es que no se logra abrir la frontera. Como en Haití no hay con quien negociar y no existe como nación, reafirmo mi creencia de que por más comunicados que se emitan desde las burocracias diplomáticas los haitianos no van a ceder y seguirán con su canal y abrirán otros más.

TRES

Este sábado la Fuerza del Pueblo celebra la concentración para festejar los dos millones de inscriptos en su padrón electoral. El expresidente Leonel Fernández, quien nunca descansa en sus deberes y obligaciones, no deja de mostrar el contagioso júbilo por la forma en que marchan las cosas en su partido. Desde la propia Fuerza del Pueblo se ha informado que ya está listado el montaje del evento, desde las tarimas en las que estarán varios grupos musicales amenizando el ambiente hasta la operatividad que conlleva una actividad de esta magnitud. Si las cosas resultan como la verdadera marcha verde, aquel extenso río humano que se desplazó en mayo pasado, pues los vendedores de ilusiones, mediante encuestas y el propio gobierno, tendrán que repensar sus estrategias.

CUATRO

Por más que las autoridades digan lo contrario, mienten repetidamente cuando afirman que la delincuencia ha bajado. Eso no es cierto y es una grave irresponsabilidad vender al pueblo una farsa así. Lo mismo sucede con el precio de los productos de primera necesidad, la criminal falsificación de medicamentos y los abusos de algunas distribuidoras de energía eléctrica. Los criminales reinciden porque están apadrinados, nadie que me diga lo contrario. Mientras en El Salvador, su presidente Nayib Bukele, ha desarrollado un exitoso programa para acabar con la criminalidad en su pequeño país, nuestras calles son cada día más peligrosas.

CINCO

El primero en desmentirlo fue el inefable e irreverente Hipólito Mejía. La justicia dominicana -cantó como gallo resentido- está muy lejos de ser independiente. De parte del gobierno hubo un estricto silencio como evitando que lo dicho por el peculiar expresidente tuvieran mayor difusión. Son las realidades las que hablan, y cuando lo hacen desnudan al deslenguado que miente. Un país elige a sus autoridades esperando que estas cumplan con lo prometido, con la Constitución y las leyes adjetivas, esperando que sus connacionales sean debidamente representados, no para que politicen a su conveniencia un penoso conflicto ni para que un jefe de Estado recorra a ese país como una vedette poniendo tareas de kínder a los militares. ¡Qué penoso fue aquel espectáculo! Ni arenga ni estímulo militar, tampoco nada parecido. Cuando la incapacidad, la carencia de carácter y el desconocimiento de lo que se tiene entre mano se unifican, solo flota el enigma, la desconfianza y el desconcierto, esa frustración colectiva de los que fueron burlados, los que han perdido el derecho a escoger hasta a las autoridades de su propio partido, los que no son recibidos ni por las recepcionistas de las entidades gubernamentales, mientras la radio, la televisión y los medios digitales permanecen llenos de iletrados vociferando y destruyendo la honra de personas que sí son valiosas y, por ese encomiable trabajo al servicio de la república y a la reelección del excelentísimo señor presidente, reciben abultadas sumas de dinero, canonjías disfrazadas de publicidad, pensiones y exoneraciones, surge en lo más íntimo de la sociedad una desilusión cuyos costos sociales pueden ser catastróficos.

SEIS

No se sabe lo que persigue el presidente Luis Abinader autorizando a la Contraloría General de la República la publicación de numerosas auditorías en las que se evidencian trastornos y graves violaciones, grandes gastos sin justificación de parte de funcionarios que manejan los fondos públicos como si fueran de su propiedad y que los cargos son hereditarios y no circunstanciales. Mientras las emergencias de los hospitales siguen llenándose de pacientes, mayoritariamente niños, afectados por el dengue y a las autoridades de salud pública parece no preocuparle mucho. Esas auditorías son publicadas, pero también son bendecidas por los alabarderos de siempre y ante estos resultados el supuesto Ministerio Público independiente es sordo, ciego y mudo. Cosas veredes…