En más de una ocasión, se ha puesto de manifiesto lo importante y significativo que resultan los temas de la identidad y la cultura en el pensamiento social dominicano. Para algunos, estas cuestiones se explican apelando a nuestros orígenes étnicos, lenguajes y tradiciones religiosas, narradas a través de los textos, archivos y documentos históricos. Mientras que para otros, los rasgos culturales e identitario de los dominicanos, se (des)construyen, permanentemente en la vida cotidiana, a través de las transformaciones que se operan en nuestros hábitos, gustos, preferencias y consumos culturales en el marco del proceso de modernización social que experimenta la sociedad dominicana.

Es evidente que la sociedad dominicana se ha transformado, que la nueva generación ha cambiado que, estamos inmerso en un intenso proceso de modernización social que está transformando la cultura e identidad de los dominicanos.

En ese sentido, nos hemos referidos, en otros momentos, a la influencia de las diásporas,  las migraciones, de las tecnologías de la información, las redes sociales, al pensamiento neoliberal y, en esta ocasión, queremos llamar la atención sobre la centralidad de las grandes industrias culturales transnacionales en el proceso de hibridación de la cultura popular dominicana.

Las industrias culturales globales en el país, han introducido una fuerte mediación económica en los gustos, preferencias e imaginarios estéticos de los dominicanos, poniendo en evidencia, por un lado, las grandes desigualdades socioeconómicas, pues, para un sector importante de jóvenes, profesionales y clase media en general, estar a la moda y obtener el reconocimiento y distinción de los otros, significa acceder a esos bienes de consumos suntuosos como los carros de lujos, celulares del alta gama, ropas de marcas, perfumes Chanel, carteras de Louis Vuitton, tenis Air Jordán y otros.

Pero, por otra parte, también hay que destacar que las industrias culturales globales, conjuntamente con las migraciones, los medios de comunicación  y las redes sociales, están diversificando los hábitos alimenticios, las formas de vestir, la música popular, el deporte, la moral sexual y la estética corporal en la sociedad dominicana, es decir que están transformando las formas de vida socioculturales de los dominicanos.

Las industrias culturales se desarrollan a partir de la lógica de una economía abierta y, de un mercado global-transnacional, produciendo una diversidad de ofertas de consumo culturales. Esto se pone en evidencia, con la expansión de las franquicias de la llamada comida rápida o fast food, como son Mac Donald, que actualmente cuenta con más de 20 locales en todo el territorio nacional, Subway con más de 10 franquicias,  Kentucky Fried Chicken (KFC), la de mayor crecimiento en el país con más de 32 locales, Wendys con 15 y las franquicias de pizzas Little Caesars con 23 locales a nivel nacional (https://www.conectate.com.do/articulo/mcdonalds-republica-dominicana/).

En nuestro país, también se ha puesto de manifiesto, lo significativo que es el consumo de ropas de marcas para un sector importante de la población. Dando origen al auge de centros comerciales: Ágora mall, Sambil, Megacentro, Blue mall y otros, además del crecimiento de las franquicias transnacionales como son Calvin Klein, Forever 21, Adidas, Guess, Zara, Aeropostal, Cartier, Louis Vuitton, que se pueden encontrar en los diversos centros comerciales a nivel nacional.

A esto se agrega el auge de las industrias cosméticas, del cuidado del cabello, de los gimnasios, tatuajes, piercings y cirugías. La oferta cosméticas se ha diversificado pues llegan productos desde Estados Unidos, España, Italia, Francia, Brasil y México. También se han establecido en el país, las mayorías de las franquicias de gimnasios reconocidas a nivel global como son Body Shop, Golds Gym, Smart fit, Planet Fitness y otras. Estas industrias culturales transnacionales han tenido una enorme influencia en la cultura popular dominicana, impactando de manera significativa los gustos, estilos y los nuevos imaginarios estéticos de la juventud dominicana.

Con la globalización de las industrias culturales se han (des)ordenados las formas de vida, los imaginarios culturales y las costumbres tradicionales de los dominicanos, poniendo en marcha nueva jerarquía de valores, mayor diversidad en el consumo cultural y, un proceso de hibridación de la cultura popular dominicana de consecuencias todavía impredecible.

Sin embargo, si asumimos el proceso de modernización social, de apertura económica, incremento de las llegadas de los turistas y extranjeros, aparición de nuevas ciudades y desarrollo de las tecnologías de la comunicación como algo necesarios y deseados en nuestro país, estamos obligados a pensar también la hibridación de la cultura e identidad del dominicano, como un proceso normal, diversos y paradójico.