Aunque es ampliamente conocido que sin conflicto no hay historia, las empresas, históricamente, han huido del conflicto como el diablo a la cruz.

En situaciones de conflicto, tradicionalmente las compañías temen tomar partido y verse atrapada entre las patas de los caballos, pero esto no es lo que hemos visto frente a la invasión rusa a Ucrania, sino todo lo contrario: lo que hemos visto es a las empresas tomando partido y entrando deliberadamente al conflicto.

En rechazo a la invasión inhumana, cruel y contra los valores globales de la democracia, ha habido una estampida de las empresas financieras británicas, y si bien es cierto que el retiro era lo esperable de parte de los  negocios financieros, el argumento explícitamente expuesto por estas firmas ha sido el imperativo moral.

"Creemos que hay un claro argumento financiero y moral para la desinversión con respecto a nuestras participaciones rusas", declaró Simon Pilcher, jefe del Plan de Jubilación de Universidades  (Universities Superannuation Scheme, USS), el fondo de inversión más grande del Reino Unido y el primero que anunció su retiro del mercado ruso.

"Los imperativos morales impulsan las finanzas y si eres un inversor financiero y no piensas en los impactos morales de lo que estás haciendo, eres miope y, me atrevo a decirlo, inmoral”, enfatizó y recalcó el principal ejecutivo de USS, que ha puesto en marcha la desinversión de la millonada de libras esterlinas que la organización tiene en el mercado ruso.

Pero no solo los hipersensibles negocios financieros se han sumado al propósito de Estados Unidos y la Unión Europea de reducir a Putin a un paria global, y con ello, tristemente también al pueblo ruso, sino, además, las multinacionales de energía, como British Petroleum (BP), Shell y Total Energies, que se están retirando de los negocios con Rusia a todo vapor y verbalizando de forma manifiesta la condena a la intervención militar.

El gigante naviero danés A.P. Møller – Mærsk anunció que detendrá los envíos hacia y desde Rusia. La FIFA y la UEFA suspendieron a todos los clubes de fútbol y selecciones rusos. El glorioso club alemán de futbol Schalke 04 ha puesto un corte al patrocinio que recibía de la empresa de gas rusa Gazprom

Volvo y Jaguar Land Rover han parado las entregas de automóviles en Rusia. Apple no venderá más allí; Tik Tok y Facebook han bloqueado a los medios de comunicación afines a Putin; Twitter ha suspendido los anuncios en Rusia, y Google Maps ha restringido su uso en la zona de guerra, para dificultar que el ejercito invasor ubique a los objetivos civiles que serían blancos de su ofensiva. Elon Musk, en cambio, ha manifestado su solidaridad con Ucrania proveyéndole Internet satelital a sus habitantes.

Los estudios Disney, Warner Bros y Universal también han dicho presente y han anunciado que no estrenarán sus películas en Rusia.

Es importante hacer notar que todas las empresas que he mencionado han tomado partido cuando todavía no se ha cumplido la primera semana después de iniciada la acción militar, por lo que es dable esperar que otras muchas multinacionales cerrarán filas en contra de la invasión

Muchas otras marcas y compañías muy importantes en Europa, que no resuenan a este lado del Atlántico, también han cesado de hacer negocios con Rusia y no por que no puedan seguir haciéndolo por razones logísticas, de reducción de beneficios o de restricciones, sino porque han optado por esa decisión.

Estas empresas, como las antes mencionadas, han optado por cesar sus negocios con Rusia para hacer claramente un statement, para dejar meridianamente establecido su rechazo a una invasión que entra en conflicto con los valores corporativos, los valores democráticos globales y los valores humanos en general.

¿Qué es hipocresía corporativa? ¿Qué durante años se han beneficiado de hacer negocio con la Rusia de Putin? No lo voy a discutir, pero lo cierto es que estas empresas, en este momento crucial y decisivo de la historia, han tomado partido a favor de los valores que pregonan, sea por la convicción que sus los líderes han hecho pública o por la previsible presión pública que podría venir sobre ellas.

Ante la injusticia, el silencio es complicidad. La tendencia corporativa global es que las empresas tomen partido públicamente en defensa de los valores corporativos que pregonan y de los valores humanos universalmente aceptados.