Llegar tardes a los acontecimientos históricos, se ha convertido en una práctica muy frecuente de la izquierda. Ese ha sido un comportamiento muy perjudicial que impide posicionarse con tiempo en la mente, simpatía y decisión política de la población. A pesar de las vueltas a que nos tienen acostumbrado, espero que esta será la última vez que nos mantengan en vilo.

Estamos muy cerca de las próximas elecciones nacionales: presidenciales, congresuales y municipales. Desde los meses de febrero y agosto del 2024, comienzan las selecciones de los futuros funcionarios que gobernaran los destinos de la nación. Si a estas fechas se agregan los días mandatorios para el inicio de la campaña electoral, prácticamente afínales del 2023, entraremos de lleno al calor del proceso electoral.

A esta altura del juego, la izquierda en conjunto, las organizaciones coincidentes en participar en las elecciones no ha decidido qué hacer en la presente coyuntura electoral. Aunque existen coincidencias significativas, dentro del proceso democrático, para participar unidos con un solo programa de gobierno, la manera de escoger los candidatos, consignas democráticas; sin embargo, se adolece de un instrumento unitario para salir a las calles a buscar los votos, con el cuchillo en la boca

Es tradición política de nuestro país, cuando termina el proceso electoral y se eligen a los agraciados, se inicia de inmediato los aprestos electorales para las próximas… Se repite, de nuevo, la cantaleta religiosamente: ¡4 años más y después hablamos! Generalmente, el gobierno de turno da el primer picazo en ese sentido, la oposición no se queda atrás, con excepción, con su tardanza, de la izquierda.

En esta vuelta electoral, todos coinciden, hay que cerrarle el paso a los afanes reeleccionistas del actual gobierno que encabeza Abinader y el PRM, y detener las pretensiones por volver de las dos versiones corruptas del PLD, Danilo y Leonel y su FUPU. La derecha juegan con el tiempo, “que lo borra todo”, y confundir a la población con caramelos envenenados; cayendo la izquierda en la trampa por no comprender la dinámica de la democracia capitalista.

En estas últimas décadas, los partidos políticos que se han alternado el poder se han desacreditado hasta el tuétano, por el manejo inadecuado de los recursos públicos y profundizando las desigualdades económicas, políticas y sociales en la sociedad. Su punto de inflexión se concentra en la incapacidad para gobernar y “privilegiar” los esfuerzos para prevenir y sancionar la corrupción. Sin contar con el deterioro ético y moral de la administración pública.

Ante una crisis tan evidente de un liderazgo decente, saludable y confiable, tiene que surgir un sector, desde las mismas entrañas de la población que pueda desplazarlos, nos referimos, en este caso, a la izquierda. Que no ha gobernado todavía y que ha luchado con un arduo trabajo y valientes sacrificios, por el establecimiento de esta precaria democracia. Solo falta su llegada al poder para ordenar la casa que anda manga por hombro.

Sí, la izquierda, sin temor ni pavor por el término, tiene un escenario precioso, para avanzar, que no debe desperdiciar, sin excusas algunas. Se ha comprobado que los revolucionarios, sectores sociales y populares, progresistas y democráticos, pueden conducir la nave a puerto seguro, dentro de la ola democrática que se mueve en la región.

Interpretar correctamente el proceso en curso y aceptar el camino por recorrer, sin pretender ser más papista que el papa, implica empezar a materializar pasos concretos que sobrepase las expectativas y presentarle al país una alternativa política que tenga como base un acuerdo programático, amplio y democrático, guiado por un protocolo de convivencia en la aplicación y respeto a los puntos consensuados. La población organizada, correa de transmisión, será el punto de apoyo para “peinar” todo el país.

La izquierda tiene toda la de ganar; por el contrario, pierde si se coloca de espalda o llega tarde al proceso electoral. Afinar bien la puntería para no fallar en esta oportunidad. Aunque se manifiestan los mismos males y desviaciones de siempre, ahora con menos intensidad, sí se puede avanzar… Reitero de nuevo: no desperdiciemos el momento por pendejadas. “Cuando el aire es favorable, aprovecharle”.